Por. Pablo de la Cuesta Ávila       







David Uhl, Chance Encounter





  MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN  



Lado B: un accidente motociclístico en la ruta, ciertas apuestas renovadas y el errante relato despojado de verdades.



"Dicen, en efecto, que el que ha pasado por esto alguna vez no quiere contar cómo fue su sufrimiento a nadie, salvo a los que han sido picados también, en la idea de que son los únicos que lo van a comprender y a mostrarle indulgencia si no tuvo vergüenza de cometer o decir cualquier disparate por efecto del dolor." (Platón, EL BANQUETE)




1-  Prólogo


Hola, me presento, mi nombre es Gonzalo Paz.

No sé bien por dónde empezar pero tras romper varios borradores -dominados por tachaduras- parecería que, finalmente (en este paciente corregir y rehacer), algo va quedando.

Tampoco pretendo escribir para todos, que mis palabras sean entendidas por todos.

Al contrario, tengo cosas que decir quizás ajenas a una comprensión... y me permito expresarlas.

Además, a manera de juiciosa sentencia liberadora, al que no le guste, sencillamente, que no lea.

Recuerdo, ahora, unas palabras del Zaratustra:

"Como hablaba a todos, no hablaba a nadie."

Es posible, por lo tanto, que estén ustedes interrogándose acerca de qué me mueve a perseverar en la prosecución de lo prenunciado.

Trato en principio de manifestar aquello acallado que me corroe el alma y seguirá palpitando después de mí: preguntas suspendidas, verdades perdidas, heridas abiertas que nada -de veras nada- pudo suturar.

Un significativo accidente, acontecido recientemente, detonó como una implosión que desencadenó en el querer discurrir alrededor de estas contenidas cuestiones.

Y voy a hacer hincapié, ante tan abrumador privilegio de la imagen merodeando por doquier, en el por mí relegado placer de la letra.

Será una narración en primera persona, basada sobre hechos verídicos y transcurrirá -como mera semblanza autobiográfica- con un limitado estilo epistolar.

Sin embargo, por consideraciones tanto extrínsecas como intrínsecas y para disponer de una mayor libertad retórica, se procurará precavidamente "distorsionar" (mentir) determinados aspectos demasiado expositivos.

Y de nuevo Nietzsche, esta vez en Tratados filosóficos, que con su inconfundible lucidez nos advierte:

"Nuestros juicios sobre nuestro 'YO' son parodias."

El otro día, sin ir tan lejos, Alejo G. Iñárritu (cineasta mexicano) así lo formulaba:

"Las autobiografías me parecen una sarta de mentiras e hipocresías".

También Dostoyevski, en Memorias del subsuelo, remarcaba que "los hombres mienten siempre cuando hablan de sí mismos."

Es decir, "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia" o netamente escenifica mis inequívocas carencias recursivas de índole literaria que actúan, evidenciándose aquí con claridad confesional, en la dificultad para novelar.

Igualmente suele ser así cuando uno se propone escribir sin ser escritor; y este, lo anuncio de antemano, es el innegable caso.

Tomaré -como pauta para dar comienzo al proyecto- una concienzuda declaración de otro mexicano, esta vez un pariente lejano, Octavio Irineo Paz Lozano, en donde afirmaba que:

"El escritor no es el servidor de la Iglesia, el Estado, el Partido, la patria, el pueblo o la moral social:  es el servidor del lenguaje. Pero lo sirve realmente sólo cuando lo pone en entredicho"

Mas, de entrada, comparece -y estorba el curso propuesto- una nefasta combinación a franquear: falta talento (horrible mediocridad acechante que asoma cada día) y sobran exigencias.

Arrastro la escrupulosa maldita manía de castigar con asiduidad muchos de mis actos o, peor todavía, de mis aislantes "no-actos" (para decirlo todo); y quién sabe, como resabio ya enraizado, de dónde vendrá semejante auto-boicot.

Navegando sin bitácora alguna a través del incertísimo lenguaje imperan desdichadamente las silenciosas batallas de asperezas, vaguedades, sentimentalismos, barroquismos, vanidades y fatuidades.

Roland Barthes, en su primer libro (El grado cero de la escritura), advertía:

"No hay lenguaje escrito sin ostentación (...) Todas las escrituras presentan un aspecto de cerco que es extraño al lenguaje hablado."

"Cerco" que, para mí, se transmuta en vallado infinito.

Tengo que con férreo empecinamiento -e invalorable ayuda del diccionario- "cincelar" (a semejanza de orfebre lexical) cada parágrafo para ir quedando, a duras penas, apenas conforme.

"Semper tenax", como consagró con ahínco Luis Agote, es la tenaz divisa.

No obstante, a pesar del tesón empeñado y de los concurrentes entrecruzamientos involucrados (textos, disertaciones, reencuentros), está resultando una inagotable tarea con un previsible destino errático.

Vislumbro -por cierto- un efímero pasaje como "autor" (debut y despedida) que conlleva naufragar en acostumbradas cotidianeidades de incertidumbre y provoca el tener que reconocer no haber hallado nunca, cabalmente, la vuelta de la existencia.

Aunque, como dicen por ahí, la ignorancia es atrevida y la obsesión, desafiante.

Mentira, mediocridad, terquedad, vacuidad, ignorancia, obsesión... ¡vaya zopencos pilares con los que cuento!

"La necedad tiene sus caminos que son impenetrables", decía Lacan en El Atolondradicho.

Por otro lado, Marguerite Duras en Escribir -oxímoron mediante- suma complejidades: "Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido." [aullido (RAE): voz triste y prolongada...]

Para proseguir barajo la posibilidad de cambiar el encabezamiento por: "Crónica fabulada de un tiempo disgregado"; algo así como apuntes inconexos que también me suenan, de buena gana (¿por qué no?), más relajados.

Y ya cuenta Philip Roth en ¿Por qué escribir?"En cualquier caso, todo lo que escribes es un solo libro."

Sería entonces conveniente abstraerme, aflojar las riendas, y sumergirme en una lúdica -ojalá inspiradora- espontaneidad al margen de lo que pueda, simbólicamente, derivar esto como subgénero próximo al "ensayo".

Asimismo, en el fondo (más allá de las pesadillas definitorias, las rumiantes incapacidades, los ostensibles tropiezos... o los bostezos al releerme), subyace el humor, subsiste la curiosidad y prevalece decididamente el deseo de emprender este otro sinuoso camino.

Esta situación -a modo de soporte- está posibilitando reflejar una apuesta actualizada dado que se corresponde sucesivamente con dispares recorridos de debatido orden "cognitivo" (como el controvertido Psicoanálisis) que, desde hace tiempo, me interesan explorar.

Por lo tanto, habrá una segunda parte anexada a partir de querer reanudar la Tesis hace años presentada, dejando un desenlace epistemológico abierto, al finalizar la carrera de posgrado con dirección de Diana Rabinovich -y, nada menos, Osvaldo Umérez y Alfredo Eidelsztein como profesores- en la UBA (Universidad de Buenos Aires).





2-  Motivo


En fin, soltando ahora tanto tedioso rodeo introductorio, el primordial motivo de este escrito son mis hijos: Santiago e Isabel; que siendo aún chiquitos (7 y 4) casi se quedan, en lo real, sin padre.

Eufemismos a un lado.

Por ellos va apareciendo, desde la consciencia de finitud súbitamente refrescada, una dimensión superadora -a través de la palabra- del orden de un "transmisible" (concreto) legado.

"La lengua sólo es eficaz cuando pasa al escrito." (Jacques Lacan, Reunión Latimoamericana de Psicoanálisis (Venezuela))

Como dice el poeta y místico sufí, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, Antes de que la muerte se lleve lo que se te ha dado, da lo que tienes para dar.


La paternidad, quiero decirlo pese a no ser nada original, modificó toda perspectiva; lo demás, por de pronto, pasó a un rotundo segundo plano.

Sombrías, ontológicas y metafísicas búsquedas introspectivas -en particular aquellas desde un singular costado tortuoso- fueron cediendo, muchas se disiparon y otras directamente se evanescieron.

Pude afortunadamente estar muy presente durante sus constitutivos primeros años, disfrutando fascinado ese tiempo de crecimiento; por otro lado, tan dinámico, cero "parmenídeo" (como antes sospechaba).

Sin embargo, previamente, no fue simple asimilar la desbordante noticia de ser padre.

Altibajos con mayúscula representó esta imprevista, conmocionante y emocionante novísima etapa que trajo aparejado ir pasando simultáneamente de la máxima tensión eufórica a el vacío más incierto (sin sutiles metáforas ni moderados puntos medios).

Llegaría, con profundidad abismal, lo más trascendente y se acabaría, hasta esa instancia, lo considerado más preciado como evasiva "válvula existencial" de escape: encuentros-desencuentros, viajes, cambios.

Excesivas voces se inmiscuyeron (torbellino propio -y ajeno...-) y los ecos enfrascados, si bien actualmente no retumban, por momentos todavía resuenan.

Años después (ocho para ser exactos), de alguna manera agradezco -si cabe la expresión-, que toda esta extrema conflictiva haya estallado antes y no posteriormente al nacimiento de Santi, el primero.

Estoy feliz con ambos, es el sentimiento más pleno, menos ambivalente, y ellos lo saben (por eso también puedo hablar de esto).

Además, fueron acostumbrándome a tanta ternura que ya dependo de frecuentes altas dosis.

¿Qué puedo agregar? Son alegres, sensibles, inteligentes, lindos; por suerte, salieron parecidos a su madre.

Acá hago un párrafo aparte para declarar mi gratitud hacia ella, Josefina, fundamentalmente por su persistencia e insistencia. Una magistral batalladora.

Transcurridos 16 años de aquel primer embeleso, sigue sorprendiéndome su belleza y es, "con-todo-y-a-pesar-de-todo", la mujer de mi vida.

Y curiosamente mi hijita menor, Isa, con su amorosa e inocente sensatez acostumbrada, me descolocó preguntando"Papá, ¿y las motos?" validando, en cierta forma, un latente matiz próximo ¿pasado? (o al menos por mí muy devaluado) a considerar.

Pero comencemos, sin más ni más, con el bendito accidente mencionado.





3-  Retrato de un suplicio


El percance en cuestión es lo que me dejó propenso a "rescatar", con fervor conciliatorio, lo anteriormente esbozado.

Sin embargo, aún me enoja conmigo mismo (típico pasaje más soportable: de la angustia a la culpabilidad) como para referir el detalle del episodio en sí.

Únicamente diré que pasó en el cruce entre las rutas 41 y 8, de la provincia de Buenos Aires.

Y precisamente hoy, giros de la vida, está con un piquete realizado por los habitantes cercanos a esa zona que protestan debido a su estado defectuoso, luctuoso, deplorable... (acá se trasluce mi, todavía caliente, visceral disgusto).

Dada la intensidad del reclamo se me ocurre que varios damnificados ya no podrán jamás, disculpen la crudeza, exteriorizar ningún testimonio al respecto.

El artificio de las motos me acompaña prácticamente desde la infancia; y de un tiempo a esta parte podría decirse que, en especial preferencia, Harley-Davidson...  y "su circunstancia" (Ortega dixit y aspecto relacional clave por lo determinante).

Aunque, en esta ocasión, no se trató de una H-D sino de una BMW de las llamadas "pisteras" (categoría que había dejado de considerar pero -contienda interna- suelo ser no muy disciplinado conmigo mismo y las consecuencias están, como delatándome, a la vista).

Supongo que con una Harley -por su cuasi inquebrantable ciclística- habría sido distinta la absorción de la siniestra irregularidad del camino y, así, otro el desenlace.

Como ejemplo, viajando a través de oscuras noches cerradas a velocidades altas con ganas ya de descansar, me ha pasado llevarme puesto algún resto desprendido de cubiertas de camiones (de dimensiones considerables) y, una vez atravesado el susto dado por la sacudida del manillar, notar con alivio a la noble H-D continuar su marcha inmutable.

Éste, no fue el caso.

El hecho es que tras un sorpresivo impacto oí, como funesto preámbulo, un estruendo al pegar el casco sobre la dura lámina de asfalto.

Acto seguido, quedé literalmente tirado e inmovilizado en el medio de una transitada ruta justo cuando comenzaba a anochecer y la visibilidad era escasa.

Sin poder desplazarme, con dificultades para respirar, presentía que todo se terminaba y aguardaba -sumiso al remolino- el abrupto fin.

En ese contradictorio "instante-eterno" de desesperación aparecieron múltiples representaciones y me acordé de Norberto Napolitano, a quien tuve el honor de conocer.

Pensé que me sucedería lo mismo, esperaba que me atropellaran.

Feo.

No fue mi primer revés físico (suficientes cicatrices avalan mi decir).

Sin embargo, advertí que sería el último y definitivo.

Sólo restaba rezar, lo cual no es algo que estuviese manifiestamente tentado de hacer.

Confuso panorama, hasta que dejé de percibir los vehículos pasar demasiado cerca y comencé a sentir gritos (ciertamente nunca tan bienvenidos) como "arropándome".

Un borroso cortejo, gente sin rostro, empezaba a aproximarse consolidando un añorado refugio imaginariamente ya apartado del camino.

Entonces, superado "El-Punto-Final", cavilé detenidamente en la espalda.

Recién ahí me pregunté si se trataría de la tan temida, por desde siempre probable, parálisis.

"No lo toquen" escuchaba mientras seguía lejos de casa, impedido de cualquier movimiento y sin aire para expresarme.

Apareció una ambulancia e inmediatamente, con apremiante celeridad, me trasladaron al establecimiento sanitario de un pueblo cercano.

Una vez allí, previa tomografía, diligentemente me llevaron al quirófano.

Los ruidos, sin cesar, se empalmaban y enlazaban reverberando alrededor de mí en una áspera diacronía.

"Pulmón colapsado, cortes y traumatismos varios", escuché decir... interrumpiendo sincrónicamente, aquella frase, el constante batifondo.

Y yo seguía en silencio.

Desazón, sangre y dolor.

La operación pareció ser exitosa y quedé internado.

"Tres o cuatro días y va a ir sintiéndose mejor", dijeron.

En efecto, más allá de los magullones, iba lentamente percibiendo una leve mejoría; hasta que el proceso se revirtió y comencé de nuevo a agitarme.

El pulmón afectado no se recuperaba, por lo que procedí a realizar -con ineficaz e inllevable esfuerzo- unos ejercicios kinesiológicos de respiración.

Mas, lejos de mitigar el creciente malestar, seguía empeorando veía que los médicos desgraciadamente no encontraban la solución.

[Además, sucintamente comento que tenía el movilizador antecedente de mi querida madre que murió de un fulminante cáncer al pulmón (en 20 días desde que se lo detectaron). Tanto líquido, de golpe, llegó a tener encima que la capacidad pulmonar era nada...  y nada pudo hacerse. Cuánto insoportable sufrimiento reflejaba toda ella en su lánguida mirada. Y cuánta acongojada presencia, desde la triste ausencia, reeditaron aquellos largos días. Punto.]

Al día nueve, la situación se agravó, sólo podía inhalar-exhalar en períodos cortos y rápidos.

Me ahogaba.

Durante ese día no pasó ningún médico.

A la noche tarde, solo, en ese gélido y lúgubre cuarto (escenario, por otro lado, poco "alentador"), supliqué la asistencia de uno.

Fue en vano.

N-A-D-A.

Casi sin aire, y sin conseguir moverme, percibía naturalmente lo irreversible: un no-retorno.

Aunque, tampoco quería entregarme.

Mi gutural ruego por un médico se transformó, lisa y llanamente, en tiránico despotismo.

Jamás sabré cómo, en ese agónico y balbuciente estado, produje de manera terminante aquella estridente plegaria.

La sofocante condición anunciada, sin duda, lo amparaba.

No quedaba otra.

Las enfermera de guardia se dignó -menos mal- a llamar telefónicamente a uno a su domicilio...  y apareció, a modo de salvador, quien me había operado.

Trance ilusorio reparador que se suspendió en forma tajante al escuchar una vez más: "Pulmón colapsado" (infaustas palabras que no olvidaré).

¿Será que todo "salvador", invariablemente, termina crucificado?

Nuevamente, acuciantes corridas y alaridos desconcertantes.

Encomiables intentos, que parecían inútiles, por parte del obstinado cirujano para compensarlo.

El dispositivo colocado en el pulmón debería de haber permanecido, desde aquel primer momento, sellado pero tenía negligentemente una fatal pérdida que con el correr de los días fue agrandándose.

Asimismo, luego de la segunda intervención, resultó imposible constatar fehacientemente lo efectuado dado que ya no funcionaba la máquina de rayos...

Vacilación, desesperanza y frío.

Por lo que, atinadamente, se resolvió otro traslado de urgencia en ambulancia y, esta vez, hacia un sanatorio de la Ciudad de Buenos Aires.

Con el tratamiento médico correcto, y los medios adecuados, pude recomponerme hasta lograr el alta quirúrgica (disímiles realidades de un país que no son nada fáciles de aceptar).

Y, para evitar infecciones, la rehabilitación fue en casa.

Respiré.





4-  Descifrar crítico


Después quedé sensibilizado pero estaba animado y todo, hasta lo más nimio, se exacerbaba.

Los fuertes dolores y los impedimentos para moverme perduraban, sin embargo ¡tenía aire! y sabía que se trataría de un malestar transitorio.

Me sobrepondría, vendría prontamente la recuperación.

Recuerdo por esos días de otoño -zambullido en la viva calma- encontrarme con mi padre (que atraviesa 89 vigorosos años) y reírnos, de cualquier pavada, como hacía tiempo no pasaba.

Un buen aura me cobijaba ante tan sísmico cimbronazo.

Festejaba estar de vuelta, incluso con alguna huidiza lágrima probablemente actuando a manera de pegamento para restablecer ya lo fragmentado.

pasado lo peor , superado el vértigo, la cabeza empezó a operar.

Me preguntaba si el destino de las "pasiones" (para decirlo de algún modo) sería ineludiblemente, como su etimología parece indicar, de padecimiento...

Y vino a la memoria la imagen de aquel pintor, fidedignamente modelado por Martin Scorsese en "Historias de New York", brioso e iracundo al plasmar su obra, con el propio cuerpo como único límite en el horizonte.

Se me representaba, desde un extremo "didáctico" (resquicios expresivos de ex docente), como el abandonar una dimensión de juego para pasar a estar necesariamente jugado, ahí y en ese relampaguear, más allá de toda consecuencia.

Por tanto, se tratará de descifrar críticamente para -en la medida de lo posible- no repetir ciertos fatídicos mecanismos que con aplanadora ligereza a menudo llamamos "descuidos".

Nietzsche nos dice:

"Todas las pasiones tienen un momento en que son sencillamente funestas, en que oprimen a sus víctimas con el peso de su estupidez".

Aunque, continúa:

"Destruir las pasiones y los deseos simplemente a causa de su estupidez, y para prevenir sus desagradables consecuencias, nos parece hoy una forma aguda de la estupidez.".

Y concluye: 

"atacar las pasiones en su raíz significa atacar la vida en su raíz."





5-  Momento de reflexión


Seguidamente, con correspondencia de impresiones encontradas, llegó el "motociclismo".

Desde siempre creo haber tenido una regular observancia puesta en este particular entramado y termina resultando, básicamente, como una estúpida (gracias Friedrich) cuestión de identidad.

Como aquella persona que, más allá de lo que pueda decir a favor o en contra, luego de la intensa permanencia en un lugar queda establecida y arraigada cuasi religiosamente; sintiéndose, a la vez, representada y representante del mismo.

Pienso también en los hinchas fanáticos de un club de fútbol, o en los devotos feligreses de un credo, en los fervorosos militantes de un partido político, en los orgullosos miembros de una prestigiosa organización, etc. 

Suele resultar, en general, más sencillo reconocerse en lo que se hace y tiene (puestos, membresías, posesiones, quehaceres, vínculos) que en lo que ¿se es?

Aunque, debo decir, no me simpatizan los rudimentarios rótulos ni los rimbombantes títulos por considerar que pueden -etiquetando- tender velozmente a objetivar (obturando desde un principio todo canal de discernimiento).

Tampoco, claro está, aquello de "harlero" o "harlista" y diría que la empática denominación "motociclista" también me hace ruido.

Como si al presentarse de esa manera pudiese haber una alineada connotación preestablecida como común denominador... y, llegado el caso, ¿qué encasillable entidad tendría?, ¿sería válidamente transmisible?

Lo llamativo es que este ríspido suceso último me re-confirmó la ligazón con estos objetos dinámicos y "artísticos" (dupla interesante).

Evoco, como para justificar lo manifestado y no desmoronarme al inicio (ante una lastimosa sombra de la adoración a las Cosas), el impacto internacional que representó la muestra del Museo Guggenheim: "The art of the motorcycle".

Sin embargo, dejando de lado los posibles regocijos al respecto, taxativamente no es comparable a las anónimas producciones de la Grecia clásica, ni al famoso "grito-mudo" (en el vacío) de Edvard Munch y tampoco a Auguste Rodin con su sublime Danaide.


Auguste Rodin, La Danaide

Aunque, siendo estrictos, desde estas elementales alusiones poco quedaría para ser llamado "arte" y hasta ahí llego (no conozco mucho más -sin vida- que sea tan deslumbrante).

Nada nuevo hay en lo que digo, no obstante así -pese a lo trivial- insisto en lo complejo que me resulta de explicitar; y, entonces, de entender.

Asimismo, como dato contundente, corroboró con plena conciencia mucho de lo que esto puede comprometer; y no es, precisamente, un balsámico limbo que recomiende como elixir o panacea.

Incluso el factor temporal implícito, acercándome prematuramente al medio siglo... "crisis-de-los-50", adquiere otra jerarquización y los replanteos van, como aceptado designio, despojándose de una acostumbrada levedad.

Ningún acá:  "me contaron que". Desde chico he perdido a amigos accidentados en moto, como al inolvidable Kike Schirinian.

Y en una época era obsceno que, en esto de ir inquietamente "bordeando-precipicios", despidiéramos (de toda escena) a uno o dos...  tras encuentro/juntada/encrucijada.

Supongo que en distinta medida, por el hecho de rodar con un alto riesgo, nos alejaría de un comportable letargo existencial soporífero (del orden de un sedentario envolvimiento narcisista) e inclusive habría instancias de macabro regodeo con la muerte... el certero, aquí sí, "destino-común".

Un juego algo retorcido y tramposo que consiste en aproximarse al fin, desafiándolo tanto como sea posible, pero quedando a salvo de todos los golpes... hasta que la vulnerabilidad -impiadosa e inapelable- nos cachetea.

No lo sé, convergen vastas implicancias -merecedoras de ser tratadas- que no pretenderé abarcar ni por supuesto dramatizar.

Y mucho menos haré una "intelección-noética", universal posición demiúrgica mediante... (pura cháchara pedorra disfrazada).

Posiblemente aún esté, siendo próximo el accidente, aturdido y chamuscado por el golpe.

Mas, a pesar de estar alejado (en retiro), sigo enterándome de penosos contratiempos.

Es probable que muchos de nosotros hayamos zafado varias veces, "son gajes del oficio" (como dicen los de afuera), y esta manifiesta dimensión -de algún modo- co-experimentada seguramente nos ha unido.

Muy buenos momentos vividos; sólo empañados, generalmente, por recurrentes excesos.

Estimo a toda prevención un tanto relativa dado que cierto trazado pasaría por un plano diferente al "consciente-voluntarista" (l
a calavera arremete y no escarmienta).

Además, nunca habría garantías y -esencialmente- no soy quien para dar consejos.

Sin embargo, no está de más repetir lo básico, tres aspectos pragmáticos que (de tan machacados) solemos eludir:

. Casco, siempre. Tener a mano anteojos para sol y noche (uno nunca sabe en dónde lo va a agarrar el anochecer y el estado de muchas rutas sigue siendo desastroso).
. Alcohol, no excederse; e idealmente, viajando, no tomar. Esto se complica en las "salidas-gastronómicas" a algún pueblo cercano pero uno piensa mejor sin alcohol (el alcohol suprime las inhibiciones y anula las sublimaciones).
. Velocidad, medida. A mayor velocidad, menor posibilidad de reacción (es matemático). Rutas en buenas condiciones, despejadas y con visibilidad:  ahí sí a "gozarlas". Atención a los costados y particularmente atrás, espejos necesarios (estética custom acá no).

Si a través de estas líneas se ayuda a que esto quede a rajatabla grabado en la "sangre", me doy por conforme (demasiada sangre ya derramada).

Aclaro que sigo diciéndomelo, esencialmente, a mi mismo (jamás es tarde, cronos mediante, para determinadas resoluciones); mas, esta vez, espero haber aprendido la lección.

Y si compartiendo el camino con un amigo veo indicios de esto, sería oportuno poder intervenir a tiempo ya que (como es sabido -doy fe-) suele pasar cuando menos se espera.

Después, como en todos los ordenes, cada uno es supuestamente "libre" de delinearse una conducta según su propio parecer.





6-  Desde los comienzos


Entonces, lejos de sacralizar ni tampoco fustigar, la idea también es expresar algo del orden de esta paradójica y entusiasta afición.

Y, sondeando antecedentes, rememoro que el "arranque" lo signó en el '72 (marca fuerte quizás por lo temprana... tenía 9 años) una flamante Vaifro-Meo.

Era una miniatura colorada que se destacaba por su motor italiano, Mi-Val de 49 centímetros cúbicos, y por ser "rígida" (carecía de suspensión trasera).

La mayoría llevaba el motor nacional, Zanella 48, y existía otro modelo ("de luxe") que traía amortiguadores y más plástico/fibra de vidrio.

No había muchas en aquel entonces pero de todos modos llegamos a conformar una precoz bandita bastante acreditada, para asombro nuestro, por otras aledañas.

"Zabala", así ellos la denominaban,... y, en realidad, era la calle en donde nos encontrábamos a eso de las 5 de la tarde.

Esto trajo aparejada más de una complicación porque esporádicamente aparecían las pendencieras agarradas a trompadas y nos metíamos en cuanto despelote podíamos (como si tuviésemos cierto imán "innato" para los quilombos).

Algunos "preparaban" aquellos motores de 2 tiempos limándole el cilindro y obteniendo buenos resultados.

Además, con los recaudos del resto -despejando la zona-, solíamos organizar adrenalínicas carreras por la vereda (lo que aumentaba la emoción debido a la estrechez del camino).

Recuerdo las desiertas cuadras del colegio La Misericordia (hoy, de tan pulcras y transitadas, eso sería impensable) y, pueril rivalidad mediante, había que ganar.

"Peligro y juego", escribía Nietzsche en el Zaratustra.

Aún, pasadas 4 décadas, quedan registros de esas sensaciones: banalidad, descontrol y locura... pero ¡cuánto disfrute!

Y ahora entiendo que, en aquella inevitable repartija barrial de apodos (el gallego -posterior creador del célebre bar Prix D'Ami por donde pasaban grandes músicos-, el chancho, enano, palito, el cadáver, el armenio, barón-von, marciano, el ruso, tanito, el cabezón, etc.), a mí me haya tocado "el loco".

Sobrevivirlo fue todo.

Después fue in crescendohasta que estas palabras: "Gonza cuidate. Así vas rápido a terminar en un cajón, en cana o en una zanja", no pasaron desapercibidas (aunque, finalmente, fue en un hospital...)..

Es decir, a veces operativamente nos convencíamos de salir en defensa de piadosas o justicieras causas foráneas (que resultaba un escenario adolescente de descarga).

Sin embargo, los "abnegados-altruismos" suelen ser las tapaderas de mambos menos generosos; y, con alguna torpe ansia demandante, no escapábamos de esa ficticia dimensión.

Aunque, más allá de estos exiguos y aislados episodios grupales, mi marco de contención era arriba de esa moto.

Qué increíble y absurdo me resulta hoy.

E, incluso, otro aspecto que me llama la atención es como fluyen las remembranzas cuando aseguro que mi memoria (entre otras muchas cosas) está ya bastante limitada.

Ese "Mi-Val" estaba original y -pese a la baja cilindrada- descollaba (lo cual apreciaba), mas ya empezaba a soñar con la siguiente.

Lozana y candorosa época en la que había motos nacionales tan apetecibles como inalcanzables.

Me refiero, por el año '75, cuando aparecían las Zanella 125 Sapucai -urbana- y Surumpio -todo terreno- que eran promocionadas como "15/5" (15 hp y caja de 5ta), o las Gilera Macho 200, palabras mayores, 4 tiempos y un ponderable thumper.

Anhelaba en ese entonces una más próxima, q
uería una Morini de 80 cc, ya con la palanca de cambios abajo (en la minimoto se pasaban -tipo Vespa- desde el manillar), pero no llegué.

Todavía era muy chico, representaba otro billete e implicaba "mayor-peligro" como para una ayuda paternal de orden económica.

El componente "plata" siempre estuvo atado a estos divertimentos tan terrenales (nada etéreos), y no fue fácil a pesar de que familiarmente podrían haberme dado algún apoyo.

No obstante terminó siendo una provechosa lección, había que rebuscársela solo.

Tampoco tenía antecedentes parentales por lo que era nula la posibilidad de ligarla de rebote (como los casos en que se trata de una propensión que va prolongándose de generación en generación).

Para acceder a la primera, conté sí con la indirecta "connivencia" de mi padre (cuestión favorecida por el escaso tiempo del que él disponía) y aproveché un viaje de mi madre que sino, supongo, lo hubiese frenado.

Recurrí a mis ahorros y vendí mis preciados "bienes".

Circulaba, en aquel entonces, un diario de avisos clasificados, "Segundamano", en donde publiqué todo, entre ello una bicicleta de 1/2 carrera y una batería "Nucifor" (la más básica);  cortando así, totalmente, cualquier "aspiración" musical y/o deportiva... pero, ¡cómo me apuró ese tipo!, prepotente (y turro por cierto), que vino -con todo su clan familiar- a llevarse la batería al precio que él decidía.

En resumidas cuentas, fue una enseñanza que quedó: había que ponerse firme, ser correcto -mas no tan educadamente condescendiente- y, sobre todo, estar atento.

Empero reconozco que sigo pecando de confiado, bajo las defensas y algún vivillo "canalla-caradura-embaucador-sinvergüenza" (reverendo hijo de puta, para decirlo en criollo) se filtra.

A los jóvenes incautos, por empezar desconfíen del simpaticón embiste embustero: "Todo bien, olvidate".

La segunda fue una vetusta Zanella 125 blanca, reformada por RK (un preparador de entonces).

Nunca anduvo aceptadamente, y estuvo gran tiempo encadenada por mis padres porque -en lugar de ir al colegio- seguía yo también (como ellos) "viaje".

Y así me quedé libre... acto seguido me pusieron pupilo, y encima si sacabas una nota inferior a 4 te quedabas el fin de semana adentro.

Desolador y violento panorama (dentro y fuera de casa), qué voy a decir, no fue la mejor fase de mi vida.

Ese "Instituto Educativo" era, por momentos, aborrecible y tuve que soportarlo los doce años de escolaridad.

Imagínense que, de tan cruento y aberrante, mutó (como edificio) en "estacionamiento de autos"; en definitiva, sigue siendo un depósito.

Además, entre sus autoritarias huestes, contaba con un personaje paupérrimo, detestable, vil, depravado, e infecto llamado Manuel Abraldes...

Entiendo por qué no quería ir más a aquél colegio, y terminaba así batallando en casa (sin éxito alguno) esa causa desplazada. 

Ya es tiempo de soltar, de "amigarme" con mi mismo (¿cuándo si no?) por no haber podido evitar -al no contar todavía con las herramientas necesarias- aquellos tortuosos abusos.

Además, por cierto, ahora no vale ni la pena detenerme en diatribas de esta naturaleza.

Jorge Luis Borges, al respecto, decía:

"No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo.
Tu odio nunca será mejor que tu paz."

Apareció, menos mal, una alternativa -como condición de salida- que trazó un rumbo: Psicoanálisis (con José Abadi).

Esto probablemente me generó muchos años de trabajo analítico para después (ya de adulto) evitar así repetir -activa y siniestramente- lo tan padecido en forma pasiva.

Sin embargo, sería materia de desarrollo para otro contexto.

La cuestión aquí es que, entre mi encierro... y el estado de la moto, terminé usándola poco.

Luego comenzaban a entrar al país las "importadas", modelos bárbaros como la Kawasaki Z1 (un hito de 900 cc y 4 cilindros), la Suzuki GT 380 (3 cilindros y dos tiempos), la Honda 400 Four (4 cilindros y una estética compacta apabullante), etc.

Y pude comprar, por medio de un importador directo, una Honda CB400T "Hawk" (bicilíndrica en línea) 0 km a un precio razonable; que, por la experiencia anterior, privilegié que fuese nueva.

Ya era una moto en serio y me gustaba; sin embargo, no era completamente la elegida.

Para entonces, con ímpetu juvenil, tenía el mercado motociclístico absolutamente estudiado y sin ir más lejos estaba la CB400N, de similares características aunque mejor terminada (versión japonesa, la "Hawk" era americana) y con una posición de manejo más lograda pero mucho más cara.

De cualquier modo, eran las "ligas-mayores" (eso sentía).

Y vino mi primer accidente.

La usaba mucho y una tarde yendo a entrenamiento de rugby, por una solitaria callecita de Vicente López (saliendo de la Panamericana), apareció -en una esquina- un endemoniado camión de contramano.

Sorpresa, desprevenido... zas, tremendo choque.

Quedé tendido arriba del capot, con la moto debajo del camión, destruida; y, gracias al buen casco "Ghibli" (que golpeó sobre el parabrisas), sólo implicó un brazo quebrado.

A todo esto, había probado una Honda CB750F (4 cilindros) de un amigo, quedándome maravillado de ¡cómo andaba!

Era el día y la noche con respecto a la Hawk, otro mundo, ya sabía qué quería.

Contextualizando, tenía 17 años, comenzaba el '81, tiempos de la llamada "plata-dulce" (moneda argentina sobrevaluada), y con el antecedente de haber transitado fugazmente durante el verano anterior por un formativo colegio en el exterior, le École des Roches -de M. et Mme. Clivaz-, viajé a Estados Unidos, a la controversial "meca".

Recuerdo de Le International École a la chica más linda, Bárbara Szaniecki (flotaba suavemente en el aire y, aún así, rajaba la tierra... y todo mi ser).

Y, desde la agencia de viajes, pidieron a los padres de un amigo (quienes nos llevaron al aeropuerto) si yo podía ser filmado -aún era menor de edad- para hacer la publicidad de aquel "viaje-de-estudios"...

Hoy soy como un adefesio bestiario que cuando ando en moto, la gente sube los vidrios del auto y pone seguro en las puertas.

Si voy a comer con amigos a un restaurant selecto y llego puntualmente primero, me dan la mesa más apartada ("esa" al lado del baño).

Y, la última, el otro día fui a un negocio/sucucho del rubro automotor -de aquellos a los cuales no suelen concurrir señoritas- para comprar "Liqui Moly" (un producto que mejora la combustión de los motores).

Al entrar, escucho una chicharra y nadie aparecía... un rato después veo al vendedor escondido detrás de un mostrador, había puesto la alarma.

Cambia, todo cambia; crecer acarreó mudar -en un estrellado satiamén- del piso 20... ("joven-promesa") al subsuelo en el cual hoy me encuentro.

Y tanto es así que hasta veo al innombrable e inexorable pozo con cierta querencia aplacadora, en paz.

"Probablemente no haya nada más apacible que el fin." expresaba Kundera en El arte de la novela, distanciándose de aquellas perspectivas apocalípticas.

Como decía un amigo, Juan Pablo Castel, "con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante".

La idea en USA era esquiar en Aspen (privilegios de entonces que, como se verá, rápidamente sucumbieron) y traerme dos motos, el gráfico "deme-dos" de aquella época de 1peso=1dólar.

Inicié allá el papelerío por una Suzuki GSX 750, 16 válvulas, y una Honda XL 500S.

Ambos "fierros" espectaculares y uno lo vendería al volver para solventar costos, todavía no tenía en claro cual, pero me alcanzó solamente para una.

Opté por la 750 que era la hermana menor de la moto que "volaba" y en todo el mundo se hablaba:  la GSX 1100 (las dos eran del mismo tamaño y tenían ese característico farol delantero rectangular integrado).

El trámite no fue simple; sin embargo, gran ansiedad mediante, llegó.

Esa moto me encantaba; era liviana, con magníficas prestaciones, andaba en una rueda prácticamente como una enduro (una inconsciencia de aquellos tiempos aunque la describe bien) y cualquier pretexto era válido para salir a disfrutarla.

Luego, se cerró la importación.

Sin motos nuevas, por las pocas 0 km que se encontraban pedían disparates (caso emblemático: "M S" en Olivos) y todo pareciera indicar que la historia podría reiterarse.

Había que salir a buscar -no existía Internet ni anuncios con fotos- y el factor sorpresa solía ser un fiasco pero, cuando aparecía algo próximo a lo esperado, la sensación del encuentro era notable.

Después era sólo cuestión de mejorarlas e ir despidiéndose, ofreciéndolas, para dar lugar a otras y habilitando seguir "en carrera".

No tenía que aferrarme y, mucho menos, acumular; eran lujos que no podía darme así porque sí.

Como estudiante en la facultad de Humanidades, representaba la posibilidad de ir probando distintas motos y generaba recursos ganados con gusto.

Ergo: una bienvenida rentabilidad casi como efecto de añadidura.

Una vez recibido de Licenciado en Psicología, año '87, con los sueldos de profesor universitario, pocos pacientes en  el consultorio y trabajando (concurrencia ad honórem) en el hospital José T. Borda, la situación no cambió.

La docencia fue una estadio relativamente fructífero; implicaba, excepciones a las "programadas-clases" mediante, compartir interrogantes y reconstrucciones (en un productivo bascular) desde una generalidad que pretendía ser plural y participativa.

El consultorio era el espacio priorizado y, desde el vamos, entendí que no estaba bueno depender de los analizantes para pagar las expensas.

Continuaba el propio análisis, los grupos de estudios pagos y aparecía el análisis de supervisión, los posgrados arancelados...

"Atención flotante y asociación libre" nos enseño Freud, pero no alcanzaba para llegar a fin de mes.

Hoy sigo considerando que es una práctica que debiera sostenerse más allá de lo lucrativo; aunque sé que, diciendo esto, me estoy metiendo en un berenjenal con el establishment psicoanalítico.

A ver, honorarios obviamente sí ("ayudando, me ayudo", "pobrecito, lo instruyo", "hago caridad, beneficencia", "expío culpas", "reeduco y disciplino", etc., en otros contextos distintos al psicoanalítico).

Mas: dioses, literatos, libretistas o manosantas (valiéndose del: "sí es caro, debe de ser bueno") no; a desconfiar allí, mucha tendenciosa concesión mercantilista mal direccionada.

En circunstancias donde el foco del labor pasa por lo "redituable" -y pretendiéndose estar bien con la almohada- es conveniente una actividad paralela, con objetos cuantificables, no con sujetos angustiados.

Pierre Rey, en su novela Una temporada con Lacan, cuenta que Lacan modulaba sus honorarios según la situación de los pacientes (disponiendo así de cierta flexibilidad en pos del tratamiento).

"Unos pocos francos por la tortura de los más necesitados"

Mas, Rey, luego agrega: "era preciso que la suma exigida, fuera cual fuese la magnitud de los recursos de su paciente, traspusiese el umbral, más allá del cual, dejando de ser desdeñable, 'molestara', 'privase' de algo. Sólo a ese precio limpiaba el terreno y liberaba del yugo de la gratitud. Se volvía a empezar desde cero: nadie debía nada a nadie."

Más adelante, quizá, retorne sobre esto.

Y, con respecto al Hospital, una experiencia diferente... pesada.

Realizaba un posgrado en la Universidad de Buenos Aires, coordinado por Alejandro Ariel, a manera de especialización sobre Psicosis.

Me interesaba saber, investigar, escarbar acerca de sus complejos y enigmáticos acertijos.

Y el Borda, para esto, representaba "el-lugar" en donde estar pero como comienzo profesional contradictoriamente resultó un "no-lugar".

Bautismo de fuego revelador, nada inmune e imborrable; y un estremecedor derrotero con escabrosas oscuridades como para ir abismándose constantemente.

Las condiciones institucionales agravaban con desidia la situación y también tenía que ver, infiero, con dicha estructura psíquica impregnando perplejidad de por sí.

De 8 a 13 hs. funcionaba algún encuadre, con un semblante profesional actuando, y luego era "tierra-de-nadie".

Quedaba a cargo una enfermera por piso en sectores en donde podían haber 4 pabellones con, aproximadamente, 50 personas internadas en cada uno (¡1 para 200!).

Y no era excepcional escuchar que tal paciente, a quien veíamos todos los días, "se arrojó anoche desde la terraza".

Todo análisis -desde el Psicoanálisis- debería ser, en un punto, "aséptico" (en lo que se refiere a la angustia del analista).

Acá no pude abstraerme, frontera infranqueable, auto-conciencia de límite.





7-  Versiones y diversiones


Volviendo al "instalado-eje-conductor" (sin duda peripecias más llevaderas), comento que, cuando la situación lo meritaba, viajaba por el interior del país para encontrar las motos y despejarme.

Desordenadamente, sin rigurosidad cronológica, van apareciendo muchas de las que pasaron; me movía, le dedicaba tiempo y así llegaron monstruos como:

.Suzuki GSX 1100. En Córdoba conseguí una en excelente estado y confirmó ser una pluma veloz; sumamente dócil, andaba a 220 km/h sobrándole ciclística.
.Kawasaki KZ 1300. Una locomotora de 6 cilindros, que marcaba firme los 225 (y pensar que hoy me mareo cuando llevo a Isa a la calesita). Impávida e inalterable -se aferraba al suelo- y era "dura" para encarar las curvas; recuerdo una, en la vieja ruta 2, que costó pero dobló (esas huellas mnémicas no se pierden). Asimismo, con algún pérfido "rompecabezas-electrónico" (de los que implican una parada hasta solucionarlo) y con el desacreditado cárter chico que nunca me trajo complicaciones aunque su mala fama posteriormente demoró su venta.
.Honda GoldWing 1100 Interstate. Exquisita... hasta que se fundió arribando a Villa La Angostura (un destino frecuente ya que un amigo, futuro colega, fanático de la Africa Twin y de la GS Boxer, tenía una casa ahí). Tuve que volver ese mismo día en tres cilindros, agregándole un litro de aceite cada 100 km. Y, con tremebunda premura, pasó de ser un placer a convertirse en un martirio.

Paralelamente, algún "raspón" exigía recapacitación y emergían intentos de despuntar el vicio en la tierra, que implicaba menos riesgos extremos que el asfalto (para la moto y para uno -orden sucesorio de aquellos tiempos...-).

Tal era el vínculo que se generaba con estos aparatos que llegaba, arduo de "explicar" (por lo visto una constante), a bajonearme considerablemente cuando algo les pasaba.

Había que buscarle la vuelta a tomar la velocidad como fin único y, además, los repuestos no eran nada asequibles.

Intermitentes tiempos del Todo Terreno, de duros caballos de batalla que lo aguantaban todo.

Impensable ésto en "sensibles" motos para correr que acusaban cualquier vestigio después en su andar; quedando inservibles o, al menos, ineptas para lo que fueron concebidas (por ej. el subsecuente viboreo de una horquilla golpeada).

Y siguieron pasaron varias:

.Yamaha YZ 125. "Pura-sangre", desvencijada, venida a menos.
.H-D SST 250 azul (mi "primera" Harley, permutada mano a mano por la YZ). Una llamativa rareza azul, dos tiempos (250cc), trialera y un característico olor a aceite quemado de competición... Distinta, pero pasó inadvertida.
.KL 250. Desabrida; buena suspensión, no mucho más.
.XT 500. Correcta pero, en mi opinión, sobrevalorada. Tuve dos;  una  a los 18 años y para ese entonces me encontraba en un momento difícil que, consiguientemente, llevó a que cambiara de carrera. La esperable Economía en la UCA (para continuar los pasos de mi padre... en una empresa que -poco después- quebraría) fue desembocando, crítica y "venturosamente", en un bodrio desesperante. Encima, me había ido muy bien en los exámenes de ingreso por lo que correspondió la comisión A: "A" de "Aunténtica-tortura"... la de los fundamentalistas con los mejores promedios (particularidad que agravó, sobremanera, la situación).

Aunque lo central era que corría el '82: Malvinas.

Sensibilizando aún más la cuestión, me llegaban cartas de un amigo que estaba en Río Gallegos esperando que lo llamaran para ir a combate.

Tan sólo unos meses atrás, todavía en el Secundario, me contaba de su bucólica gana de ser veterinario, vivir en el campo, y ahí escribía de lo bien dispuesto que estaba en "dar la vida por Dios, la Patria y las familias argentinas" (hoy "casualmente" vive en Brasil, a donde fue en moto, una Transalp, se refugió en una garota, puso una posada y ficou con la inmensidad del mar a sus pies).


Varios de los que quedamos en Buenos Aires nos anotamos como voluntarios, quizás también como efecto perturbador de la letra, y en mi caso lo hice como "camillero" (no había odio pero tenía que estar).

Nunca nos convocaron y, tiempo después, recibimos los respectivos "diplomas" en agradecimiento por el ofrecimiento…



Hay circunstancias en que las palabras quedan ligeras, no alcanzan.

Esta es una de ellas y, como decía Julius Henry Marx:

"Bueno, dejemos la guerra en paz. Es un asunto desagradable y ya se ha escrito demasiado sobre ella".

La única "salida" a mano fue agarrar una XT e irme, alejarme como correlativo subterfugio, con la excusa de llegar a una comunidad pseudo hippie, naturista, en un extraviado paraje llamado "San Marcos Sierra" (zona de preservación de la flora y de la fauna silvestre) que representaba, aparentemente, un plácido destino para replantearme determinados objetivos personales.

El motor de la XT500 era hiper-confiable, con cárter seco, y tenía adecuado torque; no obstante esa moto traía un tanque mínimo, de 8.8 litros, como para un periplo a la deriva.

Y coincidió con que era temporada "alta" (estaba todo lleno, sin lugar para dormir) y que salí, sin carga extra, casi con lo puesto.

Harto, con la firme idea de avanzar pero exhausto, me quedaba dormido arriba de la moto, despertándome cuando salía del pavimente en la ruta y el manubrio acusaba el cambio de terreno.

Eros, una vez más, imponiéndose ante Tánatos (y espero que esto siga así).

Ya en San Marcos, distintas sorpresas y, entre ellas, no había cerca Estaciones de Servicio, solamente botellas con nafta en una ferretería.

Tampoco resultó tratarse de un encontrado-paraíso-perdido, aún era joven e "idealista" (menos descreído).

Muchos chicos desvalidos, de dos a cinco años, callejeando solos, con padres "colgados en el aire".

No me cerró la ecuación, no era lo que quería.

Adiós meditación, naturismo, lacto-ovo-vegetarianismo, fantasía de la Tecnicatura Universitaria en Yoga (sin haberla practicado antes), método "Silva Mind Control"... e, inmediatamente, me rajé.

Recuerdo ahora, confrontando esas posturas orientalistas en boga, una anécdota posterior.

Viajando hace años, recorriendo Uruguay arriba de una XR 650, pasé por Punta del Este para saludar a un veterano amigo escritor, Roberto Yañez Cortés, mentor y enseñante de filosofía, que estaba derrumbado, atormentado, padeciendo una cuita amorosa.

Una mujer, oriunda de Montevideo, lo había abandonado; diría que, parafraseando a Lacan, se había roto el conjuro con la dama de su corazón desahuciado.

Entonces, aprovechando la vista bárbara, le hago referencia a que disfrutara al menos del lugar, con tanta "tranquilidad" (quiero resaltar esto) aunque él contestó en forma concluyente- sin eclecticismos- que eso lo dejaba para el "cementerio".

Extremando, coincido en su drástico dictamen.

Y aparecen algunas de esas temperamentales frases, de parsimonia nula, que a modo nietzschano (de la escuela de guerra de la vida) él tanto inculcaba: "aquello que no me destruye me hace más fuerte", "vivir peligrosamente en la tensión del límite", "antes la muerte que la mediocridad", "no hay ninguna pasión que no conduzca a la muerte", "más vale una muerte trágica que la explosión de un batracio"....

Hoy ya no está.

Murió, como era imaginable, de una forma trágica.

Siendo así consecuente en su valorado, y nada sosegado, decir.

Un intelecto privilegiado mas un devenir, como el de muchos, probablemente hostilizado por fantasmas...

Y rindo homenaje a su imperecedera dialéctica:

"Creer, crear, crecer... cuando alguien crea, cree en lo que crea (no crea quien no cree) y por esa motorización de la creencia se llegaría a 'lo creativo' pero solamente desde un horizonte óntico -dado- de repetición; es decir, lo ontológico -la producción sobre lo dado- sobredetermina lo óntico y lo óntico determina lo ontológico..."

Con la otra XT, otra experiencia.

Estaba en regular estado y en lugar de optar por restaurarla terminé reformándola íntegramente, intentando en teoría mejorarla (le puse barrales regulables a aire, horquillón de aluminio, le saqué todo el peso que pude, etc.).

Derivó en un sacrilegio.

Moraleja, sumado a la Zanella RK de los comienzos, nunca más quise "mejorar" una moto más allá de los escapes.

Cuando rastreaba las usadas de los `80s toparte con una original era lo más próximo a lo mejor que podías acceder, me quedó ese gusto; y, básicamente, fiabilidad.

.XR 500 R. Grandiosa. Motor, cuadro y suspensión superior para esa época.
.DR 650 RS. Excelente terminación pero con mucho plástico encima y "coqueta" para la clase de moto que pretendía ser. La vendí presurosamente.
.XR 650 L. Toque y polivalencia. Me encantaba a pesar de no ser el popular paradigma de la moto-enduro (merecido lauro que se llevaba la 600R). Sólo, de nuevo, dificultades de autonomía (solucionables con un tanque de nafta "Acerbis"). Realzo esto porque me ha pasado tener que quedarme varado en áridas y esteparias rutas, durmiendo al costado de una estación de servicio, esperando que abriera por la mañana para cargar nafta y poder así seguir. En esa moto te ibas al sur, disfrutabas del ripio de los 7 Lagos y te permitía incursionar allá en algún circuito de cross (con sumo cuidado debido a que había que volver andando). Recuerdo cómo zafé de aquel árbol, pérdida de control mediante, después de ese equivocadamente minimizado salto. Y haciendo este módico racconto entiendo, hijos mediante, por qué estoy tan alertado.

También una Honda CX 500 Custom, interesante pero "pachorrienta" (con poca reacción), y una Kawasaki Vulcan 1500 Special Edition.

Ahí, recién, comencé a experimentar cierto "remanso" del Custom.

La Vulcan estaba bien, era cardánica, cómoda para viajar acompañado aunque tenía problemas con los discos del embrague (hidráulico) que se gastaban rápido y empezaban a patinar.

E, incluso, prefería la simplicidad del V-Twin refrigerado por aire;  no necesariamente Harley dado que, por ejemplo, la Virago 1100 o la Intruder 1400 eran así.

Sin embargo, en esa aproximación  tenía que considerar el estado y el precio (no era un asunto caprichoso).

Una anécdota de la Vulcan fue una noche que íbamos al cine con mi actual mujer (no teníamos auto), apresurados porque llegábamos tarde, cuando al estacionarla aparece un tipo a la distancia, deteniéndonos exaltado y vitoreando admirado: "Una Harley," "Una Harley."

Se acercó corriendo, ya exultante, mas al embestirme de frente y dar de buces con la realidad, quedó pasmado, llevándose un gran chasco, con un rictus de "atónito desencanto".

Algo, con esos ojos desorbitados, me estaba diciendo...

Y llegó el contacto directo con mi primer H-D Big Twin.

Una Softail Custom de 1998, "la-azul-de-la-vidriera."

Ya grande, compré nuevamente una 0 km (aquella 750 del '81 traída de USA y la XR 650 del '93 -a través de un importador directo- fueron las últimas).

Felizmente, por medio de un diminuto aviso de un diario, pude comunicarme con el afortunado que se la había ganado en un sorteo de cigarrillos "Camel".

Fue la-manera ya que eran prohibitivas o, al menos, complacencias caras.

En ese aspecto, sin exagerar, me parecía un "sin-sentido" y comenzó lógicamente a incomodar...

En la calle es corriente, como comenté, que un transeúnte aparezca de la nada y, luego de la rotura de hielo característica:  "¡Qué buena está la moto!", surja, de inmediato, la pregunta: "¿Cuánto anda?", que no genera ninguna molestia porque la velocidad en las H-D's, comparativamente, nunca fue una cualidad preponderante y uno, se me ocurre, contesta con cara casi de apenado (compadeciéndose, entonces, el interlocutor de turno).

En seguida, infaltable, la próxima interpelación: "¿Cuánto sale...?"

Situación incómoda, sin efugios para sortearla, que uno no termina de habituarse.

Respuesta fácil: "Como un auto" y, según el ademán que acuse el otro, se agregará: "Como un auto mediano" y si el inquisidor se queda mirando fijo, en escrutador silencio, la incomodidad se acrecienta y terminar uno diciendo: "Prefiero las motos a los autos, hoy no tengo idea el valor, hace tiempo que la tengo..." alejándonos, circunspectos, raudamente.

De nuevo, el "absurdo" pero ya desde otra dimensión y se instala al comprobar que no es inusitado que, en Argentina, una H-D pueda triplicar, asombrosamente, los valores de USA (país de origen) y tampoco hace falta hacer una disertación acerca de las variables micro y macroeconómicas entre ambas naciones.

Sin embargo, al ir probando aquella Softail Custom, comencé a notar que representaba el fin de una ciclo y algunas anheladas iban a quedar afuera.

Me hubiese gustado haber probado, por lo menos, 5 exponentes más de ese entonces: Honda CBX (1047 cc, 6 cilindros y distintivo sonido polifónico), BMW RT 100 (con el viejo Boxer de dos válvulas por cilindro y aquel logrado carenado diseñado por Pininfarina), Honda 900 Bol d'Or (con un manillar que invitaba a subirse), Honda XL500S (un tractor, con rodado 23 adelante) y Yamaha 600 Teneré (la primera "desértica" que salió, otro sueño de la ñata contra el vidrio).

Aunque tuve igualmente la oportunidad de darme contentos momentáneos y haber rodado motos, de amigos, como la ágil Yamaha RD 350 (dos tiempos).

Cosa que hoy no recomendaría porque uno, en un limitadísimo lapso, quiere examinar todo lo que esa moto puede dar.

Así suelen ser las consecuencias y, por lo reiterado, sin duda es "el-tema".

A partir de la Softail, además de un lacónico contacto con una BMW RT 1150 (de la cual no guardo la mejor reminiscencia pero no por culpa de la moto), sólo se escabulló otra rareza: una Guzzi Quota 1000 cc.

Tenía que ser así; es inexplicable cómo se crean irracionales lazos de lealtad con las H-D's (y, por otra parte, extensivos a distintos objetos vinculados con el "emblema").

La Quota era excéntrica, no competía, y me gustó por diversos motivos.

Primero la alta cilindrada, después que fuese bicilíndrica en "V" refrigerada por aire, tenía un tanque de nafta con ventajosa capacidad y, por último, era cardánica (las Harley, por la correa dentada, no se llevan bien por ej. con el pedregullo).

Nuevamente acá los repuestos podían resultar una complicación aunque siempre "quise" y cuidé a mis motos; así que a disfrutarla, para eso estaba.

Nada que objetarle a la Guzzi, no sorprendía pero daba holgadamente lo que se esperaba.

A través de la Moto Guzzi se me viene a la memoria un viaje "multimarca" con un amigo (en Africa Twin) y tres desconocidos (en Varadero, BMW GS 1100 y Cagiva 900 Lucky Strike).

Nos encontramos en la salida de un peaje, manera habitual, y así directamente, sin siquiera sacarnos los cascos para saludarnos, emprendimos el rumbo hacia otra "aventura" en busca de montaña, tierra y ripio.

A escasos kilómetros, en un tramo de la ruta en reparación, cae delante de mí (a marcha lenta) el de la BMW sin ninguna secuela pero simultáneamente veo salir volando de su campera un arma.

Al final, un par de cargadores y algunas balas sueltas quedan desparramados por ahí.

Sólo en ese momento me cuestioné con quienes estaría viajando esta vez; y, además, nadie me dijo que llevara una de mis "Luger"... (un chiste).

Luego me enteré que se trataba de alguien que había protagonizado, tiempo atrás, un resonante episodio policial con una gran repercusión mediática.

Conclusión: después resultó, por supuesto, placentero.

Cosas de motos.





8-  "Welcome to the family"


Con las H-D's se ingresa a un mundillo del cual, por más parco, huraño o misántropo que uno pueda ser, no es fácil de esquivar.

De entrada nomás, atravesado el umbral, se generaría una misteriosa "pertenencia" (tipo extravagante cofradía) y visto desde afuera ciertos aspectos pueden parecer extraños.

Y, por insólito que parezca, la motocicleta muchas veces no es el fin sino pasaría a ser un medio en donde se refleja algo más de carácter grupal, social, tribal, totémico, primitivo...

Van emergiendo -si se quiere- ceremoniales ritos: salidas, asados, reuniones, comidas, agrupaciones, chapters, etc.

Y he llegado a ver, vía internet, hace unos meses, una participación a un casamiento a cualquier propietario de una Harley (conocido o no) que quiera sumarse.

Todo agradable y diría, en la mayoría de los concurrentes, genuino.

Aunque, de vez en cuando, puede aparecer algún que otro esperpento "creído-exitoso" inflándose y pavoneándose con risa sardónica (pantomímica teatralización mediante) fanfarroneando victorioso su pequeña ficción.

Mas esta irrisoria farsa de sketch no es más que espectral, hazañero e insignificante humo que favorablemente se desvanece con rapidez.

He asistido a estas cuasi borrascosas-misas-paganas, y sigo concurriendo gustoso; e, incluso, bien "regado" (como es usual) suele resultar extáticamente divertido.

Sin embargo, sigue pareciéndome inefable.

¿Cuál será la oculta fórmula de tal masiva y arrobadora idolatría?

Estaría bueno, de haberla, dilucidarla para poder propalar "hacia-un-mundo-mejor"...

Recuerdo un "video cassette" (formato de entonces), con producción H-D, que me dieron en la concesionaria al retirar aquella Softail modelo '98.

Se titulaba  "Welcome to the family"  y terminaba con un plano de un nutrido grupo sonriendo amablemente, reunidos en "dulce-armonía" (muy american happiness), dando la cortés bienvenida a esta "gran-familia".

Al menos, apócrifa intencionalidad de slogan.

Empero, con lo objetable que esto pueda resonar, hay gente de todo tipo (con variopinta diversidad) en relativa comunión y se gestan amistades entrañables, similares a esas que se establecen en la infancia y perduran.

Interesante, una alquímica idea de hermandad, de amor fraternal hacia aquel que decida prácticamente "apellidarse" Harley-Davidson y llevar, en sentido lato, la legendaria marca en la piel (el-súmmun).

Logro obtenido a partir de la adquisición -con advocación- de la deidad, prótesis, fetiche, objeto de culto, corcel/cárcel de cromo, icónico trofeo en cuestión.

Sigo sin comprender... pero continuemos.

Existe otro lema que complica aún más aunque resulta extremadamente promovido por la H-D company, y es:

"Si tuviera que explicártelo, no lo entenderías".

Habría un incomprensible significado, entelequias nuevamente ligadas a lo inaprensible.

Una vez más, brotando incógnitas más allá de la razón.

Creo que vamos acercándonos al "meollo" (nudo gordiano) y si pretendemos deslizar algo del orden de un saber al respecto no va a ser, obviamente, desde lo racional.

Lo que podría decir como factor destacable, forzando una tentativa de inteligibilidad que raya con el delirio, es que son notablemente "humanizables".

Uno iría aproximándose oscilando (a la manera de un indescifrable péndulo) entre razones, sensaciones, historias...

Una polifacética superposición inabordable pero paremos aquí y comencemos, a divagar, desde este final:

Tienen historia, conflictiva historia (un encubierto "cariz" corriente en los mortales).

De hecho, la Firma hace todo un trasfondo sacando "ediciones limitadas" (aniversario y en honor a multiformes causas) y está vigente ininterrumpidamente desde el año 1903 con los descendientes familiares de los fundadores, a la vista, ocupando puestos relevantes.

Se valora, y valoriza en aumento, el nada descartable pasado.

No son endebles artefactos, calculadamente obsoletos (planned obsolescence).

Después de tantísimos años, aún, conservan esa "mística"aunque acá paso, es el punto máintrincado de abordar sin riesgo de caer en fantásticas elucubraciones.

Ya lo decía Freud... "Sé muy bien que la humana necesidad de misticismo es inagotable"

Dejemos, por ahora, estas esotéricas circunstancias -antes de hundirnos de lleno en la incoherenciay detengámonos en el "desacralizado" objeto en sí.

Muchos desprecian a las Harley argumentando -sólidamente- que son caras, no frenan, no doblan, etc.; y, en tren de comparar, estoy de acuerdo, posiblemente no sean las "mejores" motocicletas.

No obstante, más allá de las adecuadas campañas y elaboradas cuestiones de mercadotecnia, pareciera que algo distinto generaran; en particular ciertos modelos (aunque esto sería ya un detalle puramente apreciativo).

No están todavía tan tamizadas en pos del comfort; vibran, tienen un característico sonido y uno puede sentir cuando el motor, especialmente en aquel Big V-Twin entrado en años, está "disfrutando" o "quejándose" (aunque entiendo que expresado así pueda parecer una lisérgica, o psicótica, alucinación).

Tendría que ver, supongo, con su formidable torque, sumado a la alta cilindrada, repartida en solo dos cilindros configurados en 'V', y con una rusticidad perdida (que revelaría, además del "redescubrir los viejos buenos tiempos"porque hay tanta devoción por lo antiguo en asuntos mecánicos).

Es decir, son bastante arcaicas y están, en definitiva, lejos de aquella sofisticada perfección (poco durable...) ideada por otras marcas.

Sin embargo, son máquinas confiables, nos llevan y traen sin grandes trastornos técnicos e invitan a disfrutarlas prescindiendo de metas y cronómetros.

He aquí una figura para mí hoy crucial: claramente no están hechas para correr y resulta, por ende, menos difícil sobrevivirlas.

me viene a la mente ese conocido proverbio francés (Le mieux est l'ennemi du bien) que, a modo de entrelace de polaridades, manifiesta que  "lo mejor es enemigo de lo bueno."

Para concluir aquí unas notas de otro colega amigo (hoy devenido político):
Federico Andahazi, HARLEY-DAVIDSON Y YO

Desde que la Iglesia, tras derrotar al movimiento iconoclasta, consiguió dejar sin efecto el mandamiento que proclamaba  “No te harás imágenes, ni te inclinarás ante ellas, ni las honrarás”, hemos vuelto a vivir en una sociedad idólatra. Crucifijos, estrellas, marcas, etiquetas, escudos, distintivos, relojes, teléfonos, automóviles y toda clase de fetiches nos contienen, definen y representan, acaso, a nuestro pesar. Incluso el No logo pregonado por Naomi Klein se ha convertido en una marca registrada no exenta de las leyes del copyright.
Harley-Davidson es uno de los iconos más emblemáticos desde los inicios del siglo XX. Para que un icono funcione con eficacia debe admitir múltiples exégesis, de modo tal que pueda ser adorado por la mayor cantidad de fieles. Así, Harley puede ser la moto del Hell Angel barbado que escapa por la 66, pero también la del policía que lo persigue; la que montaba el grácil Peter Fonda en Easy Rider y la que soportaba el peso demoledor de Schwartzenegger en Terminator. El Che Guevara, aún cuando ignoraba que habría de transformarse él mismo en un icono, recorrió América Latina en una Norton 500, sólo porque no pudo hacerlo en una Harley.
Ahora bien, que Harley-Davidson es un icono pagano no es para mí una inferencia ni una deducción; lo sé por experiencia: pese a mi espíritu impío, cada mañana me inclino ante mi fetiche y, cual Verónica ante el paso del Nazareno, froto un paño sobre su cromada anatomía, le ofrezco mi aliento al ojo impar del faro, y lavo sus pies de caucho con la unción de un franciscano. No existe sensación más reconfortante que accionar la patada y escuchar la voz profunda, sabia y pausada de su motor. Más aún, si se tiene en cuenta que es una moto del año 1947 y que acaba de celebrar su cumpleaños número sesenta. Pero, además, no carga sola con su sexagenaria existencia: como el Quijote a Sancho, arrastra a su viejo e inseparable ladero: un side-car en el que llevo a mi familia.
De acuerdo con esta inevitable idolatría que a todos nos incluye, según indicarían los estereotipos, los escritores deberíamos adorar las pipas, las lapiceras, los anteojos, las viejas máquinas de escribir y las ediciones raras e inhallables que adornan las bibliotecas. Cierta vez, un crítico literario, refiriéndose a mi persona, dijo: “¿dónde se ha visto un escritor arriba de una moto con una rubia abrazada?” Expliquemos, en primer lugar, que la rubia es la madre de mis hijos y que me resultaría un tanto injusto obligarla a correr detrás de la moto sólo para no escandalizar a tan sesudo reseñador de libros. Sin embargo, semejante comentario no hace más que poner en evidencia la inopia del crítico en cuestión, (de cuyo nombre no puedo acordarme, tan poco memorable es el destino de estos efímeros jueces de la obra ajena). En la casa-museo de Horacio Quiroga, a mi entender el mejor cuentista de todos los tiempos, entre los objetos de su pertenencia que se pueden admirar, allí está, todavía erguida sobre su caballete, su fiel Harley-Davidson que lo ha sobrevivido. ¿Alguien sería capaz de restarle méritos literarios al autor de “Cuentos de amor, de locura y de muerte”, sólo porque osaba pasearse sobre una Harley? Pero Horacio Quiroga no era una excepción en el terreno de las letras. Al contrario. Quizá muchos de los académicos olientes a naftalina ignoren que los más grandes poetas argentinos olían a nafta y eran “harlistas”. Cuenta Enrique Cadícamo en sus Memorias que, para que un tanguero pudiese arrogarse tal título, debía haber manejado alguna vez una Harley-Davidson. En el mismo libro y para que nadie tenga dudas, se ve al autor de “Los mareados”, orgulloso, posando sobre una antigua HD de válvulas laterales. Varias décadas después, una tarde lluviosa del año 1987, sentado junto al ventanal del bar La Academia, en Callao y Corrientes, Osvaldo Soriano recordaba la moto Tehuelche que solía manejar durante su adolescencia y me decía cuánto anhelaba por entonces poder tener una Harley.
Y sucede que Harley-Davidson debe ser el punto de llegada y nunca el de partida. Quien crea ser un privilegiado por haber tenido como primera moto una HD jamás podrá apreciar el valor de lo que ha comprado. Mi primera moto, desde luego, no fue una Harley, sino una Douglas 350 cc de 1947. Una elegantísima moto inglesa, antecedente británico de las BMW de cilindros boxer, que obtuve en canje por una guitarra Gibson Les Paul. Estaba perdidamente enamorado de mi Douglas y suponía que habría de ser aquel un romance de por vida, hasta que se cruzó en mi camino una pulposa Sunbeam 500 repleta de curvas. Fui feliz con ella: era una amante tan apasionada que, por momentos, su motor bicilíndrico en línea vibraba tanto que, sin metáforas, me mareaba. Fui bígamotor al conocer a una Triumph Tiger de la que, sin embargo, enviudé al poco tiempo: se fundió de tal modo que las bielas atravesaron los cilindros. He tenido encuentros ocasionales con dos alemanas: una Zundapp del ’38 y una BMW R 69s del ’60. Recuerdo, también, una breve aventura con una preciosa belga FN monocilíndrica. Y debo confesar que no he podido sustraerme, tampoco, al encanto de las orientales: he conocido los dulces placeres que me prodigaran una Suzuki 650, una Honda Goldwing 1000 del ’77 y hasta una Kawasaki Police que en alguna vez fue del mismísimo Poncharello. Mi vida era un tumultuoso océano de promiscuidad hasta que, por fin, conocí a Harley, mi Harley.
Conducir una Harley-Davidson no es para cualquiera. He debido aprender a manejar de nuevo. Hasta entrados los años ´50, mientras todas las motos traían el embrague a la mano y los cambios al pie, HD se obstinó en conservar la palanca de cambios al costado del tanque de combustible y el embrague al pie. Figúrese el lector la posición de manejo del piloto: mano derecha accionando el puño del acelerador y la palanca del freno delantero; mano izquierda regulando el avance situado en la empuñadura del extremo del manubrio, y, alternativamente, la palanca de cambios al costado del tanque; pie derecho para pisar el pedal de freno trasero y pie izquierdo para manejar el embrague. Hay un momento, una fracción de segundo, en la que nos falta una pierna para sostener la moto al momento de arrancar en primera o frenar bruscamente. Si la fuerza de la costumbre nos traiciona haciéndonos soltar el embrague para apoyar el pie en el piso mientras la moto permanece en cambio, habremos perdido el control por completo. Eso sucedió cuando, en una noche de iniciación, queriendo subir al cordón de la vereda, por poco traspongo, con moto y todo, la puerta principal de La Biela. Afortunadamente me estrellé contra la pared lateral sin atropellar nada más que mi propio pudor. Esto último es la prueba de que a veces no es fácil estar a la altura del objeto de nuestra adoración.
Pero, más allá de experiencias personales más o menos felices, un icono por, sobre todas las cosas, debe ser el estandarte de un mito. Allí está, entonces, la mítica fotografía en sepia en la que aparecen los mismísimos William Harley y Arthur Davidson delante del mísero granero de Milwaukee en el que crearon su primera moto, en rigor, una bicicleta motorizada. He allí el sueño americano forjado en hierro: dos modestos mecánicos que llegaron a construir uno de los más poderosos imperios del planeta. Menos pública es, sin embargo, la noticia de que el gran emporio HD consiguió sobrevivir gracias a los subsidios estatales. También esa es la función de un icono: exhibir sueños y ocultar horrendas pesadillas. Luego de la quiebra de Indian, EEUU no estaba dispuesto a mostrar otro escarnio ante el mundo: era una cuestión de Estado. Después de todo, si los apaches de carne y hueso habían sido aniquilados, no valía la pena lamentarse por la extinción de los indios pintados sobre el tanque de combustible de una moto. Pero Harley, el símbolo de la libertad americana, debía sobrevivir. Que la única marca de motocicletas estadounidenses cayera a manos de las japonesas Honda, Suzuki, Yamaha y Kawasaki era más humillante que el ataque a Pearl Harbor. Por muy soviético que suene a oídos liberales, Harley-Davidson pasó a ser una empresa subsidiada por el Estado. Para consuelo de los más conservadores, señalemos que Ural, la fábrica rusa de motos, es ahora una empresa privada. En cambio, las legendarias inglesas como BSA, AJS, Norton, Matchless, Triumph, sólo por mencionar un puñado de marcas, no subsistieron al tsunami de la nueva industria japonesa. Recordemos, a propósito, que los británicos, con flemático desprecio, solían referirse a Harley como “aquella gran maquinaria agrícola”. Los italianos, padres de las motonetas de baja cilindrada, se preguntaban con igual espíritu de mofa por qué extraño motivo los americanos fabricaban motos con motores de 1200 cc, siendo que ellos, con la décima parte, podían alcanzar parecida velocidad. Entiendo que una Vespa está muy bien para transitar las callejuelas medievales de Roma, pero no imagino unir las costas del Atlántico y el Pacífico de Estados Unidos a bordo de una motoneta. Y aún si tal cosa fuese posible, el héroe en cuestión deberá superar la barrera del orgullo: hay que ser realmente valiente para bajarse de una Vespa 125, estacionarla a la vera de la ruta y entrar en un bar de camioneros, por ejemplo, en Arkansas.
Tener una Harley-Davidson de 1947 es una tarea gratísima aunque no ha sido nada sencilla. Dada por muerta, olvidada y convertida en una masa de color indefinido, la rescaté de un galpón de la provincia de Buenos Aires pagando por ella un puñado de pesos. Me adelanto a advertir, sin embargo, que con el mismo dinero que insumió su resurrección podía haber comprado dos Harleys nuevas. Afortunadamente un grueso sudario hecho de grasa y polvo la protegió de la letal amenaza del óxido. Una vez exhumada y puesta en el banco de trabajo, descubrí que la pintura de fábrica presentaba la misma lozanía de sus años de juventud, pero había perdido el brillo: aunque no se han podido conservar, pude admirar el rojo bermellón y el blanco marfil de los pigmentos originales: fue repintada por completo tal como vino al mundo. El motor giraba sin dificultades y los cambios pasaban sin delatar obstáculo alguno. Pero para ahorrar problemas futuros, fue desarmada hasta la última arandela, las piezas gastadas o dañadas fueron sustituidas o reparadas. Aprovechaba cada viaje al exterior para traer algún repuesto aquí inhallable: desde pequeños accesorios cosméticos hasta pesadísimas piezas motrices. Cuando mis editores extranjeros me proponían un paseo en los momentos libres, les suplicaba que, en lugar de la obligada visita a los sitios de rigor, me llevaran a los desarmaderos de las afueras de la ciudad en la que estuviera: con sorpresa, por encima de los lentes de leer, me veían revolver entre una infinidad de chatarra para ellos indescifrable. En Estambul conseguí el filtro de aire, en Pula, una parte del alternador y en Atenas, cerca del puerto del Pireo, compré un impecable cuadrante para el velocímetro. Fueron varios años de arduo trabajo hasta que llegó el gran día: la moto parecía nueva. Sin embargo, faltaba lo más importante. Tragué saliva, llené el depósito de aceite, cargué nafta cuidando de no salpicar la pintura, respiré profundamente y, por fin, accioné la patada. Al tercer intento el motor carraspeó, vaciló un momento y, de inmediato, rugió con el brío de un animal salvaje. Desde entonces su voz inimitable no ha dejado de hacerse oír.
Siempre me digo que el oficio del escritor no es en absoluto diferente al de restaurar motos antiguas. La mayor parte mis novelas transcurren en épocas remotas y sus protagonistas son personajes que han quedado sepultados bajo el peso de la historia. Cada vez que  consigo volver a la vida a una vieja moto siento la misma felicidad que produce devolverle la voz a aquellos personajes que han sido injustamente silenciados por el tiempo y el olvido.
En un momento saldré del bar donde he escrito estas notas, guardaré el cuaderno en las alforjas de mi Harley y, con el trabajo terminado, emprenderemos la vuelta a casa.





9-  Vicisitudes locales


Después de un buen tiempo le vendo a un amigo la Softail Custom (que siempre anduvo perfecto, y seguía original... aunque esto con él duró poquísimo).

compré, en la concesionaria, una Electra Glide que tenía unos cuantos años encima mas sólo había rodado 400 kilómetros.

Singular fruición la del primer contacto aquel mes de diciembre, pasando a buscar a Josefina por su trabajo, con una desdibujada sonrisa tan indeleble que seguramente parecía una forzada mueca, una ininteligible contorsión facial o, peor aún, una ridícula intoxicación botulínica.

Ese verano nos fuimos a recorrer el sur y en marzo partí, "cita-obligatoria", con amigos a Mendoza.

En el sur comenzó el motor a fallar pero se lo terminó bancando y, a pesar de los contratiempos, resultó un gran viaje.

Aunque en Mendoza el problema empezó a agravarse, los desperfectos eran cada vez más frecuentes, por lo que mi malestar era in-disimulable y, producto probablemente del fastidio que esta situación generaba, no terminó siendo un sobresaliente "encuentro" H-D.

Regresando en la ruta, con el odómetro que delos 400 kilómetros iniciales superaba los 10.000, fundió.

Ya en Buenos Aires, nobleza obliga, debo afirmar que el Dealer se portó de primera.

Observó que la moto vino mal de fábrica, cosa nada común, y se ocupó de hacer lo que correspondía: sacar el motor y llevarlo a USA (ahí lo arman, con los mismos números de identificación, a nuevo).

Me dio la opción de esperar, sin costo, o de deshacer la operación (y remarco que la compré usada).

Opté por lo segundo, dado que el Evolution quedaría bien pero demoraría mucho, y encargué una Heritage Softail Classic 0 km para poder seguir viajando sin "problemas".

Recién había cambiado el Evolution 1340 por el Twin Cam 1450, y el comentario en revistas extranjeras era que tenía un contra-balanceo que absorbía parcialmente las vibraciones.

Esto en la Softail le venía bárbaro (cuestión no tan influyente en las Touring ni en las Dyna) e implicaba que, en el rango de los 140/160 km/h, iba a poder utilizar los espejos en la ruta y tener una conducción más relajada.

Me gustaba la estética tan clásica de la Heritage, el ancho rodado 16 adelante y la posibilidad de viajarla así como está, con lo justo y necesario.

Incluso, el parabrisas me permitiría seguir en la ruta usando -como me gusta- un casco abierto (no necesitaría el integral).

También, me encantan las Softail's; con su característica suspensión trasera y el motor anclado directamente al cuadro, sin gomas mediante (hoy es la única así, antes compartía ésto con las Sportster's).

Son las que más "tiran" en lugar de "empujar" (caso extremo de esto último serían las motos cardánicas) y brindan un contacto más directo y espartano que, definitivamente, considero más Harley.

Quizás, ya que acá pude desde el vamos elegir, tendría que haber encargado una Heritage Springer que a mi gusto es la H-D más linda.

Sin embargo, viajaba mucho, a veces acompañado (lo que implicaba un mayor peso), y a cierta velocidad, por lo que me decidí por la horquilla convencional de la Classic.

Y, de todos modos, hoy por hoy, años después, sigo con más ganas de andar...  que de venerar.

Mas, se demoraba la llegada de la Heritage y se venía el Primer Encuentro Internacional en Chile.

Este amigo que me compró la Softail Custom insistió para que fuera y me ofreció, con la generosidad que lo distingue, su moto anterior: una Sportster 1200 Sport con todo lo que tenía que tener (un "misil").

Fue un trayecto memorable, no éramos muchos (terminamos yendo unos diez argentinos) y en Chile nos trataron excelente.

Todo era de menores dimensiones que las actuales, interactuabas, era abarcable.

Recuerdo, por ejemplo, estar parados en plena cordillera de los Andes, nevando, intercambiando las banderas y despidiéndonos, "hermanados", del grupo de Brasileros que había viajado.

Y no pasó tanto tiempo de esto, unos doce años.

Luego, en otro viaje, un conocido me comenta que quería vender su H-D: una Road King 1340 espectacular y bien equipada.

Quedamos en seguir conversándolo a la vuelta en Buenos Aires y, finalmente, la compré; además, él tenía una Fat Boy azul impecable, de su mujer, que también pude traérmela.

Esa RK era bárbara, aunque no andaba más de 150 km/h; igualmente requería una dosis de paciencia importante llegar a esa velocidad y, con viento en contra, le costaba orillar los 140.

Aclaro que no suele ser tan así pero pasa, al menos en las gloriosas Evolution, como para comentarlo.

En ese aspecto, era un "garrón" y representaba cierto peligro a la hora de pasar por ej. a un camión con acoplado (conjeturo que en una autopista americana no habría estas contrariedades).

Más todavía, viajando en grupo, con motos "tocadas"; que para seguirles el ritmo había que trazar en la ruta una imaginaria linea recta, sin obstáculos...

Sin embargo, me encantaba; era cuestión de subirse, escucharla y andarla para apreciar (sin haber un "saber-certeza") de qué se trataba.

Y, así, recomenzó todo de nuevo pero exclusivamente con Harleys.

Asimismo, de a poco, empezaba a sumar otra ocupación con sinérgicos resultados a la vista (un rasgo algo distinto al enrevesado trajinar clínico), que era la de re-acondicionar casas viejas o algún galpón.

Espacios que, por equis motivo, me atrajeran.

Después, instancia superadora, terminaba vendiendo (operatoria similar a la realizada con las motos).

Luego de múltiples mudanzas, con hijos que crecían velozmente y un lugar convincente (mayor "freno"), detuve por el momento esa actividad.

Incluso, era cansador lidiar con los respectivos especialistas que -al no ser uno arquitecto, ingeniero o constructor- lo tomaban como una "changa" (priorizaban trabajos más regulares y venían cuando querían).

Y así, a través de esos lugares, siguieron pasando motos usadas; e inclusive pude "recuperar" aquella Electra Glide, pero ya arreglada.

A veces era dificultoso elegir por catálogo modelos y colores de las H-D's 0 km porque era tal la demanda de afuera que otros países, como Méjico, terminaban absorbiendo las destinadas a exportación (siglas "5HD").

Este metier me desconectaba y divertía (presencia "gánica", diría, imprescindible) por lo que pensé en involucrarme más.

Entonces le hice una propuesta al dealer, a quien conocía desde hace muchos años antes de que se hiciera cargo de H-D (él ya estaba vinculado a la venta de motos japonesas con un negocio, también en San Isidro, sobre la avenida del Libertador).

Concretamente le planteé, de manera independiente, ir encargándole cierta cantidad (había que conseguir el capital...).

Tampoco mi interés pasaba por la de ser un "inversionista", ni dedicación absoluta, ni nada por el estilo; sólo correría con el riesgo posterior de las ventas (aunque este detalle no parecía complicado al  poder ofrecérselas a quien no quería esperar o no le gustaba pagar sin ver lo que estaba comprando).

Tenía un lugar en el centro, que estaba reciclando, con superficie suficiente como para intentarlo e, igual que ahora, estaba H-D San Isidro como única alternativa (único dealer/única sucursal).

Algunos amigos me daban sus motos para que las vendiera y, "pasión" contagiosa, se acercaba gente, conocidos, conocidos de conocidos, que nunca tuvieron ni siquiera moto y querían ver de qué se trataba una Harley.

Implicaba sentarse, hablar al respecto y, eventualmente, motos.

Esto me ocurrió y terminé en la concesionaria comprando tres en una tarde.

Nada menos que una Street Glide, de las primeras, y dos Fat Boy.

Y en un momento de no tantas ventas... por eso las Fat estaban ahí disponibles, y pude llevármelas en el acto.

Y el factor definitorio era que no tenía trabas ni inconvenientes en viajar para entregarlas, sino todo lo contrario; la regia excusa, con la conciencia tranquila, libre de culpa taladrando...

Para la inmensa mayoría, que obviamente no está cerca de San Isidro y con el frecuente "sin-demasiado-tiempo", era engorroso venir a elegir la moto, muchas veces a través de folletos, esperarla meses, retirarla y traerla de vuelta a los 1.600 km para realizar el correspondiente service y así no perder la garantía.

Hasta, agrego, había conversado con el mecánico que estuvo en H-D durante los '90 (persona asequible, con cursos hechos en USA y copiosa experiencia) ofreciéndome a trabajar en mis ratos ociosos, como ayudante, específicamente para aprender; era, entre tantas, una asignatura pendiente.

Aunque al final desistí -era un quehacer viable sólo acompañado de coyunturas que no llegaron a darse- y delicados menesteres acontecidos por entonces demandaron más tiempo de mi parte pero, como retribución por la benévola predisposición que tuvieron él y su mujer (negocio familiar), recuerdo haberle llevado las cajas de repuestos y accesorios que me quedaron de otras motos.

Concluyendo, llegué a comprarle al representante local de la marca sólo tres H-D nuevas más (una Street Glide y dos Electra Glide Ultra Classic) que terminé vendiendo en distintas provincias.

Sin embargo, representó encontrarle una vuelta para seguir testeando los cambios que iban surgiendo (1584cc, caja de 6ta, etc,).

Luego les hacía un correcto ablande, el primer servicio oficial y viajaba para dejarla en la puerta de la casa del comprador (con mi responsabilidad ante cualquier eventualidad).

Así quedó, por ejemplo, un amigo (René); a quien era bonísimo verle la expresión de felicidad cuando se topaba con su Harley-Davidson.

Él es familiero, laburante de aquellos (no para nunca), y posee la peculiar sabiduría de ser un gran conversador siendo, a modo de maestro mayéutico, reservado.

Y, a esta altura, empedernido coleccionista (tiene gran cantidad de motos), viviéndolo con humildad, mostrándose como si fuese un neófito en el tema, mis felicitaciones.

La paradoja, con respecto al Dealer, es que se le sumarían clientes que dudaban por ej entre una H-D o una BMW; y -además de la moto- implicaría repuestos, accesorios, ropa, service, etc.

Empero (visto a la distancia) esto no incidía en su balance anual, podría considerarlo como un problema a futuro y nunca le interesó.

"Nada de Quiosquitos", me llegó después el comentario (no se si real pero probablemente cierto).

Frontal, honesto, nunca va a jorobarte; mas no hoces ni se te ocurra meterte en "su-negocio" (recuerdo Saab y y el fugaz H-D Billinghurst).

También reconozco que maneja esto hace años, conoce el paño, se bancó los cíclicos chubascos y no por nada le dieron, ulteriormente, la representación en Chile.

Luego de Puerto Madero, me consta que tenía intenciones de expandirse con sucursales a Mendoza, Córdoba, etc. y en la última movida se la jugó con "Dardo Rocha" (la concesionaria devenida en templo) que es, supongo, aquello que lo mantiene hoy en pie.

Habría que ver cómo se hubiese sostenido una intensificación estructural de ese orden, como están las cosas, con una restringidísima importación.

BMW tampoco la está pasando bien; habrá que ver qué pasa con Triumph, KTM y el resto de recién llegados; no obstante el panorama tendería a ser similar (efecto "cuenta-gotas").

H-D USA, ante supuestas desavenencias con el dealer de Brasil, tengo entendido que se instaló hace poco, haciéndose cargo de manera directa, y como primer medida destacable esparció concesionarias por todo el territorio brasileño.

Aquí lo vería viable, al menos con la aparente pretensión de estas políticas, si pusieran una planta de ensamblado similar a la de Brasil (ya que carecemos de producción de motos de alta cilindrada por lo que podría ser un nicho a considerar) pero nuestro volumen de ventas es menor y ni hablar con estos precios.

Aunque hay muchísimos ciclomotores y motos chicas, aunado a un exponencial tráfico de automóviles, camiones, ómnibus, etc. (complicándose día a día) y con combustibles caros.

En suma, no es la genialidad de un futurólogo agorar lo que sucederá a mediano plazo; sin embargo, me parecería ominoso que algún amigo de cualquier poder circunstancial instale "la-gran-fábrica-nacional" y termine, fantochada mediante, armando las piezas traídas de afuera con el agregado de un tornillo hecho acá.

Esta es, en resumen, una parcial lectura y demasiado tangencial por desconocer las diferentes "aristas" implicadas.





10-  Alienación, moda y estupidez


Nunca entendí a la gente que con altivez, incluso vanagloriándose, afirma que si volviera a nacer repetiría exactamente lo mismo que hizo a lo largo de toda su vida. No es mi caso, por motivos varios.

¿Será que muchas veces a manera de resguardo, como sentenció Nietzsche en Más allá del bien y del mal, "la memoria cede"?

"'Yo he hecho eso', dice mi memoria. 'Yo no pude haber hecho eso', dice mi orgullo y permanece inflexible. Al final, la memoria cede".

Entonces, sigamos con la generalizada reificación, pasadizos más tolerables, tratables, decibles. Para reflotar algo de lo otro estaría, quizás, el diván.

Continúo, esta vez estaba "alertado" (denota el fluctuante nivel de alienación/desplazamiento/guarida...) por la posible irrupción de las aguateras.

Circulaba el martilleado murmullo que prenunciaba el cierre producción para las H-D's refrigeradas por aire.

Las altas temperaturas que irradian sus actuales motores, y los controles de gases de emisión, no avalarían más la tradicional situación presente.

Ya la V-Rod -para muchos puristas- fue un "amenazante" preanuncio, demasiado vuelco detrás de las prestaciones y comenzaba el acabose de lo que uno esperaría en relación a una Harley.

Para la elevada tecnología ya están las GoldWing, las Rocket 2300, las K1600 GTL (con sus 6 cilindros en línea como rememorando la magnificente CBX 1047), etc.

Encima, en estos últimos años se vendieron motos como nunca, superando ampliamente años clave como el '98, y los precios estaban por las nubes.

Quería una moto para quedármela y supuse que podría ser la última nueva que tendría conservando la "esencia".

Esta vez, apuntaría nuevamente a una Touring; quería probar el nuevo cuadro, más firme que el anterior, y el Twin Cam 103, con el bienvenido radiador de aceite incorporado de fábrica.

Asimismo, esta mejoraba la autonomía con un tanque de 6 galones (20% más de capacidad) y el motor de 1700cc. traía mejoras respecto al calcinante calor que transmitían las Ultras 1584cc. en la populosa "urbe" (un calvario durante el verano con los semáforos, barreras, etc.).

Además, mal que me pese, estoy grande, maltrecho, con menos energías, y experimenté lo suficiente (o al menos bastante).

Puse en venta las motos;  eran caras las 0 km, pero había...

La Electra Glide Classic reencontrada la vendí rápido, a un tipo de un lejano lugar que no sabía manejar (historias que se repiten); f
ue una de esas entregas domiciliarias, luego del viaje de despedida.

Lo anecdótico acá es que al llegar a su casa, tras un itinerario considerable, y comentarle el pasado de la moto, desconfió y llamó a Bs. As., a la concesionaria, sin antes mencionarme nada (mientras lo esperaba afuera mirando las montañas...), para cerciorarse de la veracidad de mi historia.

Una sorpresa, sentí, caída a la realidad, que para él yo estaba como dejando la mercadería "x", casi ni la miró y parecía que daba lo mismo cualquier cosa.

Aunque recientemente lo llamé, sigue sin usarla mas, perspicaz él, no quiere saber nada de desprenderse.

Y la última, otra Electra Glide Ultra Classic esta vez edición 95 aniversario como la Classic, redoblando el envite al noble Evolution 1340, "1HD" (mercado interno), traída de USA por un argentino que estuvo radicado allá unos años y volvió al país.

Tenía unos 80.000 kilómetros, no demasiado (más aún considerando el año), sin embargo era un detalle a sopesar.

Algunas idas y vueltas con el comprador ya que yo temía que podría complicarse la próxima pero, finalmente, también la vendí.

Las cartas estaban echadas.

De ahí fui a la concesionaria, convencido de que por los años de "cliente" y, diría, un grado de conocimiento/amistad habría algo; todavía, me daba el lujo de evaluar cuál elegiría.

La Heritage Springer estaba discontinuada -lo que representaba una "dificultad" menos en la decisión- por lo que las opciones eran la versátil Road King, con el inimitable "cabeza de vaca" y un perfil más bajo, o, si el uso de mucha ruta y viaje acompañado lo justificara, una Electra:  Buque Insignia y, en términos generales, mi preferida (pero más cara).

Me iba quedando en claro cuál sería la elegida, con sus virtudes y defectos, y no tenía ganas de seguir "transando" cuando... "Está todo reservado", dijeron.

Después, hubo devolución de señas e incertidumbre; porfié y... "No te preocupes, seguro que en febrero, volvé a consultar" respondieron coro los vendedores.

Propuse, cuando esto se agravó ("las importaciones debían ser compensadas en forma directa con exportaciones [sic]"), contactos con una exportadora grande manejada por gente allegada, de absoluta confianza, como para dar una mano y salir del estancamiento.

A veces, visto el problema desde afuera -estando menos influenciado por el mismo- pueden aflorar otros prismas.

Las reuniones se hicieron, la intención estuvo pero con gran ingenuidad de mi parte porque nada pudo hacerse. "Me cortaron las piernas..." diría el-Diego.

Viendo lo que se venía, comienzo a ver nuevamente usadas pero poco bueno ofrecido y lo aceptable a valores desvirtuados.

Y aparecieron un par con BigTwin semi-nuevas cotizándolas, sin sonrojarse, a precios que, más allá de una comprensible ley de oferta y demanda, me da pudor comentar (por supuesto que, semanas después, siguen en venta).

Entonces, para "tirar" -espero que el por demás arruinado cuerpo aguante- no estaría mal algo distinto como la bestial BMW HP2 1200 Enduro que debe de ser, además de indestructible, un aparato divertido (y parece nomás que el siguiente Boxer será refrigerado por agua). Había una ofrecida en motocare, cuestión de verla, pero...

O quizás una Triumph Scrambler...

Por estos días, un amigo me ofreció una KTM 990 R Adventure (que señó y se arrepintió de comprar), moto tosca y rabiosa aunque incómodamente alta para la ciudad y "aguatera"; y. estoy mayor, insisto, para esos trotes.

El tema es que para "resplandecientes-espejitos-de-colores" prefiero anzuelos más sentidos, al fin y al cabo se trata de eso (no obstante lo cual reconozco que cada vez menos).

Me enteré por conocidos que entró una tanda y, entre ellas, una Electra; sin embargo, a pesar de las palabras acordadas: "la primera que llegue será para vos"), otro fue el bienaventurado.

¿Tendré que apostar, como una transición, a la Star 1900?

Argumentos tendría: motor V-Twin refrigerado por aire, con radiador de aceite, de 1900cc, stock de 0 km y usadas ofrecidas a valores "potables" y con una lograda estética general.

Podría ser, mientras tanto, para parapetarse hasta que aclare...  pero no lo creo, demasiado parecida siendo tan diferente.

Con respeto, Yamaha, me abstengo.

Qué pasó, me pregunto, con eso alguna vez saboreado de que en la variedad está el gusto.

Inclusive han surgido, para complicar aún más..., motos fraudulentamente ingresadas al país (no sé cómo ni me interesa saberlo) que, siendo de años posteriores, adulteran los papeles para pasarlas por '89 o más viejas; a
ños que, con cierta flexibilidad administrativa, son patentables.

Consejo: antes de comprar chequeen el VIN (los 17 caracteres grabados en el cuadro); hay URLs que permiten constatar fácilmente la procedencia, por ej. motoverse.com.

No entremos en ilícitos contubernios; o, ha pasado,  vayan buscando un tinglado para esconderlas... y asuman la contingencia de quedarse pegados.

Raro y molesto pero parece que estas fechorías fueron pasajeras; hoy, menos mal, no se ven.

Encima no eran ofrecidas en camuflados tugurios o turbias cuevas, sino impunemente por medio de la web y a través de vistosas casas de venta de motos... hoy de moda.

"Moda", palabra que también me resuena raro cuando escucho que destacados riders hacen grandes travesías con camiones de apoyo técnico/mecánico -y espacio para el bolsito...- y, algunos de ellos, van y vuelven en avión (¿lo harán con sus botas y camperas de cuero puestas?).

Lo que nunca escasea allí es una excelsa foto "publicitaria" y la histriónica pose recia. "Tipos duros". Ah, ... y el escenográfico paisaje de fondo.

Juego de niños.

Me resulta inconcebible, perdónenme, ver, por ejemplo, a una Road King en un tráiler; no así tanto a una moto de Enduro y, obviamente, nada a una de Cross.

En estos casos tomo eso de la "búsqueda-del-lejano-lado-salvaje" como lado único pero una Harley...

No me extrañaría (parafraseando esta vez a Nietzsche) que llegaran a venderse "paquetes" turísticos anunciando:

"Contempla otras regiones y otros días, las brumas de los montes y los corazones de las espléndidas ninfas que avanzan danzando a tu encuentro."

Sepan disculparme, estoy un poquito decepcionado, embroncado, y se nota.

Primero, el accidente, cuando ni lo "sospechaba" (hay circunstancias en que uno presiente que algo de ese orden podría suceder), después, la indefinida ausencia de moto y, finalmente, un ambiente más enrarecido que de costumbre.

Tengo bastante en claro que cada cual hace con su tiempo, dentro de sus posibilidades, lo que quiere; y si lo pasa bien, sin jorobar a nadie, no merece más comentarios.

Por último, pasé necesariamente por Dardo Rocha y no hay nada de nada; aparece, solamente, un impreciso: "veremos más adelante".

Habrá que, con serenidad, seguir esperando.

Aunque, "la vida es corta y la carretera es larga"tomo las palabras del "Rata" Martinez Falconi, un amigo mendocino que no está pasando por un buen momento a raíz de un accidente motociclístico...

Un abrazo, Enrique, qué te recuperes pronto.





11-  Tiempos virtuales


¿Por qué este medio de expresión?

El incidente rutero implicó estar postrado, encerrado en casa, rehabilitándome.

partir de ahí tuve un peregrinaje por la red informática y noté la aparición de interesantes páginas, vernáculas, ligadas al fenómeno H-D.

Un descubrimiento para alguien que no es afín a cuestiones cibernéticas de carácter social, so riesgo (entre otros) de convertirme en... "el marginal anti-clic".

Comento, explicándolo de algún modo, que nunca tuve Instagram ni Facebook, ni nada de eso.

En general, diría, los sociales no son mi don.

Serían como displicencias "masoquistas", dado que la natural torpeza para desenvolverme se magnifica eminencialmente convirtiéndose en un agobiante incordio.

Por lo tanto, en cuanto se juntan varias personas me aburro tremendamente.

En síntesis, creo no necesitar de demasiada gente y hay "gente" que directamente no necesito.

Tampoco pertenezco a ningún gueto ni a una homogeneizadora "como-unidad".

Pese a las heroicas intenciones de algunos, que las hay (además del reinante chamuyo), sobrevuela solapadamente allí el lastre de las ataduras.

Y, mientras pueda, sigo prefiriendo los desolados tumbos al sometimiento.

Uno de estos sitios web, ya continuando, es de un conocido, "El Profe", que desde hace tiempo tiene un Blog.

Él es una de esas personas que mencioné en aquel viaje hacia Chile, cuando esto tenía dimensiones más "abarcables".

Y hemos coincidido en la elección de las motos; casi compra aquella primera H-D Big Twin, la Softail Custom Azul, ya que se me adelantó (ni nos conocíamos) pero terminó eligiendo la Bicolor.

En otra ocasión hicimos un "triple-enroque", quedándose él con la Heritage Softail Classic.

Un tipo lúcido que despabila con sus publicaciones; y cito una frase que él realza, a modo de acápite, al inicio:

"Don`t ride behind me, I will not lead.
Don`t ride in front of me, I will not follow.
Just ride beside me and be my brother"

Condición a la cual adheriría, como a una bienintencionada "declaración de principios", aunque se me presenta un dilema ideológico (cierto escepticismo de base), en cuanto a sus posibilidades de realización.

La considero una ardua tarea y dependiente, en grado superlativo, de la cantidad de integrantes (más allá de una "gran-ilusión").

Sin embargo, coincido en que lo peor serían aquellas pretensiones de liderazgo.

Ante estos "iluminados" intentos de imponer estatutos y escalafones podría establecerse una pugna de creencias, con una consecutiva apoteosis poco dichosa.

Hay superabundancia de fantasías, lo que podría decantar en picas y chisporroteos por no ser las mismas compatibles de igual manera con los distintos miembros del grupo (las diferencias suelen ser no tan sencillas de atravesar).

De hecho se han suscitado desacuerdos, hendiduras y grietas de este orden.

Probablemente sería conveniente considerar acá como irrelevante el número de concurrentes a estos "encuentros" (nada de gregario ganado contable).

Movimientos de masas, accionares disruptivos, fuerzas de choque, "bravas-barra" y ambiciones de poder, para otro entorno.

Y, desde ahí, fui enterándome de ciertas divergencias con respecto a un "Foro Harley".

Carecía de experiencia en los mismos y no les presté atención cuando iban llegándome mails invitándome a participar.

Traté de averiguar de dónde venía; esto siempre fue relativamente chico, mas "explotó" en estos últimos años y la mayoría pasaron a ser desconocidos.

Tuve alguna resistencia de intervenir hasta que me metí para ver en qué consistía.

Desconocía su dinámica pero me pareció notable el armado, su administrador -por la calidad de la página- daba la impresión de ser notoriamente capaz.

Comencé, incluso, a observar uno de España y otro de USA.

Era un abordaje, para mí inédito, desde lo discursivo a una temática que en sentido amplio me llegaba.

Decido "sumarme" pero había que registrar un nick-name y mi nombre de pila no estaba disponible, ¿qué poner relacionado a las H-D's?

Barajé opciones porque la idea era encararlo con cierta seriedad y "preservándome" (no debía menospreciar las bullentes implicancias del factor World Wide Web).

Y no dejaba de parecerme estrambótico tener que encarnar un personaje para ingresar en un micro-mundo algo andado, aunque nunca tan multitudinario.

Entré al juego, y me pregunté acerca de cuál sería aquel núcleo que constituye "H-D", ¿podría precisarse en una palabra?

Fueron apareciéndome así alternativas poco convincentes y, a su vez (fieles al "origen"), extranjerizantes:

.V-Twin, aquello que "late". Pero me resultaba exagerado... e insuficiente, era una sensación extensible a motores no H-D.
."Classic", la tradición. Condicionante de una limitada dimensión histórica que dejaba de lado aspectos neurálgicos.
."Skull", el destino. Corto, impersonal y representativo del estado en que me encontraba, con la muerte recientemente eludida... no estaba mal.

Pensé en castellanizarlo (demasiado idioma "prestado") sin embargo quedó y, aunque alejado de lo que serían sus virtudes, representaba una modalidad de aproximación: desde la álgida razón.

Otras, por el estilo, ya estaban ocupadas. Había cientos y crecía en progresión geométrica.

Me llega, entonces, un mail general escrito por el administrador y dirigido hacia los integrantes cuando, antes de cumplir el año, parecía ser que se desmembraba.

Ingreso al foro y escribo unas líneas.

Aunque recibí un par de comentarios gratos, los cuales agradecí, comprendí que en estos sitios lo prioritario es ser conciso y compendioso; por lo que me valí de una herramienta de corrección que me permitió pincelar lo "central" (moderando, uno, lo manifestado).

Y quedó, más o menos, como que veía a la complejidad del foro no como responsabilidad exclusiva de su gestor sino que consideraba que estaba dada por tratarse de abigarrados idiolectos rondando en torno a una afición donde se juegan, para varios, sentimientos de todo orden.

La paradoja era, justamente, que ahí radicaría su riqueza.

Con un inevitable caos (que podría inclusive resultar constructivo) en un medio heterogéneo, con códigos difíciles de descifrar, en donde los desmanes parecen moneda corriente y hay los que están permanentemente midiéndose.

Pero lo peor, insistía en aquel post, era quedarse fijado en estas especulares e inconducentes peleas que iban surgiendo.

Después le mandé un comentario al administrador sugiriéndole la lectura de un artículo de Freud ("La Transitoriedad"), que tenía que ver con lo que estaba aconteciendo.

Y ese fue el segundo yerro de novato.

Era un espacio que giraba en derredor a la letra, mas no desde el lugar en el que yo estaba más habituado.

Efectivamente, la foto/video representaba cuasi el Leitmotiv.

Sólo que a veces, por patentizarlo, el júbilo devenía en simulacro...

Y enseguida se armó una pelotera, transformándose en una usina de rumores con dimes y diretes novelescos.

No pasó a mayores y resultó un entretenido vaudeville; aclaro que seguía convaleciente y sin televisión (no tengo).

Ante el tole tole generalizado, quizá indagando desde cierto vicio profesional, le pregunto a un participante de los comienzos, que se fue y volvió, qué pasaba que muchos "desertaban".

Había "tocado" ahí un tabú, estaban caldeados los ánimos y resultaba imprudente tan sólo bosquejarlo sin ni siquiera emplear la posibilidad material de enviar un mensaje privado.

Tercera intervención, tercer error; venía "bien", pleno (sin fisuras), 3 de 3.

Y aparecía la "palabra" (como punto de convergencia de múltiples representaciones) marcando un equívoco predestinado...

Es curioso que, cuando uno extrema los cuidados, el efecto puede ser completamente inverso.

Recuerdo la ley de Enantiodromía, ya establecida por Heráclito:"Todo marcha hacia su contrario".

O el oriental Yin y Yang: "Todo polo contiene secretamente el polo opuesto".

Una vez más, pareciera ser que los extremos, continuamente rozándose, tienden a juntarse.

Y llegó, con justeza, el vendaval; comenzó así una trasnochada "logomaquia virtual" con el administrador que, luego de cruzar penumbras (compasión mutua mediante, creo), tuvo un cierre para ambos, diría, decoroso.

Hubo un posterior llamado telefónico que fue esclarecedor para replantearme algunas vicisitudes y darme cuenta que se trataba de su "casa", con su modo de ver esta realidad.

Pueda estar o no de acuerdo, eran las reglas que él elegía y estaba para mí la opción de la puerta.

El diálogo resultó afable, perorata superada en buenos términos, y posteriormente tomé distancia.

Y todo aquello actuó también como disparador para desarrollar aquí mi parecer, pudiendo explayarme sin sentir que podía llegar a estar invadiendo el lugar de un otro (con la subsiguiente nada sugestiva posibilidad de ser "censurado").

Como corolario, me enteré de un significativo viaje organizado desde el foro, al que observaba sin participar, y anunciado, asimismo, desde el comentado blog (eso, de por sí, era novedoso).

En ese momento, ya recuperado, estaba recorriendo la ruta 40 por Salta (entre Cafayate y Cachi) con mi mujer y mis hijos.

Lugares, aire y paisajes colosales pero... cómo se extrañó la H-D.

Para sorpresa, al regreso, veo, merced a dicho Foro, que a esa odisea -casi épica- sólo habían podido ir cuatro y, además de los dos mencionados, uno de los restantes era un amigo que hacía tiempo no veía.

Él es el de la África Twin a quien me referí cuando hablé de la Guzzi; también, desde hace años, tiene una Night Train y fue un gusto verlo tan alegre en esas fotos.

Como si a través de esas imágenes se reeditara cierta "sustancia-medular" que parecía perdida.

Me puse contento y nostálgico.

Sin embargo, la reposada concordia duró poco, pronto se despeñó un desenfrenado alud.

Y mandé el ultimo comentario:

"El incipiente caos pasó a apoderarse del sitio, recrudeciendo con amenazas en tropel, golpes bajos e interminables agresiones urdidas entre gente que se conocía. Puedo hasta acompañar una reacción colérica pero jamás vale la pena perpetuarse en eso, y cuando la bola empieza a rodar nunca se sabe dónde y cómo termina. Ya están repletos los juzgados, cárceles, sanatorios y cementerios por avatares infinitamente más serios y comprometidos. Hay psicólogos, rubro complicado... y psiquiatras, con pastillas... aunque cualquiera de estos "males" es menos malo que los anteriores. Sugiero -como propuesta operativa- que se reúnan en un bar (el lugar público y neutral suma), se digan lo que quieran, limen hosquedades y den por terminado el problema. Abrazo  y a seguirla, o cada uno a su casa y punto. Hace no mucho tiempo pasó algo potencialmente similar y no estaría bueno que se repitiera. En ese caso, era una reunión de conocidos -con sus H-D's- y hubo una atroz agarrada que no murió alguien de pura casualidad (los que estuvieron ahí saben que no exagero). Conocía de manera somera (es un extendido universo -y suele ser así-) a ambas partes confrontadas en aquel flagrante incidente e, individualmente, son personas que uno no sospecharía que pudiesen llegar a tener un enfrentamiento de esa magnitud. Incluso, había menores presenciando el fútil 'espectáculo'. Aflojemos. Tiempos difíciles, esperemos que se calmen las aguas sino vamos por mal camino a peor destino. Importación, prácticamente, bloqueada y rémora de discursos destructivos en torno a la marca. Contexto y textos, qué más".

Nuevamente, en la brecha, pretendidas certezas y "perogrulladas cosificantes" perjudicando un ámbito dado.

Plaga intimidatoria, duelo ególatra, vapuleo de míticas e ignominias ficciones.

Vuelvo a Borges, citémoslo para permanecer -así- cerca de su letra:

En LOS JUSTOS él celebra "El que prefiere que los otros tengan razón" y en FRAGMENTOS DE UN EVANGELIO APÓCRIFO expresa "Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen. ".

No me meto con los absolutos, me superan; no los niego y tampoco puedo afirmarlos (acceso vedado, cerrazón de entrada, extremos aporéticos sumamente co-implicados).

Y así como nos enfermamos por carencias también vamos seguramente menoscabándonos, con una existencia algo "acomodada" (¿soldados-esclavos funcionales al servicio de las fauces del mercado acumulativo?), por exuberantes demasías.

 "¡Oh, cuántas tinieblas arroja sobre nuestras mentes una prosperidad grande!(Séneca, S. IV A.C., Sobre la brevedad de la vida)

Además, ciertamente, "En situaciones de paz el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo.(NietzscheMás allá del bien y del mal)

Todo acción conlleva consecuencias y no está mal interrogarse desde dónde se dirige la "obra", qué gobierna su posición.

Y, en definitiva, ¿si ha actuado uno en conformidad con el deseo que lo habita? (causa de deseo -no digo: objeto, posesión, propiedad...-); o, ¿por quién es preciso hacer autorizar esa vía de paso en lo referente al deseo?

Entreveradas preguntas, como muestra el Psicoanálisis, no fáciles de responder.

Acá no prima abordar razones, establecer misiones -u objetivos- ni arribar a acuerdos.

Creo que se trata de un fragmentario y, eventualmente, disfrutable co-vivenciar; en lugar de un "totalizador" pertenecer, formando parte de una imaginaria integridad.

"Fe-feria-foro" (Lacan dixit: "El triunfo de la religión").

Juego de palabras clave como para no recargar las tintas ni darse demasiada manija al respecto.

Y agrega Lacan:

"Eso es lo horrible, siempre estamos en la feria (...) La fe es la feria. Hay tantas fes, fes que se meten en los rincones, que, pese a todo, eso sólo se dice bien en el foro, es decir la feria"

Para cerrar aquí, recomiendo un link: "The World's Most Travelled Motorcycle" (el extraordinario viaje de Peter y Kay Forwood).

Y un doble bonus track acerca de "lo-virtual":

."El progreso ha logrado que todo ciudadano, no sólo los profetas elegidos, pueda darse el lujo de hablar en el desierto." (Zaid, Los demasiados libros)

."Queda claro: la Web es el territorio en el que todos sublimamos nuestros dramas cotidianos, personales, privados. Ahí donde nos moldeamos, nos afirmamos, enunciamos mensajes y se lo dedicamos a alguien. ¿Nos creamos como obra nosotros también?" (Violeta Gorodisher para La Nación)





12-  Frivolidad, vínculos y algo más


En esto de remover en el pasado continúan surgiendo anécdotas y quiero todavía mencionar, al menos, un par de ellas.

Una, es la de un conocido partidario del "buen-vivir" y ferviente fan de los caballos de carreras; los cuales, en tanto mercancías, tienen otros costos que las motos.

Y ese pletórico entusiasmo le trajo aparejado diferentes situaciones algo estresantes, con reiterados vaivenes a nivel financiero-laboral pero, evocando al "funámbulo" (por medio de multiformes malabarismos), nunca se detuvo.

Hasta que la "pegó" con uno de los más destacados caballos que hubo en el país que, previo paso por USA, terminó en Dubái.

Una sorpresiva alegría como loable premio por seguir adelante oponiendo y combatiendo, con gran temple, runrún pesimistas y agoreros pronósticos.

La otra mínima anécdota es de épocas remotos.

Desde chico me gustaba esquiar, implicaba unos pesos y había que rebuscársela.

Por lo que varias temporadas paré, con amigos. en una bodega en Mendoza (pertenecía a parientes de uno de ellos) y todas las mañana viajábamos un largo trecho para llegar al cerro.

Este bodeguero -que nos alojaba- es arquitecto de profesión y cultor del vino desde cuando el término "enólogo" parecía chino básico.

Gradualmente fue involucrándose en el etílico círculo;bregó, estudió y llegó a presidir la Sociedad Vitivinícola.

Luego de décadas, al frente de su bodega, decidió venderla a un grupo inversor extranjero con el propósito de ocuparse de los perros que criaba (introdujo diversas razas al país) y recrearse con sus nietos.

Sin embargo, no pudo desprenderse tan fácilmente de sus-vinos y sacó tiempo después un rico Malbec que lleva su nombre.

Pasan los años y es, como desde que lo conozco, interesante encontrarse (copa de por medio) a charlar con él.

Continúa con el mismo empuje y bastante indiferente ante sus redundantes achaques.

Acá se repite una faceta que no puedo obviar:  ambos tienen mujeres agradables con quienes formaron afectuosas y agasajadoras familias.

Dato no menor y toda una cuestión, en sí misma, para analizar.

Y uno no puede hacerse el distraído, cuando se habla de cualquier orden de pasión, aun de una manera subrepticia, sea para bien y/o para mal (escenario harto complicado este último), aparecen las mujeres... 

Desde siempre, en muchos casos, el principal desvelo y esencial motor existencial.

Haciendo una lectura de estas líneas se han filtrado innumerables veces, con multívocas analogías.

Sería quizás tema de un prohibido, aunque supongo brillantemente opaco, capítulo.

En referencia a esto -y ya sin mucho para agregar al respecto- hago otro comentario del nombrado Octavio Paz quien, en forma risueña, contaba:

"Discutían en una comida teólogos católicos y dialécticos marxistas. Entre ellos estaba un escéptico. Al cabo de horas de discusión, el escéptico se levantó y les dijo'Señores, los dejo en su mesa con sus masas y sus misas, yo me voy con las mozas que son mis musas'."

Freud aludía a la capacidad de trabajar y de amar, como un parámetro para evaluar cierto grado de "salud mental"... (que, de tan amplio, resulta un controvertido aspecto como para poder orientarse y aquí ahondar).

Siguiendo con Freud, él trata de inquirir acerca de qué sería aquello que dificultaría una dimensión de bienestar, de "felicidad", y destaca tres fuentes universales de sufrimiento.

Una es la amenazante supremacía de la naturaleza: catástrofes naturales de todo orden (tsunamis, terremotos, inundaciones, etc.); que, cuando se imponen, poco resta por realizar.

Nuestro perecedero organismo es limitado en su capacidad de adaptación y rendimiento para enfrentarla.

El segundo, para Freud, son las enfermedades, la caducidad y el deterioro irreversible de nuestro propio cuerpo.

Hay una gigantesca parafernalia en contorno a esto empero inevitablemente el resultado será, ante el paso del tiempo, devastador.

Y el tercero son los vínculos, y es justamente ahí donde más puede hacerse.

Necesario campo a privilegiar en pos de preservar una vida que, desde el vamos, merezca ser vivida.

Embrollado continente debido a que asiduamente pueden colonizarse las por todos conocidas perturbaciones anímicas: enojos, auto-castigos, angustias, ansiedades, envidias, obsesiones, histerias, miedos, fobias, miserias, rencores, mezquindades, celos, etc.

Además, los sujetos podemos -con frecuencia- adorar y atormentar; ser, antinómica y simultáneamente, víctimas y victimarios.

No obstante lo cual, comúnmente, los exacerbados enfrentamientos suelen ser contra nosotros mismos.

Y, casi textualmente citándolo a Freud (Carta 52 en 'Los orígenes del psicoanálisis'), agregaría:  "dirigidos a ese otro prehistórico e inolvidable que nunca pudo llegar a ser igualado".

Tantos ideales e ilusiones colaborarían con esto, dado que muchas veces los ponemos-proyectamos afuera y así la discordia (a manera de rueda nefasta) comienza a girar.

Persevero con Freud para bosquejar una perspectiva relacionada con lo anterior, pero aún más de orden socio-cultural.

Él se refiere a tres actividades fallidas, ineluctables, implacablemente condenadas de arranque a una imposibilidad.

Una de ellas hace a lo cotidiano -como padres- y merece, por lo fundante, toda nuestra atención y sería lo que entendemos por "Educar".

Complejo... sin embargo, desde este punto de vista, apasionante.

Es un "constructo"; nada está, ni estará, del todo dicho.

Solamente me atreveré a afirmar acá que los primeros 6/7 años de nuestros hijos son prioritarios, vitales y hay que estar.

Gran número de efectos psicológicos parecen derivarse de un declive de la presencia paterna.

Ocaso asimismo condicionado, quizás, por el llamado "progreso social".

Tratar de propiciar, como ejercicio regular, la conversación.

Escucharlos y estar atentos a no apabullar con estereotipados mandatos (el síntoma del chico, de por si, suele encontrarse en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar).

Desplegar, inclusive, las equivocaciones, sin tanta "culpa" carcomiendo (a pesar de las -para muchos- ancestrales formaciones recibidas).

Y mostrarnos vulnerables, en falta, como somos.

Gobernar (vemos diariamente las consecuencias y no hay demasiado para agregar aquí pero adjunto una entrevista a un político atípico que comentarla me desviaría del carril iniciado) y Psicoanalizar serían, según Freud, las dos restantes actividades "inasequibles".

Nada fácil esta última en cuanto a práctica, donde aparecen desgarradoras cuestiones y conlleva enmarañados meandros particularmente difusos y una enorme responsabilidad.

También es difícil, subrayo, compatibilizar determinadas categorías como angustia-lucro (creo que imbricar amistad-plata o unir agua-aceite es menos engorroso).

A propósito de "lucro" ("Ganancia o provecho que se saca de algo", según la RAE), el Psicoanálisis no se salva de las generales de la ley y cuando acarrea los infames manejos de poder se acaba la angustia, la pregunta, la escucha, la asociación libre, la transferencia... el paciente.

Lacan, en Mi enseñanza, nos dice que "los psicoanalistas como cuerpo representado quieren absolutamente estar (...) del lado del mango."

Podemos, apelando nuevamente a la broma, observar una pizca de esto desde una sátira caricaturesca alusiva:

Dos "analistas" salen de un nosocomio, uno joven pero agotado y apesadumbrado, el otro anciano (jefe del anterior), fresco y descansado.

- '¿Cómo te las arreglas para escucharlos durante tantas horas y permanecer tan tranquilo?', interroga el joven
- 'Pero, ¿tú escuchas?, me extraña, mientras paguen hay que elogiarlos, decirle cosas amenas, mostrarle que ahí fuera todo es muy lindo, y pedirle que se vaya, traspasando la puerta, pasito a pasito para no levantar el polvo' replica el terapeuta mayor.

"si tuviésemos a cualquier hora del día un adulador a mano, la psiquiatría dejaría de tener objeto" (Cioran, La caída en el tiempo)

A Lacan mismo, que nunca se conformó y mucho menos comulgó con el orden establecido por los "feudos psicoanalíticos" (reclutamientos burocráticos devenidos Iglesia), se le terminaba endilgando, desde aquellos próceres/popes como presunto argumento denigrante, la muerte de algunos pacientes suyos.

Mas dejando de considerar el detalle... que él era uno de los pocos profesionales que admitía en tratamiento a aquellos que cargaban un altísimo riesgo de suicidio.

Quiero resaltar, especialmente después de esto, que el efecto del análisis -más allá de los entrecortados llantos restitutorios- suele reflejarse en una sonrisa del analizante ("la risa estalla por el camino ahorrado" nos manifiesta Freud) y que puede representar un augurio auspicioso, la posibilidad de disfrutar el saber un poco más.

Graficaré algo de esta dimensión referida, desde el discurso (extractos obviamente deformados) de un paciente al que nombraré "Juan".

A través de este caso se desplegará cierta sintomatología neurótica.

Acá tomaríamos tres estructuras psíquicas: Neurosis, Psicosis y Perversión (con la inherente limitación, vale acentuar, que se trata solo de una conjetura de abordaje).

Desde el Psicoanálisis no habría "normalidad".

Como decía Oscar Masotta en sus Lecciones:

"Todo el lugar está ocupado por los neuróticos, los perversos y los psicóticos".

Dichas polimórficas estructuras conllevarían una apoyatura orgánica a diferencia de, por ejemplo, las demencias en donde sí hay manifiesto deterioro de las funciones intelectuales.

Cada cual actuaría en relación a su "estructura", sin saltos cualitativos de una a otra.

Es decir, no habría casos de que un "neurótico" pueda "psicotizarse", tampoco que un "perverso" se "neurotice" y demás combinaciones posibles.

De todos modos, en Psicoanálisis, siempre nos referimos -particularmente- a una cierta manera de relación establecida "entre" hablantes; no a alguien que sea en sí, por ejemplo,"perverso".

Es decir, las distintas formas clínicas son tipos de relaciones; a diferencia de la Psicología que sí diagnostica "individuos".

Siempre, insisto, desde el Psicoanálisis se trata de vínculos (nunca de una persona).

Resulta al menos prudente, ahora, recordar aquellas palabras de Lacan expresadas en la INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ALEMANA DE UN PRIMER VOLUMEN DE LOS ESCRITOS: "Que los tipos clínicos responden a la estructura es algo que puede escribirse ya, aunque no sin fluctuación.".

Y aclaro por último que, obviamente, todo esto no pretende ser un tratado de Psicoanálisis...

Además, la experiencia muestra que hay casos "límites" cuyo diagnostico estructural no sería tan sencillo...

Agregaré, nada más, que los pacientes "neuróticos" suelen supuestamente ser aquellos quienes consultan desde la angustia.

En las estructuras vinculares perversas no habría esa peculiar angustia "sin red" (que no engaña), tan característica de la neurosis.

Desde el discurso de la neurosis siempre se interroga: "¿quién soy?", "¿adónde voy?", "¿de dónde vengo?", y cuando falla la significación surge la pregunta por el deseo.

Es que en la medida en que existe una imposibilidad o una prohibición, se despierta el deseo.

El deseo es un gran inventor de "objetos" pero en el momento de capturar el objeto que deseamos ya estamos deseando otro porque eso no era.

El deseo no tiene ningún objeto apto, se inventan señuelos para poder seguir circulando (sino sería, probablemente, una entrega a la muerte).

"¿Qué quieres?", sería la pregunta implícita desde un análisis.

Y a medida en que se avanza, vía tratamiento, la estructura va "agujereándose" (apareciendo, desde Freud, la castración).

Porque no hay identidad (pura falta en el ser) emergen pareceres, identificaciones, y el efecto del análisis sería -a grandes rasgos- justamente la paulatina caída de estas imaginarias identificaciones hacia el hueso de lo real.

En la psicosis, en cambio, no se pregunta; la precipitación misma sería directamente una respuesta (no se metaforizaría).

Aquí, en la psicosis, la palabra no tiene ningún sentido (esquizofrenia) o tiene un único sentido (paranoía).

Sería un decir apuntalado, compensado, de certezas que no pueden vincularse a nada, "delirios" (fuera del sistema de simbolización).

Por el contrario, en la neurosis permanecemos siempre en el orden simbólico; escenario que precisamente no puede "resolverse" con certezas.

Asimismo puede haber -desde las psicosis- una pérdida del cuerpo (en tanto morada), donde lo comienza a ver extraño y no puede habitarlo.

Lo que sería la angustia en la neurosis aparecería como vivencia del fin del mundo en las psicosis.

Pueden brotados, desde las "alucinaciones" (trastornos de percepción), lastimar a ese cuerpo al cual no reconocen, que lo ven ajeno, que lo invade.

De ahí la diferencia de un suicidio, o "pasaje-al-acto", desde las neurosis ya que no suele verse allí destrucción de la integridad corpórea (como sí en las psicosis).

Luego de estos comentarios, iremos ahora al caso mencionado.

Tras un inicio de discusión con su mujer, "Juan" -en el consultorio- cuenta que le expresa:

- "Basta, me saturaste, no-te-soporto-más."

Y seguía afirmando:

- "Es experta en romper soberanamente las pelotas y, cuando está dispuesta, sabe hacerlo a la perfección. Va con sus venenosos dardos en forma directa, en el momento justo, sin titubeos, ni miramientos, derecho al foco del dolor. Está entrenada con agudeza en la palabra... maneja su bífida lengua como si fuera un látigo... y tan cargada de acidez... pudiendo hacer cosas, creo, todavía, tanto más edificantes."

Mantengo, imperturbable, el silencio; y él continúa:

- "En la galería de arte es pura simpatía. Saluda a los habitués con vibrante efusividad, estrujando su cuerpo, todo, en prolongados abrazos, y siempre está lista para halagar a carcajadas cualquier forrada. Bah, más que 'de arte' parece una galería de vanidad... plena de cachivaches, doctor."

- "Ahí tiene una socia... le dicen la-china... carita de nada, sola, presa en las redes del aburrimiento... con un deseo de otra cosa, parece. Aunque ella también es sonriente, solícita y atenta... sin embargo, es de cuidado... no respondas compadeciéndote, ni le des la espalda y tampoco confíes... puede 'sensualmente', con pernicioso encantamiento, despedazarte... reducirte a cenizas, libre de culpa y cargo."

- "Si usted viera lo que son aquellas vernissages... semejante rejunte de alimañas... tanto zángano, maniquí, arpía, badulaque... todo tan fingido, pastiche, altaneramente falso. Algunos insaciables ricachones pensando que todo lo compran y tienen imperiosamente que estar... muchos 'clase-tuvo' aferrándose, en forma ridícula, a sus yelmos de barro... y los de la otra, la que arañó mas nunca accedió que, de estos simuladores especímenes, son los peores, no se corren un ápice de su cerrazón mental, a ver si los descubren y se ven expulsados del reino."

- "Y, en esas vernissages, se toma bastante. Conoce la frase atribuida a Groucho Marx: 'Bebo para hacer interesantes a las demás personas'... pero guay si paso cierto límite... es la debacle, una venenosa pesadilla, mi perdición... me sumerjo en el alcohol, mis emociones estallan y desbarranco... tétrico papelón e insalvables rectificaciones posteriores."

- "Lo más patético es que, en el fondo, al que no veo interesante es a mí mismo... no vengo acá, y le pago, para engañarme... y así, por no frenar, hasta he perdido amistades valiosas... gente que estimo y respeto. Una lástima que lastima... soy ducho en boicotearme y destruir todo lo que me rodea."

- "Con el tiempo uno aprende, se templa... aunque mire, con esto de los 'papelones', me hizo acordar...
A mi hijo se le dio por el golf, le gusta, no deja de ser un deporte e implica un sereno entorno y demás, vio, lo conocido. Resulta que la vez pasada lo llevó a su clase semanal del Jockey y al volver, después de dejarlo en el 'campo', para buscar un libro al auto... veo a cuatro tipos que no se decidían a tirar y prefiero, desconociendo las reglas, esperarlos con deferencia detrás de unos árboles para no interrumpirlos. Y uno de ellos grita desaforádamente: 'DALE, PASÁ' Imagínese... traté de contenerme, casi lo logró pero al pasar me dí vuelta y pregunté quién de los cuatro grandulones había gritado. Me encaró el de la prolijita barbita candado, un prototipo de esos acicalados y presumidos mequetrefes con el porvenir, como dicen, asegurado... o sea, no tienen ninguno. Para qué, despotricando, criticando mi desconocimiento y jactándose, presuntuosamente, acerca de lo que debía hacerse al respecto. Podría haberle dicho, gentilmente, que es una ocupación que reservo para mi vejez pero ni siquiera. Inútil intercambio verbal, palabrerío casi amable, hasta que terminé abonando la teoría periférica, mandándolo a la reputa madre que lo parió y pidiéndole, con encarecimiento, que se metiera ese palo en el orto. Los otros, estupefactos, se indignaron y el atildado señorito aludido preguntó, con un fruncido acento, mi nombre... para denunciarme en el club, supongo. 'Cuando quieras'... 'Vení a buscarlo'... contesté. Así terminó. Nada, puede creer. ¿Quiénes se creen que son? Siempre majestuosamente impolutos, petulantes, listos a amenazarte... con 'su-abogado'. Debiera haberlos ignorado, aplicado aquel dicho aristotélico: 'El hombre es esclavo de sus palabras y dueño de su silencio'... pero pifié, derrapé fiero... es más fuerte que yo. Además persistieron dando vueltas, carajo, sus palabras: '¿Estás nervioso?' No estoy bien... voy sin brújula, como sonámbulo... en piloto automático, peleado con la vida."

Mientras va hablando, retoma cierta conflictiva con su mujer.

-“‘Quiero romper todo’, así comenzó esta vez. Después siguió con portazos y objetos arrojados a diestra y siniestra. ‘Calmate’, le dije, ‘qué pasa’. Nuevamente la tenebrosa sombra imponiéndose entre nosotros, doctor. ‘Psicópata’, ‘querés separarme de mis hijos’… Desconcierto absoluto pero, ante la creciente erupción manifiesta, intenté agarrarla, frenarla. Aunque resultó imposible... ‘voy a destrozarte los dedos, alejate’, bramó. Mientras tanto, sus convulsiones seguían disparándose sin merma alguna. Entendí poco, casi nada, solo notaba que algo de nuestro pasado en común se repetía. Entonces, al aumentar aun más los decibeles, decidí abalanzarme y la abracé pero raudamente ella bajó la boca, lanzándose con furia a morderme un brazo. No sentí dolor, en aquel instante el desgarro pasaba por otro lado. Acto seguido, grita ‘me golpeaste la nariz’. Suficiente, escenario harto complejo, indescifrable caos. Claramente no podía solo, y me fui al cuarto. Ya perdido, intenté dormir, en silencio, aunque sin conciliar sueño alguno… y al rato noto, con innegable alivio, la presencia de Candelaria, en la cama, a mi lado. El tornado había pasado.”

- "Aunque, doctor, es muy difícil. Con desfachatez malevolente puede despacharse desde un letal: 'Yo te desprecio, a ver si lo entendés'. Y firmemente terminar de aniquilarte, le ratifico que ni le tiembla el pulso, con una no menos mortífera estocada: 'Tus hijos constantemente se avergüenzan de vos, me lo cuentan a diario'."

- "O arrinconarte con: 'Loser hijo de puta, lo único que te pedí que hicieras lo hacés mal', por un trámite bancario mal encarado. No es lo mío, eso es seguro, y quedó allí confirmado."

- "A veces le hablo afligido... e, invariablemente, me responde con el bolsillo... y guarda el 'as' en la manga, como punzante material informativo de mis angustias, para defenestrarme cuando así lo requiera."

- "Le serví para fugarse de las garras de su familia... como le dijo, en aquel momento, su mejor amiga de la facultad. Siento que nunca me quiso... y me la paso mendigando vaya a saber qué... reconocimiento... afecto."

- "Cuando pondero lo linda que está, las gambas que tiene y otros atributos... me dice ofendida: 'Claro, es lo único que te importa... sólo me querés por mis piernas, mi culo y mis lolas... eso, flaco, no es amor eh'. Y va matándome con la indiferencia, el rechazo... y las enérgicas patadas a medianoche."

- "Todo, frecuentemente, le cae mal... puros reproches... es la anacrónica queja andante... pareciera que nunca es suficiente."

- "Un amigo me contó que su hija de 5 años tiene mañas recriminatorias más o menos de ese estilo.
Es increíble. Ahí, con mis hijas, por suerte vengo zafando. Él tenía que salir, se le hacía tarde... apurado, al despedirse, le dice a su benjamina: 'Qué linda carita, qué lindos ojitos, qué linda naricita, qué lindo cachetito para darle un besito',  le da un beso y expresa en voz alta ¡'Qué linda que es mi hija! Está yéndose pero, al instante, la escucha hacer pucheros y vehementemente exclamar: '¡Papá... ¿y del pelo no vas a decirme nada?!'."

- "Como extraño trabajar en el campo... estaba tranquilo.
Fue un error garrafal darlo a ese pool de mierda, perdón, de siembra."

- "¿Pool de mierda?", pregunto.

-  "No me daban los números... estos tipos actualizan los fierros, acrecientan los rindes y me pagan una fortuna por arrendarlo... aunque, ahora, no sé... no fue un buen remedio... no tengo, hoy, cable a tierra ni por qué luchar."

- "Encima mi mujer me hizo vender Alvear, el piso del centro, el que era del viejo... porque le parecía chico para recibir gente. Y nos mudarnos, según ella, a 'El-barrio cerrado'. Una boludez, doctor... y cuanto más respondo a sus pedidos, más nos alejamos. Ahí estamos... puta que los parió, música a todo lo que da y, así llueva o truene, atronadores quilombos todos los fines de semana y dale que va, vecinos mal educados, abyectos, desconsiderados, miserables... son ellos, su petardista lucimiento y punto. Menos mal que no es cumbia... pero ya me da lo mismo... manga de arrogantes infradotados."

- "Ah... y ese colegio tan British... Es cierto, van los chicos solos en bicicleta... viendo a los patos en la laguna... pero es como una caja de Pandora... regida desde las apariencias, su máxima preocupación, y el 'money empire'. Con mucho tejemaneje por parte de ciertos engolados padres, pisoteando soberbiamente todo lo que se les cruce y no encaje en su pre-planeado molde. Abundan allí los bufones solemnes, truhanes adulones, lisonjeros... pequeñoburgueses agachándose, encorvándose, rindiendo reverencial pleitesía. Es que se desviven por ser número 1... le dicen 'top', con notable incontinencia verbal, snobismo... y un dejo de baba. Algunos son hábiles para hacer tráfico de influencias... y entrar, arteramente, en los recovecos subterráneos del acomodaticio favor. Así luego, fortalecidos por sus faustos, pomposos y lustrosos oropeles, volar alto, altísimo. Eso sí, claro, el inglés es estupendo."

- "Mi hija Clarita, la genial Clari, la del medio, me dio una lección de buena gente. En este colegio, los dividen en cuarto grado... integrándolos con otras divisiones... 'Barajar y dar de nuevo', diría... Movimiento interesante... y los chicos están cargados de expectativas, de '¿con quién me tocará?'.
Baterías de tests, entrevistas y demás supuestos menesteres... hasta que llega el día del campamento de fin de año, ahí se defina 'la-verdad'. A Clari le tocó, en la carpa, su gran amiga... y estaba feliz, la pasó bárbaro... pese a que prácticamente no durmieron porque Flor quiso ir al baño en la mitad de la noche y Clari... la acompañó... Ningún adulto, despierto, cuidándolos... por lo que dieron unas cuentas vueltas hasta arribar al ansiado baño. Llega el último día de clase y reparten las nuevas listas para el próximo grado. Las habían separado. Clari, lloró... y lloró... 'No me escucharon, Papá'... 'Era lo único que pedí, que me tocara con Flor' Juro que no entendí nada... las 'venerables' instituciones, pensé. Le pregunto, entonces, si quería que fuera a hablar con la directora para que me explicara qué había pasado ya que la tácita tradición del colegio era respetar los grupos asignados en dichas carpas.
'No, Papá. Así cambiarían de nuevo y otra chiquita se perjudicaría', contestó."

- "El viernes fue la comida de fin de año organizada por los padres... esta vez de la clase a la que va mi hijo mayor... en la casa del diputado. Todo muy ameno... pero hay un cotorreo digno de mención. Una de las madres contó que su amiga de 41 años... se enganchó con un tipo y todo venía bien... precisando asimismo el buen desempeño amatorio del 'muchacho' en cuestión. Sin embargo, surgió el primer escollo... el fulano era coiffeur... 'noooo', aullaron un par... y bueh, siguió, nadie es perfecto.
Enseguida trastabilló, tropezó con la segunda piedra... no tenía pasaporte... las risotadas mermaron... por poco imperdonable, parece... pero evidentemente la cama, tenía su peso específico. Hasta que apareció el paredón insuperable... manejaba un Volkswagen Gol. `No te puedo creer... cómo remontás eso... boluuuda...', sonó casi al unísono... 'Too much...' asintieron, escandalizadas, varias... y 'Game over, please' fue lo último que se escuchó."

- "Me acuerdo, una vez más, de Groucho, el 'ermitaño de Hollywood' como él mismo se definía.
Cuenta en sus memorias que una noche, joven y soltero, intentó sin un centavo salir con una chica... y terminó de vuelta, metido en la cama a las diez en punto, solo, sin nada que lo entretuviera excepto una bolsa fría de agua caliente. Después, cuando se casó, afirmaba que el matrimonio y las ideas relativas a la pensión alimentaria... ejercían extraños efectos en las mujeres. A Groucho le gustaba escribir especialmente durante las largas horas de espera en que su mujer se vestía para salir... pero decía que si ella nunca se hubiera vestido, nunca habría escrito."

Sigo, impertérrito, en silencio.

- "No le dije antes, doctor... hablando de minas... el tema Facebook me está quemando la cabeza.
Llegan justo aquellas voluptuosas y cautivadoras diosas, que no veo desde hace años... pareciera que quisieran volver el tiempo atrás. Miré, quiero mostrarle lo que le digo" (saca su celular y me enseña la pantalla).

"'Reconozco Juan que siempre me encantó que mi presencia alterara tu rutina. Se podría decir que perviví durante veinte años y hace poco volví a percibir impulsos dormidos... algún día quizás llegue a profundizar en esto para que puedas entenderlo. Siempre fuiste tan observador conmigo... señalaste detalles tan especiales que sólo un sensible artista o un hombre mágico puede percibir... como el tenue vértice del encuentro entre mi pierna y la pelvis... o el sutil reflejo, para vos prodigioso, de mi figura desnuda en el ventanal. Te puedo ver? Tenés alguna foto para que vea cómo te ves actualmente? Vos pensás que estoy muy diferente? Beso fuerte, fuerte. Como te recuerdo'."

- "Tengo otros mensajes... espaciados... pero los borro al toque porque si los agarra Candelaria (su mujer) me echa de casa. En realidad, me caga a palos y recién después me echa de casa."

- "Además, con las minas pasé, con resignación, de remador reconocido, migajas más, migajas menos... a ser imperceptible, prácticamente invisible."

- "Seamos francos, doctor... como confesaba públicamente, con veraz descaro, Ernesto Sabato: 'la mayoría de los que dicen ser monogámicos son grandes hipócritas., o son tipos que no pudieron tener otras mujeres.' Pero no lo sé, las generalizaciones son antipáticas y más aún en lo que atañe a cuestiones de índole amorosa."

- "Todavía recuerdo, allá y entonces, cuando con mis amigos del colegio nos reuníamos los domingos a comer en un restaurant del centro... calculo que tendríamos 16 o 17 años. El fútbol era el debate obligado, cosa respecto a la cual nunca fui demasiado fanático de ningún equipo en particular y me dispersaba. Pero siempre captaba mi atención una intrigante mujer, de unos treinta, que llegaba empujando a un hombre senil en silla de ruedas. Ella, inocultablemente despampanante, se sentaba distante... en una mesa cercana.... no cruzábamos una palabra, mas las tenues miradas latían aceleradamente. Sus ojos, tan expresivos pero recatados, y la frágil complicidad de alguna escapada sonrisa eran todo en aquellos ruborizados espejismos que asomaban reconquistando."

- "Agradezco, tener este lugar... no está bueno andar ventilando estas cosas por ahí... creo que sino, doctor, explotaría... y en ocasiones, al menos, me permite ver e ir un poco más allá."

- ¿Para qué intervenir aquí? Sólo esbocé un atinado:   "Aha."

- "El otro día, mi mujer, poseída por los celos, me cagó a trompadas... no le estoy jodiendo, me esparció moretones por todos lados... y esquivé una varilla con punta que usamos para avivar el fuego... de la chimenea. Yo estuve mal, no le conté una pelotudez, pero ya temo sus reacciones. Tengo terminantemente prohibido acercarme a cualquier mina... que ella considere atractiva... que a ella misma le agrade. Y una conocida, bomba de tiempo, con: '¡Qué amor es tu marido!', encendió el reguero de pólvora."

- "En otra oportunidad, luego de una comida en casa, Candelaria me recriminó el hecho de haber hablado con una de las minas que vinieron. Decía que osé comentar cuán deportista fui en el pasado y que hasta le sugerí que pasará por el gimnasio en donde, hoy día, entrenaba. Cuestión que al irse todos, obviamente cuida las formas, comenzaron los bramidos... y segundos después de los dedicados epítetos terminó, ya con sobresaltada furia, empujándome de la escalera. Caí pésimo... con el diabólico azar de quebrarme la tibia y el peroné... con fractura desplazada. Tuvieron que operarme para poner en el tobillo una planchuela con seis tornillos... y tres meses sin apoyar el pie. Y, por supuesto, adiós al gimnasio."

- "¿Será como decía, creo que era Nietzsche, eso que 'la mujer aprende a odiar en la medida en que desaprende a hechizar'?"

- "Igualmente varios me adjudicaron los motes de 'cascarrabias', 'calentón', 'arrebatado', 'intolerante'... y algo de esos estigmas hay, doctor. Hasta en algún incendiario hecho, afortunadamente aislado, como usted sabe... perdí los estribos, cual siniestro cadalso, y quedé sepultado."

- "Y es propagado especialmente por una de sus hermanas y por su madre que, con tozuda redundancia, juzgan mi 'rudo' pasado de matarife... mas siempre, agazapadas, en mi ausencia... ante mi se dirigen como si fuese: 'El-ganadero'. Me enardece verlas husmear... fisgonear... cuchichiar como cucarachas... y que se metan con mis hijos, incinerando sistemáticamente sus cerebros... eso sí me vuelve irascible."

- "Aunque, no tienen sañosa maldad... creo que no... y, ¿quién está exento de manchas? Supongo... haciendo un vistazo medio simplista... que se les juega una considerable pereza intelectual con su concomitante encajonamiento mental... unificado a hipnotizados estratagemas e instruidas muletillas, como 'pecado'... y la envidia, que las obnubila. El campo, el apellido, la guita, cosas que para ellas son tanto y, estando tan cerca, nunca del todo pudieron acceder."

- "Alguna vez, en buena hora, a los padres de Candelaria les llueve un mango... y parecen nuevos ricos, con ese síndrome consumista de no poder parar de comprar, de despilfarrar... antojadizas veleidades, tramas omnipresentes, lujos descomunales, super hoteles. Apiadándose del 'Total, después, Dios proveerá' ... no se detienen, ya no hay límite. Pasa a ser normal que se asilen en sus credos  y le encomienden al 'Todopoderoso' todas sus necesidades."

- "Se pasan de rosca, doctor... exprimen hasta la última gota y cuando las papas queman, liquidados, suena el teléfono por los refuerzos... y retorna, así, el 'mangazo'. Son como pendejos desaprensivos, impertinentes, insolentes... y reincidentes."

- "Y jamás una demostración afectuosa. ¿Usted cree que alguno de ellos llama para saludarme por los cumpleaños? Nunca."

- "Yo voy a todos sus 'festejos', y lo paso mal... son pusilánimes vertederos de resentimientos a mansalva. Deben de hablar también de otras cosas... pero ya sólo oigo ritualistas cantilenas socarronas, discriminatorias, rancias, despiadadas. Cuentos desmesurados y parodias burlescas que van reproduciéndose, por insondables cauces, en oleajes furibundos."

- "Pululan, como decía Bioy, los 'diálogos-entre-enemigos'... con una profusión y crueldad espeluznante:

. 'Tu hijo habla como un grasa... será por ese colegio grasa al que lo mandás'

.'Graaasa es tu marido, querida... es un quemo, el lechón... mantenido del papaaá... de terror... no sabe ni agarrar los cubiertos, pobrecito... te casaste por la billetera... por la fábrica de embutidos del padre... sos una atorranta, mosquita muerta... y engendraron tres maleducaditos que llevan negritud en la sangre'

.'Pero no vivo hacinada en un villerío, en ruinas, que-ri-da... y sabés qué... prefiero a un marido grasa que a un inadaptado, borracho y violento como tu marido... ese frustrado inimputable, bueno para nada'

- "Y un monótono 'judíííos-taaanos-trooolos-chiiinos-neeegros-gooordos-retardaaados...' escucho, indefectiblemente, roer de esa manada de coprófagos... hasta recalar en 'el-maligno'. Ahí, doctor, siento la densa pausa sepulcral que se genera. Enseguida, veo labios endurecidos... y las torvas miradas depositadas, perforadoramente, sobre mí. Entonces, vilipendiado ante tan mustio, cáustico y sórdido idiotismo... por cierto ya transpirado, sin armadura alguna, al borde de desfallecer... me levanto colmado, acosado por la desquiciada jauría, y le imploro seriamente a Candelaria: ¡'vamos', 'vamos', 'vamos'! 'Por algo será que tenés eternamente a todos en tu contra y nadie te banca, ¿no podés ver la realidad? psicópata tóxico', y sentencia ella su calificativo favorito... Además, ¿qué podía esperar?... ¿contención?... ¿cariño de su parte?... ¿susurros al oído?... ¿mimos?...
Al final, sus padres, todavía no se persignan delante de mí pero es infalible el litúrgico 'Siempre rezamos por vos, Juan'."

- "La otra hermana está en la suya... complacida con sus proyectos. Es abogada... con sus contactos 'poderosos'... de secretarías varias... conocidos políticos... aliados juristas... y amigotes fiscales. Le gusta alardear y avasallar... sacar chapa... sentirse 'superior'... llevarse el mundo puesto. Allá ella, temerariamente mediocre, con sus juglarescos oráculos y megalómanos vicios. Pero a mí, sinceramente, no me jode. Además, la situación me recuerda a una novia de la infancia, la hija de un comisario... y me mantengo, por las dudas, a una distancia prudencial."

- "Es una flía numerosa... siendo tan teístas, no podía ser de otra manera. Candelaria y sus hermanas iban seguido a `Los Arrayanes`y sus hermanos a`'El Caldén'... ¿los ubica?... pertenecen al Opus."

- "Al menor de los hermanos... que dicen: 'es el rebelde', 'el hijo de la vejez'... no le estuvieron tan encima pero no lo creo. Él es un personaje liberado de toda secreta masonería... y está con una chica que tiene 20 años menos que él, que trabajaba de streeper. Cuando él la conoció, ella tenía una hija de 5 años. Recuerdo que, para ese entonces, compró un viejo Porsche 911, del '73, y llevaba a su novia y amigas, apretadísimos, a trabajar a distintos eventos nocturnos. Se tomaba su champagne y miraba despreocupado. Había un morbo en esto de 'todos la desean pero se viene conmigo'... aunque, no lo sé... usted que es psicólogo sabrá, es vox pópuli que ustedes son versados en curiosear y entrometerse en la vida sexual de las personas. La cuestión es que, tiempo después, se casaron y tuvieron un varón. Al tipo desde siempre le gustó el cannabis, alega que es para uso 'medicinal', trabaja mucho y es el que terminó ocupándose de los asuntos del padre... ¿quién lo hubiese dicho? Su mujer vive para el cuerpo... cirujías, Botox y todo lo demás... piensa que si algo se le 'cayera', su marido la abandonaría. Es extremadamente celosa, conoció cierto bajo mundo... y tiene remanentes elementos, fantasmagóricos, como para sospechar. Pero lo más llamativo es que no lo deja ni un segundo 'descansar'... es de la idea de que si ardorosamente lo 'seca', el tipo va a quedar 'vaciado' y sin ganas de acercarse a ninguna otra mína. Y él, no da más. Lo aborda con lascivo erotismo cada mañana, precediendo al suculento desayuno... al mediodía lo espera con un manjar proteínico y, de paso, un minishow dionisíaco... e incesantemente a la noche, el volcánico culto de los fetiches. No lo veo nunca... va del laburo a la casa y de la casa al laburo, como aquella consigna del General. Lejos, es con quien mejor me llevo de esa familia... mas no concurren a ninguna reunión. Hace no tanto tiempo me lo crucé de casualidad en el centro... estaba un poco decrépito, ojeroso y demacrado... con palidez cadavérica... pero parecía contento."

- "Tiene un hermano gay que para caretearla tuvo que irse a vivir a Canadá... comentan que se fue con un primo a 'estudiar'. Acá lo pasaba calamitosamente... en las fotos aparecía de traje y engominado... sosteniendo estólido, con petrificada impostura, un gesto adusto."

- "El otro hermano la liga porque se casó con una mina 'tradicional'... no hay culo que les venga bien, doctor... y entiéndame, ya hablo más enajenado que de costumbre. Además... es flaca y con plata... lo que les resulta insoportable... le van ferozmente a las venas yugulares, una y otra vez."

- "En lo que a mí respecta, si me conocieran sabrían que no hay nada de que envidiarme. El apellido viene de arriba... ¿qué mérito hay en eso?... y conlleva a menudo, como usted sabe, preceptos cuanto menos desprestigiados... hay mucho boludismo repetitivo circundante... que para muestra acá estoy."

- "Espesa institucionalidad, tanto milico-sacerdotal como gobernante, me lo advierte de sobra. Padre, militar de alma, soldado, coronel... que dichosamente pidió el retiro en 1967, a sus 41 años... hermano, cura... abuelo materno, gobernador en 1934... tatarabuelo paterno, gobernador en 1875... y demás. Mucha ascendencia 'P...' (dice su apellido) hay en la República Argentina y nebulosas historias... verídicas o no... podrían llegar a salpicar, a lo lejos, de antaño."

- "Y el campo, doctor, que es mi pasión, terminé cediéndolo para mantener el tren de fiestas fastuosas, viajes 'exóticos' y demás gansadas. Recuerdo un fin de año en casa... vinieron todos... y en cierto momento veo a los primos de Candelaría, todos veteranos muy vivos, vivísimos... llevándose la Knucklehead, la Knuck '47 que usted conoce, una verdadera reliquia. La empujaban en pedo... con embriaguez maníaca... pergeñaban, descabelladamente, tirarla a la pileta. ¡Qué exasperante paroxismo colectivo de lo imbécil!, ¡cuánta idiotez concentrada! Me salió un vozarrón de ultratumba... años de whisky añejo y cigarro puro... y cada uno a su casa."

- "Después, con altisonante grandilocuencia, pregonan: 'La importancia de inculcar a los chicos una formación religiosa, como Dios manda' Y se alaban, enquistados en uniformes máscaras, con: 'Somos todos hermanos ante el Señor'. Pero, por lo bajo, murmuran sarcásticamente: 'A estos cabezas, que cortan rutas, habría que fumigarlos'. O superfluamente singularizan: '¡Qué-desagradable-aquella!... cómo habla y qué se puso, ¿la viste?... ¡qué horror, es un espanto, horripilante!... raro, la hacía bien... parecía g. c. u... ¿cómo se llamaba?'. O también lanzan el clásico apotegma chauvinista, excluidor y, ya diría, excretorio: 'Todas las maids de tal país son ladronas... o sucias'. Patrañas, ingratitud, pacatería, cretinismo. ¡Qué se dejen de joder, de levitar, de estar tan al cuete, che! ¡Qué hagan algo de su abominable, superficial e insustancial subsistencia, por favor! No quiero más de esto y menos para mis hijos."

- "Yo, doctor, en aquellos momentos estoicamente bancaba algún maltrato... ese tonito irónico, burlón, amargo, sargentón. El análisis me hace bien, vengo mejorando ¿no?... y el haber parado con el whisky de la noche, también. Ahora tomo sólo a la mañana... no, no... (ríe) pero es en serio que el humor ayuda... y en casa ya casi no tomamos nada... Candelaria, a veces, una copa de vino blanco y nada más."

- "En realidad, debido al alcohol, transcurrí por patéticas escenas que han potenciado lo peor de mí... y resultó ya suficiente como para corriéndose de ahí."

- "Como le decía... percibo aspectos positivos... en esas pantanosas 'ciénagas' situacionales, de injurias galopantes, parezco un monje budista Zen... pero, como le comenté, me saturéOK, dije 'Basta', posicionándome en el lugar en que, creo, menos quería estar."

- "Justamente le había pedido a Candelaria, para resguardar a nuestros hijos, que la cortara de horadar con eso de 'Nos-separamos' Lo larga cada dos por tres ante el menor problema y sale después, alterada, a repiquetear con toda la artillería pesada. Parece como dicen ustedes, los bochólogos, defendiendo a su gremio... que los que no se analizan están, en mayor grado, condenados a repetir activamente lo sufrido en forma pasiva... que ella está repitiendo una y mil veces, como un espasmódico proceso en infinito, la historieta de sus padres... usando esta hiriente frase, de cabecera, luego de vomitar el aluvión de insultos."

Sin embargo, vericuetos de lo inconsciente, termina él diciendo: "Nos separamos"; y sigue hablando:

- "Complicándolo todo veo ahí escondido a Juampi, el varón más chico, rogando desconsolado, con ojos apenados, mi calma. Mi hijo, una luz que se apagó en ese soplo, estaba escuchando, destrozado, detrás de la puerta entreabierta. Y me sentí un crápula, bastardeándole con mis dichos sus sentimientos, golpeándome en donde más me dolía."

Y relata compungido:

- "En ese segundo se detuvo el mundo, dejó radicalmente de girar. El voraz vacío trituró todos sus velos, y no supe mas qué hacerMe invadió pavorosamente la desolación. No puedo más, me dije, y le aseguro que estaba para cualquier cosa. Quería estar muerto pero no encontré el coraje para suicidarme. Soy una basura, escoria de la peor calaña, con el erosivo enfurecimiento intempestivamente a flor de piel. La disfracé como pude, pero hace rato que yo no valgo nada, que represento ese a quien odio. Mi vida está terminada, doctor, enterrada en el olvido."
Después se disculpó ante su hijo, y le negó que realmente sintiera lo expresado, que lo dijo involuntariamente, enojado. ¿Fue suficiente reparación?  No lo sé. ¿Dejó una marca? Quizás. Candelaria posiblemente tendrá, desde lo manifiesto, sus "razones", las cuales parece -según cuenta Juan- que expone con avezado esmero, precisión cronológica y lujo de detalles pero tengo sólo la versión del marido (incluso, por supuesto, contaminada a través de su propia historia actuando como caja de resonancia). Quien exterioriza:

- "Hasta puedo compartir mucho de lo que ella dice. También yo estoy hastiado de mí mismo, de mi desganada vida teñida de impronunciable apatía e inseguridad cronificada... de la impresentable imagen de abatido que doy a mis hijos. Para qué negarlo frente a usted. Y, así como estoy, puedo tergiversarlo todo. Por eso, en definitiva, vengo acá."

- "Además, Candy es una mina bárbara cuando sus conflictos se lo permiten. Usted está al tanto de la escalofriante hecatombe que pasó desde que nació. Demasiado desamparo, doctor. La terrible muerte de su hermana, la primogénita, estando su madre ya embarazada de ella. Horas antes, el padre de Candelaria, que es hijo único con padre ausente, salía tambaleante del entierro de su madre. Luego de Candy, a los once meses, todavía en pleno duelo, nace Delfina, la tercera, que tampoco debe de haberla pasado bien. Finalmente, las recurrentes pesadillas de Candelaria... Hay un rebús que se repetía noche tras noche en sus sueños: la imagen de ella, muy chiquitita, cargando sobre su espalda el colchón de los padres. ¿Quizás con un tratamiento? Mas, desde esas ideologías, tan dogmáticas, no hay lugar para el psicoanálisis."

- "En fin, recién ahora, atando cabos sueltos, re-significando, voy de alguna manera reconciliándome con ellos, con sus locuras... y, sobre todo, con las mías."

- "¿Qué hago doctor?
¿Mando todo al carajo? Increpando de ese modo, que le viene de herencia, nunca sacó ni sacará algo positivo sino todo lo contrario... y, de última, dicen que dos de cada tres matrimonios se separan."

- "Pero la quiero, y encima sigue estando buenísima. Eso sí, nunca me empalaga." (y sonríe levemente).

- "Dejamos por hoy", marco el fin de la sesión.

Podría seguir aunque creo que como ejemplo resultó válido y es un adecuado momento para, también nosotros, detenernos.

Entonces, qué decir -más allá del análisis- acerca de estos habituales casos.

En primer lugar, "las-discusiones-y-los-gritos-no-sirven-para-nada".

Y el lamentarse, tampoco.

Es preferible, en esos atascados sinsentidos, saber preventivamente callar, retirarse a tiempo, y máxime cuando todo el afecto está involucrado.

"Siempre lo que mejor se ve en una experiencia es lo que está a cierta distancia", transmitía Lacan en su primer seminario.

Irse si es necesario, cortar amarras, directamente alejarse de esas adversas atmósferas y aventurarse...

"Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. ¡Huye allí donde sopla un viento áspero, fuerte!", decía mordazmente Nietzsche ante el ensordecedor ruido de los grandes actores ("grandes hombres" llaman -según él- a estos pedantes comediantes de sus propios ideales) y el zumbido de los pequeños... revoloteando con sus aguijones.

"El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que esta no tiene opinión sobre nosotros." (NietzscheHumano, demasiado humano)

Mas, sin pretender hacer centinela -de lleno aquí- en los aterradores pánicos "munchianos", Freud apercibió que no podemos transcurrir la vida sin lenitivos:


Edvard Munch, El grito
"Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles.
Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos ('No se puede prescindir de las muletas', nos ha dicho Theodor Fontane).
Los hay quizá de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas que la reducen; narcóticos que nos tornan insensibles a ella.
Alguno cualquiera de estos remedios nos es indispensable."

¿El afuera como refugio y las estúpidas pasiones, ciertos ineludibles guiones imaginarios (a saber: mitos -con los ritos que estos instauran-), a modo de "lenitivos bastones" para aquellos laberínticos senderos?

"Y el hombre que durante tres cuartos de hora había pensado en terminar con su vida, subía al instante sobre una silla para buscar en su biblioteca el catálogo de los cristales de Saint-Gobain
" (Stendhal)

El tiempo pasa irremediablemente rápido, con dilatadas brumas y vastos contrasentidos para velar, en una inenarrable vida que suele no ser un "topos" celestial [¡Oh Fortuna!, versión musicalizada por el compositor alemán Carl Orff (1895-1982)]; mas somos responsables -fundamentalmente ante nosotros mismos- en lo concerniente a nuestros actos, decisiones y deseos.

Por último, hay un insoslayable aspecto que fue mencionado al pasar y es el elevado nivel de frivolidad en esto de las motos, los caballos, los vinos, los cristales de Saint-Gobain...

Diría, a priori, que es así pero antes de comenzar a vituperar poniendo en materia de juicio condenatorio, reconozcamos que pocas cosas son francamente necesarias y/o trascendentes (y cada uno, si quiere, verá cómo está y qué hace al respecto).

Considero, a su vez, cierto deleite vivencial como básico y "saludable" (vuelvo... -parece que quedó rondando-).

Y ese podría ser otro variable factor para preguntarse dónde está, cada uno, posicionado.

"Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria." (BorgesElogio de la Sombra)

Tampoco es aceptable que los que estén cerca deban, después, soportar netamente a un necio amargado...

"Quien está descontento consigo mismo, está dispuesto continuamente a vengarse de ello: los demás nos convertiremos en sus víctimas" (NietzscheLa gaya ciencia)

A las dos personas -a quienes me referí al comienzo del capítulo- seguramente este crónico "descontento" jamás les acaecerá.

puedo extenderlo a un tercero, ya desde un lugar cero materialista.

A un señor fuera de serie que siempre siguió, en forma desinteresada y comprometida, sus ideas sin derrumbarse ante los desengaños (y los hubo... cuantiosos y estrepitosos).

Además, se brinda incondicionalmente con íntegra generosidad.

Me supera el avanzar acá pero lo sé un buen exégeta de entre-líneas.

Gracias, padre.





13-  Bajar el telón


Agrego que meses después aparecieron otras H-D's... sin embargo, por las derivaciones de texto suscitadas, pareciera ser algo ya meramente irrelevante.

Es más, sospecho que gran parte del itinerante bla-bla-bla fue inconscientemente para exorcizar aquellos descentrados puntos atravesados.

De todas formas, dando probablemente por terminado este reluciente juego de las motos, comento que me llamaron de la concesionaria: "comunicate" (fue el mensaje que dejaron) y, de más está enunciar, pasé de inmediato.

Al llegar me señalan una colorida Electra Glide Ultra Classic Screamin' Eagle, tope de línea, y afirman: "Tu moto" (!).

Prudentemente desconfiado, por lo fogueado y baqueteado a través de los años, sonrío incrédulo.

Acto seguido, rematan: "la semana pasada tuvimos que cambiar los precios, hoy están a..." (aproximadamente un 40% arriba, y esto fue previo al impuesto del 50% anunciado en diciembre de 2013).

En aquel entonces me resultó como un amalgamado cataclismo entre burdo, camelo, gracioso; y tardíamente, por estas inconmensurables lides, empecé quizás a "entender" un poco.

Cuando, pese a mis preventivos escudos (curtido por los sucesivos traspiés), quedé bamboleando y tuve como un silbido de oídos que no me permitió seguir escuchando.

Sólo atiné -antes del inesperado knock out- a preguntar por alguna de las nuevas, de menor fulgor, más "accesible", como una FLHTC azabache que también estaba ahí (¿cómo?), y dentro del margen de lo con anterioridad solícitamente pactado.

"Todas vendidas, y pagadas" fue la automática respuesta y advinieron mil repreguntas para hacer pero noto que voy perdiendo elasticidad y fuerza para reincorporarme.

Y me agarra en un momento económico vago, errabundo, "desalentador" (para expresarlo elegantemente).

Además este reemprendido metejón (que no es propiamente denominado: "generador de efectivo") me tiene bastante absorto, como capturado, "como un enfermo melancólico que para olvidar su presente pone por escrito la historia de su juventud." (F. Nietzsche, La gaya ciencia).

Vuelvo a Ortega y Gasset: "El esfuerzo inútil conduce a la melancolía" (Rosa Montero, El peligro de estar cuerda).; mas no aquí "melancólica-lona" sino ¿"horno"?, creo que así le dicen.

Atisbo, para "abdicar" (sin claudicar con mis sedimentados berretines), un próximo rebusque transversal: "Desde siempre": Antigüedades, imperdibles ventas de garage (objetos preciados y excepcionales vejeces hasta agotar el único -e irrepetible- stock).

Bromeo, aunque podría ser entretenido; de paso despejaría la atiborrada e innecesaria carga (gran parte heredada...).

"No hay otro bien más que el que pueda servir para pagar el precio del acceso al deseo", otro demoledor Lacan dixit -esta vez del seminario 7- que acá va "conectando" (como exordio) conSUJETO.

Repentinamente se dejó ver otra añeja "beleza" (una conocida H-D 1340) más proporcionada a mi lógico presupuesto y, dados los pormenores descritos, sumado ya a alguna merma de entusiasmo, admito que no fue fácil de adquirir.

No obstante, sin prorrogativas ni carraspeos, me abalancé.

Fin del relato, me despido con un fragmento de Nietzsche:

"El que quiere solamente, dentro de cierta medida, llegar a la libertad de la razón, no tiene derecho durante mucho tiempo para creerse sino un viajero, y no como el que hace el viaje hacia un fin último, porque no lo tiene. Pero se propondrá observar bien, tener los ojos muy abiertos para todo lo que pasa realmente en el mundo (...) es necesario que exista en él algo del viajero que encuentra su goce en el cambio y en la mudanza." ("Humano, demasiado humano")


Cordialmente,
Gonzalo Paz
Más allá de la razón.





14-  A modo de interludio


Simplemente -a modo de breve intermedio para ir descomprimiendo- unos pocos, variados y vinculantes, enlaces de música.

"Cuando hemos perdido las ganas de manifestarnos, nos refugiamos en la música" (Emil Cioran, Ese maldito yo)

"Cuando nos abandonamos a la música no hay ninguna palabra en nuestra cabeza, lo cual es un gran alivio." (Friedrich NietzscheAforismos)

"Música" como "una de las maneras -sólo una entre muchas- de crear orden a partir del caos original." (Nadine Gordimer, Un arma en casa)

"Sin la música, la vida sería un error." (Friedrich NietzscheEl ocaso de los ídolos)

Si tuviera que explicártelo...



- Pappo's Blues: "Stratocaster Boogie" 
- Norberto "Pappo" Napolitano con BB King en el Madison Square Garden
- BB King: "Lucille" "A Blues Session" "The Thrill is Gone" "Rock me baby"
- Muddy Waters: "Manish Boy" "Baby Please Don't Go"
- Buddy Gay con Carlos Santana (Montreux Jazz Festival)
- Genesis: "The Carpet Crawlers" "Los Endos" (+ 'Drums Duet')
- Led Zeppelin: "Moby Dick" "Kashmir"
- Deep Purple: "Machine Head"
- AC/DC "Hells Bells" "The Jack" "Rock me baby..."
- New York Stories, Scorsese (Procol Harum: "A Whiter Shade of Pale")
- Liza Minnelli: "Cabaret" (Fosse) "New York..." (Scorsese)
- Pat Metheny/Anna Maria Jopek "This is not America"
- Aretha Franklin "I say a little prayer"
- Wes Montgomery: "Bumpin' on
- Astor Piazzolla: "Adios Nonino" "Reunión cumbre" (c/Gerry Mulligan)
- John Coltrane: "Blue Train"
- Miles Davis: "Kind of Blue"
- Gershwin: "Rhapsody in Blue" (Fortissimo Fest -Bulgaria-)
- Bolero de Ravel (Wiener Philharmoniker - Gustavo Dudamel)
- Mozart: Sinf. 41 "Jupiter"
- Canon de Pachelbel por Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín





15-  Fuera de juego


Hasta acá llego; perdón por la extensión de lo escrito y, primariamente, por la agravante mezcolanza imbricada: mitos, motos, misas, musas, musica...

Esta suerte de errátil soliloquio en deconstrucción empezó de una forma algo más ordenada pero fue (como permisiva licencia catártica) rápidamente soltándose, corriéndose, yéndose, sin timón alguno, hacia cualquier lado.

Y malogró, por consecuencia, cierto -llamémoslo "meticuloso"- hilo narrativo.

"Así como lo malos poetas, en la segunda parte del verso, buscan la idea por la rima, igualmente los hombres, más inquietos en la segunda parte de su vida, tienen la costumbre de buscar las acciones, las situaciones, las relaciones que cuadran con las de su vida anterior, de suerte que exteriormente todo esté de acuerdo; pero su vida no está ya dominada ni determinada siempre por una idea poderosa, sino reemplazada por la intención de buscar una rima." (Friedrich NietzscheHumano, demasiado humano)

Sin embargo, fallidas "rimas" mediante..., permitió -como independiente acto de concreción- derribar herméticos muros y encarar, apelando por dialéctica oposición, desde los plausibles (aunque indefinidos) beneficios del lenguaje por sobre los corrosivos estragos del mutismo.

E implicó, de este modo, no terminar arrumbando todo tan inútilmente en desapacibles rincones a manera de recónditos tinteros.

Las presentes líneas, además de revivir y desahogar señales del moribundo pasado, posibilitaron brindar una dimensión de agradecimiento que creí perder (como desesperanzada despedida) en la irrupción de aquel aprisionado instante.

No es casual que quiera expresamente, aquí y ahora, hacer una especial mención al Profesor Licenciado Osvaldo Umérez.

Eximio psicoanalista -mi analista-, un capo apasionado de su actividad, defensor acérrimo del buen trato y del buen decir, que murió el 20/7/2008 por un accidente en la ruta... debido a una forzada maniobra que hizo, logrando así (acorde con su protector estilo) salvaguardar a un otro.

Un cálido saludo a su mujer y a sus dos hijos, a quienes no conozco personalmente pero me uno en el dolor.





16-  Postdata (años después)


Hola, tanto tiempo, qué bárbaro, ha pasado ya más de una década.

A la semana siguiente de haber cumplido 60 años, me comprometí en modificar determinados aspectos -sobradamente contraproducentes- de mi existencia.

Ludovica Squirru (una conocedora desde niña de la cultura oriental) dice que, según los chinos, "a los 60 te parís a vos mismo, vas corriéndote de la dupla ensayo-equivocación y empieza una nueva etapa en donde aplicás todo lo que te hizo bien en esta alquimia de la vida".

Se ve que, finalmente, puede llegar a ser cierto aquello de "nunca es tarde".

Cambia, todo cambia -dijimos en algún momento- y así, con un drástico "volantazo" (viraje de 180 grados), empezó esta otra novísima etapa.

Paso a compartir unas cuestiones que, a simple vista, parecerían llanas y de escasa importancia; sin embargo, en mí hoy claramente -diría por supervivencia- resultan relevantes.

Posiblemente a alguno de ustedes esto le sirva y cualquier duda, como siempre, me consultan por mail (sigo sin utilizar las "redes sociales").

Partí -más allá del habitual vaivén anímico y del subibaja emocional- con un estado corporal bastante calamitoso, descuidado, prácticamente abandonado.

Y en especial remarco que un percance clínico -esta vez vinculado al colon- detectado a tiempo (espero) colaboró, decisivamente, con este necesario llamado de atención.

Suficiente; el cuerpo, una vez más (en tanto organismo viviente no siempre escuchado), brindando valiosas señales de alerta.

Un nuevo comienzo: 1/11/2023->112,600kg… marca rotunda y fiel reflejo de cómo me encontraba, con las decadentes consecuencias absolutamente a la vista.

Se trató, pues, de históricos excesos -socialmente aceptados y publicitariamente fomentados- perpetuados con mal pronóstico.

Nada excepcional (desde un punto de vista etiológico), por el contrario, era el típico descontrol tóxico y adictivo al mero servicio de las respectivas industrias.

Básicamente, una destructiva cantidad de cigarros, circunstanciales marejadas de alcohol y pésima comida ultra-procesada (la dieta standard americana...).

Sumado, todo esto, a la nociva falta de ejercicio físico.

Combinación, por supuesto, no-recomendable; aunque, lo inconsciente (creemos saberlo) opera e impera.

Probablemente -para considerarlo quizá en otra oportunidad- añadiría la pulsión de muerte, la compulsión a la repetición, la fijación gozosa, el temor en derredor a lo inenarrable y demás variadas derivaciones conjeturables.

Tantos años de análisis personal pareciera que aquí no han aportado demasiado pero, ¿quién sabe?; el contra-argumento, expiando a mis sucesivos analistas, sería "aún estoy vivo y sigo con ganas".

Creo que gracias a conocer en mí mismo alguna mundana propensión hacia lo "ilimitado" (la experiencia y cierto trabajo psíquico lo ha evidenciado), supe mantenerme al margen -eros mediante- de sustancias más pesadas.

Bastante cocaína -por ejemplo- ha circulado en torno a mí pero afortunadamente nunca me detuve, allí siempre pasé de largo.

En esencia, estos preparados (tanto químicos como "naturales") representan formas fugaces, ilusorias y deficientes de esquivar-tapar angustia.

Y es un hecho que, a la larga (triste e indefectiblemente), van carcomiendo lucidez mental.

Es una lástima, salvo que se "opte" -directamente- por transcurrir la vida de manera adormecida, anestesiada, atontada, estupidizada.

Controversia psíquico-social, paradójicamente, no tan mal vista desde muchísimas instituciones... como uno supone, con ingenuidad, que debería ser.

En definitiva, más allá de cuestiones de marketing, lo trascendente suele estar poli-determinado (nada es "así porque sí").

Por de pronto, bajando-a-tierra, es hora -en este caso- de asumir activamente lo irreversible del propio deterioro e intentar ir dejando de lado el abrumador enojo contra uno mismo (culpa y dejadez retroalimentándose).

El propósito acá fue revertir de cuajo la situación, en especial por aquellos que quedan, y empezar con un abrupto descenso de peso.

Es decir, despabilar responsablemente la pereza, encarar con sensatez el asunto y comenzar a liberar una cuantiosa e innecesaria "carga" (en sentido amplio).

Agrego que el factor cuantificable colaboró, muy favorablemente, en dar un marco direccional (valorable matiz en la evanescente "dimensión humana").





17-  Renacer


En este preciso momento, al 1/8/2024, 77,500kg (rigurosos 35,100kg abajo en exactos 9 meses).

Debo admitir que nada mal, dicho registro, tras la férrea decisión tomada.

Como un renacer... tardío, y creo ya haber superado el potencial tema "abdominal-visceral-arterial" (catalogado como amenazante).

Según mi contextura y altura, 1.78m, me atrevería a afirmar -siguiendo también el IMC- que este sería más o menos un peso "aceptable" (hasta con algún ensoñador destello del remoto pasado).

De hecho, ayer mismo me realicé un estudio que de algún modo confirmaría el rumbo correcto.

Como "Peso Ideal" para mí, una referencia concreta, figura allí 76,900kg (tan solo 600 gramos menos).




Por una cuestión de longevidad, resta transitar el "largo" último tramo de la vida (y para también poder enfrentar, espero, los probables achaques que vayan surgiendo), habrá que mantener -como espiral virtuoso- esta actualmente atendida forma de alimentación.

Como aquel conocido aforismo que, alrededor de 460 AC, sentenció Hipócrates:

"Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina."

Y, asimismo, seguir ejercitándome in aeternum.

Hablando de "ejercitarme para toda la vida"... antes de ayer me anoté en un gimnasio; pese a que -en principio- suelo ser reacio al encierro y, fundamentalmente, a la muchedumbre.

Encontré en ese lugar una paradojal concurrencia sinérgica que, entiendo (para mi sorpresa), podría llegar a ejercer cierta correlación positiva.

Además, a través del entrenamiento físico se liberarían "endorfinas" (neurotransmisores que contribuirían en aliviar la ansiedad, bloquear el malestar y otorgar cierta sensación de placer-bienestar).

De la extensa variedad de aparatos disponibles, sólo probé la elíptica y la cinta de correr (ambas máquinas fáciles de usar, modernas, eficaces).

Luego incursioné en una clase del tradicional Hatha Yoga... práctica que merece, claramente, otro capítulo.





18-  Yoga


No fue nada simple, aquí, coordinar aquellas dinámicas posturas (denominadas ásanas) cuyo peculiar ritmo resulta siempre marcado a través de una atendida respiración.

Aunque la hipotética fórmula de aquietar tempestades psíquicas sin fármacos era, a priori, un argumento sumamente atrayente para persistir.

La profesora va terminando su clase con esa conocida oración que invoca serenidad para aceptar las cosas que no pueden cambiarse, valor para modificar aquello que sí se puede y sabiduría para reconocer la diferencia.

Y, antes del saludo final, parafrasea a Santa Teresa de Ávila y dice "qué nada te turbe, nada te enoje, nada te espante, todo pasa".

Atinados mensajes post-relajación y especialmente para alguien que aún combate cierta inclinación a, diría, impacientarse...

Debería de insistir con esas controladas técnicas de "respiración consciente" (pranayama), meditación en el vacío... y estiramiento.

Me vendría bien experimentar aquella tranquilidad, elasticidad y unión-conexión que (como disciplina milenaria) esta práctica parece ofrecer.

De hecho, el estilo aquí imperante parece ser denominado "Vinyasa" que literalmente remitiría a ciertos movimientos y respiración sincronizados que generarían quietud mental. 

Además, poco a poco, han ido desapareciendo ("toco madera") aquellos cronificados dolores especialmente ciáticos y lumbares.

Sumando entusiasmo, encontré en un libro titulado EN LA PRÁCTICA, de Julia Napier (una estadounidense radicada en Argentina... ya sólo por ese excéntrico hecho merece detenerse en ella), estos párrafos que me gustaron:

"Esta es la enseñanza del practicante, no el camino a la pureza o la perfección sino el esfuerzo de cultivar la tolerancia del no saber." 
"Años de hábitos, creencias y rigideces afloran entre inhalación y exhalación, y presenciamos el jardín que hemos cultivado durante toda una vida. Como dice Hartranft, 'ásana es una ventana que se abre hacia nuestro condicionamiento personal más arraigado y el sufrimiento que nos genera'. Ciertas posturas nos dejan al desnudo. Todos, en algún momento, lloramos en la relajación final."

Lectura que me llevó a Richard Freeman y Mary Taylor, absolutamente desconocidos para mí hasta ese momento.

También al siguiente libro de la misma autora (Julia Napier), llamado EN CASA: ACERCA DE HABITARNOS, y al cual cito:
 
"Una de las ventajas de practicar yoga es la oportunidad diaria de ver nuestras flaquezas y nuestro coraje, ver cuán lejos hemos llegado y cuánto camino nos queda por recorrer."

En fin, seguramente esta misteriosa dimensión -con amplias ramificaciones- continuará.





19-  Salud-Bienestar-Longevidad


Yendo ahora de vuelta a lo general, el proyecto en sí puede ser difícil y complicarse (más que nada debido a la alta incidencia del factor atemporal).

Tabaco y alcohol fueron rápidamente expulsados, no costó tanto descartarlos pese a las numerosas décadas de enviciada costumbre.

Solamente restringí aquellos forzados eventos sociales que, de algún modo, invitan al pandemónium etílico.

Y fumar ya estaba en mí asociado a la pérdida de seres queridos por el nefasto cáncer de pulmón, no hay que "inmolarse" (identificándose y repitiendo conductas como supuesto reconocimiento amoroso).

También escribir, e ir compartiendo las distintas vicisitudes que van surgiendo, representa una gran ayuda en pos de sostener todo el proceso.

Vamos por partes, “longevidad” es la palabra en donde quiero ahora detenerme.

Como hemos visto por ahí, el Psicoanálisis no es un “idealismo” (compromete siempre un cuerpo).

Aspecto complejo… “lo anímico reposa sobre lo orgánico, aunque no puede llevar su labor más que hasta esta base y no más allá.” (Sigmund Freud)

Existen varios factores comúnmente planteados como de riesgo: edad (único inmodificable), tabaquismo, obesidad, sedentarismo, mala alimentación, cronicidad de la elevada tensión denominada “stress”, aislamiento social, contaminación ambiental, falta de descanso-sueño.

Mayores peligros concomitantes: cardíaco (infartos), accidente cerebro-vascular, hígado graso, diabetes de tipo2, depresión, demencia senil, alzheimer, etc.

E, incluso, llevar un estilo de vida "saludable" podría potencialmente ayudar a prevenir ciertos órdenes de cáncer.

La pretensión sería tomar consciencia sin asustarse ni, mucho menos, paralizarse... arduo equilibrio.

Entonces, ¿qué puede hacerse?

Aparte de -dato no menor- encontrar un espacio propicio para manifestar con singular voz la "problemática" (en situación, obviamente, de requerirlo).

Es interesante recordar la connotación que conlleva, según la RAE, el vocablo "adicción" al separarlo: "a" denota privación, y "dicción": palabra.

Julia Napier, en su libro EN LA PRÁCTICA, cita a Christine Caldwell quien define a la adicción como aquel "hábito persistente de retirarse de uno mismo".

-Tips sencillos (muchos de los cuales implementé c/aparente buen resultado)
.Agua, unos 2-3litros p/día (Xkg/7=Xx250cc)
.Aceite de oliva extra virgen
.Aceite de coco
.Vinagre de manzana
.Nueces-almendras-pistachos-catañas de cajú
.Espinaca (y hojas verdes en general)
.Palta (oscura, blanda, c/arrugas)
.Brócoli
.Remolacha
.Tomate
.Zanahoria (muy buena para la vista)
.Cebolla
.Choclo
.Aceitunas negras
.Arándanos (baja carga de glucemia)
.Bananas (+verdes)
.Frutillas
.Kiwi (mucha fibra)
.Limón
.Manzana
.Naranja-Mandarina, aporte de vitamina C (que el cuerpo no produce)
.Durazno
.Ajo
.Semillas de chía (remojarlas 1hora antes de consumir)
.Semillas de lino (triturarlas)
.Café a la mañana, máx. 3 dobles (por hipertensión arterial)
.Sal necesaria, 1 cucharadita p/día
.Cacao (+85%)
.Té verde (antioxidante)
.Té negro, por la tarde (despierta)
.Té de manzanilla, después de almorzar
.Té de boldo, unas 2hs antes de ir a dormir
.Arroz integral (poco)
.Proteína: 1huevo p/día o carne magra (vacuna 1 ó 2 veces p/semana, pescado y mariscos 3 ó 4 veces p/semana, pollo 1 ó 2 veces p/semana)
.Lácteos discutidos, posible daño intestinal y acné por la caseína; zafarían, por los probióticos, el queso entero -no descremado- duro y el yoghurt natural de pastura (en general de cabra o de oveja)  
.Tabaco, azúcar refinada y alcohol = cero; evitar también comidas industrializadas, ultra-procesados, saborizantes, colorantes, conservantes, ácidos grasos trans, frituras, embutidos, etc.
.Limitar las harinas (no proporcionan ningún nutriente)
.No tomar jugos de fruta (glucosa concentrada en demasía)
.Si queremos fruta entre comidas, comer un puñado de frutos secos antes para inhibir los picos de insulina y glucemia 
.Ayuno intermitente: 16-8 (2 ó 3 raciones por día) || 23-1: OMAD (preferentemente no a la noche para evitar así afectar el descanso) || Ingerir primero la proteína y después el carbohidrato
.Ayuno prolongado: 72hs, uno al año, ejercicios de baja intensidad, solo agua (no café), romper el ayuno con proteína animal al 4to día, más días de no ingerir nada conllevaría el riesgo de pérdida de masa muscular
.Entrenar-trotar-caminar, mínimo 1 hora por día, ideal a la luz del sol, antes de las 10hs o desp. de las 16hs (respirar por la nariz)
.Respetar la sucesión de vigilia-sueño (ritmo circadiano) y dormir "de costado"... la posición hacia la izquierda -por un tema de órganos- sería, supuestamente, más relajada
.No ingerir líquidos desde 2hs antes de acostarse p/evitar ir al baño en la noche
.Ducha fría diaria de aprox. 2 minutos y ejercicios de respiración "consciente" (lo ejemplifico a posteriori, de modo general, con un par)
.Método Win Hof: cómodo, ojos cerrados, inhalar-exhalar  de manera profunda unas 40 veces y al exhalar la última, contengo el aire (no inhalar durante +1minuto), al retornar la inhalación retener el aire 20 segundos (1er ciclo, puede repetirse 3 o 4 veces y después darse una ducha fría)
.Método "478" (respiración relajante): ojos cerrados, espalda recta, cabeza erguida, lengua reposada sobre el paladar, inhalar a la cuenta de 4 activando lentamente el diafragma, aguantar la respiración en 7, exhalar hasta la cuenta de 8, 4 ciclos, 2 o 3 veces al día

-Hábitos (rutina viable para adquirir como idea regulativa)
.7hs: levantarse, exposición a la luz solar, tomar agua fría
.8hs: solo café en caso de seguir un ayuno intermitente 16-8
.10hs: estudiar-escribir-actividades de mayor concentración
.13hs: almuerzo, comida +importante (empezar con proteínas)
.16hs: tareas más simples, menor rendimiento, ejercicios de más fuerza
.20hs: comida ligera, hasta las 21hs, y ¡apagar el celular!
.22hs: acostarse, libro (sin pantallas)

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Listo, esta vez resultó breve; fueron puntos concretos que de a poco, como comenté, he ido -a la mayoría- aplicando y parecieran estar relativamente funcionando.

Quizás el paso siguiente sea la serie en solitario Ashtanga Vinyasa, una de las tradiciones de yoga más ardua físicamente pero también más popular en todo el mundo.

Aunque todavía falta mucho... y, además, bastante solo me encuentro como para regodearse de eso.





20-  El retiro


Viejo, pelado y encima gordo... ¿no resulta, quizá, ya demasiado?; qué me perdonen las nuevas generaciones.

Tras batallar varios meses, finalmente, llegué al "Peso Ideal" (según el estudio realizado).

Hoy, 25/9/2024, la balanza marcó 76,8kg.

Costó bastante, aunque menos que conseguir una buena H-D...

Vaivenes mediante, decidí, hace un tiempo (antes de la última mudanza), vender mis últimas dos motos, ambas H-D Electra Glide, una 95 Aniversario y la otra 100 Aniversario con su Sidecar original.


Con los indicadores corporales "normalizados", la calidad de sueño aceptable, el stress más o menos trabajado (hacer yoga ayuda mucho), la alimentación relativamente controlada, etc., una prioridad ahora sería, por qué no, encontrar una buena moto y volver a viajar, hacer esas escapadas que tanto disfrutaba

Y seguir escribiendo, tener la cabeza ocupada (en la página web) colabora también.

El resto bastante  bien, persisten ciertos "cortocircuitos" aunque fluye -en general- pacíficamente.

Algunos conocidos me dicen: "qué embole vivir así", el cual termina siendo este -obviamente- uno de los motivos por los cuales suelo evitar las reuniones sociales.

Contestó, simulando reírme, "nunca estuve mejor" (aunque en mis adentros sé que exagero un poco).

Lo cierto es que disfruto de las conversaciones (especialmente con mi mujer y con mi hija), de salir a trotar un día lindo a orillas del río, de las fluidas clases de yoga, de las cómplices y empáticas sonrisas, de aquellos particulares fragmentos encontrados en los libros que aquí luego transcribo, y de alguna otra cosa más... no es demasiado, tampoco poco, a decir verdad. 

Muchas gracias por cada "vista"; una incomprensible dimensión que, insisto, no me acostumbro ni deja de asombrarme.

El inefable e infinito "vacío-sinsentido" (tan presente desde la manifiesta ausencia) sigue actuando -beneficiosa y misteriosamente- como motor, disparador, pregunta, y continúa generando bienvenidos efectos deseantes más allá de la razón.

Hasta la próxima.

Abrazo.





21-  Y ahora qué, ¿mutó en blog?


26/9/2024, empecé -como ayer- el día con la balanza, 76,200kg, está pasando de ser un peso "normal" a bajo...

Quizá tendría que aflojar, aunque ya me acostumbré a "entrenar" al menos un par de horas al día y comer saludablemente (sin tanto químico, azúcar añadida ni ultra-procesado).

Ayer troté una hora bajo el sol del atardecer en la Costanera, hice algo de elíptica y concurrí a la habitual clase de yoga (todas actividades tranquilas).

Puede parecer demasiado atendido movimiento-ejercicio diario, pero uno ya de grande duerme menos (difícil es llegar a las gloriosas ocho horas) y del resto, ¿cuánto tiempo se la pasa uno sentado?

Aunque, a veces, los compromisos y obligaciones sociales-laborales ciertamente complican esta dinámica posibilidad; de nuevo, trato de que no sea mi caso ("privilegios" de la vejez...).

Seguramente hay un latente matiz, algún temor al "descontrolado-efecto-rebote", que ejerce también cierta presión.

Como siempre, casi por definición, hacer equilibro es algo complejo y difícil.

Recordemos algunas acepciones de la palabra "equilibrio":

- Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente.
- Peso que es igual a otro y lo contrarresta.
- Armonía entre cosas diferentes.
- Sensatez en los actos y juicios.
- Estado en el que se encuentra una partícula si la suma de todas las fuerzas que actúa sobre ellas es cero.
- Actos de contemporización encaminados a sostener una situación, actitud, opinión, etc., insegura o dificultosa.
- Situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse.

Una maravilla; y, más allá del lado ilusorio-idealista de esto (armonía, sensatez, etc.), allí podría "encajar" bastante bien la compleja práctica -en sentido amplio- del yoga.

Y esto "indefinible" está transformándose, finalmente, en un Blog de notas diarias... como, casi, en sus inicios.

Quizás para apalear la infinita sensación de soledad, la otra cara, el costado más sombrío, ¿quién sabe?

La cuestión es que lo dejo fluir, también así molesto menos a conocidos, amigos y familiares con preguntas y planteos.

La gente suele estar sumamente ocupada en sus trabajos y obligaciones; no es mi caso y no quiero que lo sea, menos en esta etapa.

Suele ser común que -a cierta edad- comencemos a parlotear a la deriva, como aquellos amigotes que se encuentran regularmente en un Café (pero tampoco, esto último, es mi caso).

No me interesan demasiado los deportes, futbol y demás, típico debate-pretexto de aquellas juntadas, y el ámbito "intelectual" suele ser pretencioso... como una obscena exhibición "manda-parte" de recorridos y supuestos saberes afirmados categóricamente con mucha seguridad y certeza (es decir, todo muy predecible y aburrido).

Algo a priorizar, quizá, sería mudarnos, la casa está en venta, en busca de un lugar más chico, con más naturaleza, silencio y tranquilidad, aunque sin resignar cierta seguridad (no está fácil, lamentablemente, la situación en estas latitudes).

Algún espacio poco "demandante" de mantenimiento, probablemente un depto. en un último piso (sin vecinos ni ruidos arriba), u otra ciudad, menos inhóspita y contaminante.

No está claro aún; como alguna vez conté, hemos cambiado de lugar varias veces, pasé de vender motos clásicas a vender propiedades.

Actividades que permitían trabajar con las manos (no meras palabras) y con resultados claros, concretos, a la vista.

Estar en movimiento, con objetos interesantes, que despierten algún entusiasmo, y obteniendo alguna rentabilidad como efecto de añadidura y factor posibilitador.

Esto implicó "libertad" -cierta libertad moderada, en realidad- y no tener que forzar mi trabajo como analista desde mis enormes incertidumbres al respecto (creo haber hablado de eso, perdón si me repito).

Proyectos, ganas, deseos...

Hasta luego, ¡qué estén bien!

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27/9/2024: 75,700kg... tengo que recurrir, por lo visto. a otras fuentes de información.

Los exactos datos del estudio realizado con "alta tecnología" estarían siendo, en mi particular caso, refutados.

Recurrí entonces a una tabla, más generalista, que mide el índice de masa corporal (ideada por un belga llamado Quetelet).

Habría también que considerar allí otros factores, además de la altura, como la particular contextura: pequeña, mediana o grande (diferenciada en el cuadro de abajo).


Aparentemente, nada de qué preocuparse aquí; el peso mío actual estaría dentro de aquel promedio esperable -holgada franja- según mi altura y contextura (la cual bordearía el límite entre mediana y grande).

Otra mirada, más amplia, relativa y relajada.

"Lo ideal suele ser enemigo de lo bueno", una vez más.

Es día a día, casi de laboratorio, hay que agudizar quizá la sensibilidad -¿el cuerpo lo "sabe"?- más allá de las palabras circundantes al respecto (de nuevo).

Fiel al sumo involucramiento y compromiso adquirido (aunque quisiera que no me ganara aquí la obsesión), quedaría todavía un resto.

Y qué buena es la "flexibilidad" que propone el yoga, al menos en y desde el cuerpo (que se presenta ciertamente bastante despojado).

Aunque, no es suficiente, nunca lo es (cuidado ahí).

Permítanme decir -pese a que siempre traté de no hablar acá de política- la situación en el país es penosa e indignante, más de la mitad de la población está bajo la línea de pobreza y hay un altísimo índice de indigencia.

Y ante esas realidad, de tanto padecimiento, todo pasa a ser una reverenda pavada (no hay aislamiento, distracción ni desplazamiento del todo posible)..

Muchos de los que han manejado el poder público robaron y este es el resultado, en un país con muchos recursos naturales e impuestos altísimos.

Freud ya hablaba de "gobernar", como una de las tres tareas imposibles... pero acá, no sé por qué, como siempre, solemos ser algo extremistas.

Es muy difícil revertir la situación, tan enquistada, aunque por momentos confío en las nuevas generaciones.

En especial mi hija, y sus amistades, me demuestran -afortunadamente- todo el tiempo que es posible.

Suficiente por hoy.

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28/9: 75,300kg... continúa, por lo visto, el proceso descendente.

Lo mismo, una hora de trote -en una Reserva Natural cercana-, algo de elíptica y las dinámicas secuencias diarias de Vinysa Yoga.

Respecto a la alimentación: variedad de verduras en cantidad, frutos secos, semillas, frutas (atención con la fructuosa), 10 ó 20 gramos -1 ó 2 cuadraditos- de chocolate al 90% de cacao y un huevo; ingerido todo en una sola comida, sería, este caso, un "OMAD".

En cuanto a las bebidas, 3 tazas grandes de café por la mañana, un par de litros de agua y 4 tés repartidos en el día (manzanilla, verde, negro y boldo).

Me encuentro algo más irritable, creo, pero al ser algo -lamentablemente- tan característico en mí... que no sé si debo, necesariamente, atribuirlo a este proceso (como supuesto síndrome general de "abstinencia", exceso de cafeína o particular falta de proteínas).

Tuve algún roce ayer con un fulano, pero por suerte, con gran esfuerzo, pude contenerme y no pasó a mayores.

Décadas atrás, alcohol mediante, esto aparejaba grandes inconvenientes porque la represión interna resultaba -por cierto- bastante insuficiente (algo uno va aprendiendo con los años).

En fin, voy viendo con cierta cautela, el problema sería que esto terminara transformándose en un "trabajo" excluyente de todo el resto.

Sigo con la interesante lectura del libro de Julia Napier, ya finalizándolo, el cual expone su existencia (parece) sin demasiados tapujos.

Y hay un par más esperándome, uno psicoanalítico, empezado, de Alfredo Eidelsztein, y otro -de ficción que me regalaron- cuyo autor Alejandro Zambra (un chileno desconocido para mí).

Ah, con la venta de la casa, nada pero tampoco hay apuro (sí bastante incertidumbre por el próximo lugar que vendrá), y sigo viendo algunas opciones de H-D's.

Lamentablemente las pocas que encuentro -además de caras- tienen caídas, no lucen en buen estado (es probable también que cierta experiencia me juegue  en contra ya que afila la mirada y dificulta la cuestión).

No me vendría mal proyectar para mis 70´s, ya más "liberado" de todo (aún tengo por suerte seres a cargo de quienes ocuparme), un blog de viajes en moto e ir compartiendo allí sensaciones; falta un poco, todavía, para eso.

A propósito, hay un personaje llamado Eva zu Beck (la "conocí" a través de youtube) a la cual sigo su jugado -y más que interesante- derrotero.

El inconveniente sería, quizás, cuando lo comercial -necesidad imperiosa de vender- supera todo lo demás pero no creo que sea el caso anterior (y ahí radica, supongo, parte de su atractivo). 

Resto sin novedad, me despido por un tiempo.

Abrazo.





22-  Celebrar


1/11/2024: Hoy se cumple un año desde que empecé a transitar este otro camino de "reconstrucción", y -por haber involucrado tanto al cuerpo- resultó este un trayecto bastante más personal que el anterior recorrido (articulado, básicamente, entre diversos textos).

Ya sin dolores ciáticos ni lumbares, no me agito -como comenzaba a notarlo- ante casi cualquier movimiento y tampoco reaparecieron más las hemorragias de colon (este sangrado rectal fue el principal factor de preocupación y aquello que, finalmente, activó todo el asunto).

Como efecto de añadidura mi peso se estabilizó en derredor a los 72-73kg (72,3 actual), una particular referencia que me retrotrae a las muy lejanas adolescencia y juventud.

Es decir, en el transcurso de un año bajé -sin preparados químicos ni "gurúes" especialistas- 40 kilos; sobrepeso que me ha llevado unos 40 años acumular, con un sobresaliente salto al dejar de fumar.

Solo operó aquí -para llevarlo a cabo- una firme concientización, urgida por la aparición de esos pólipos (que con claridad indicaban un mal presagio), cierto rigor y sobre todo disciplina.

Seguramente esto último, la disciplina, sea un reconciliado legado de mi querido padre (quien murió hace casi 4 años, todavía sueño cálidos encuentros con él, lo extraño).

Se siente bien, ahora, ir por la vida sin tanta carga extra... suficiente "lastre" representa lidiar -infinitamente- con intricados vericuetos mentales (propios y ajenos).

Hubo durante la marcha, pese a la seriedad con la cual fue encarada, rebotes de hasta 3kg (al "relajar" un poco) que sirvieron como parámetro concreto a controlar y también para reconocer lo oscilante del proceso emprendido.

No sospeché que esta etapa transcurriría así, supuse que el irreversible deterioro físico (más aún pasados los 60 años) impactaría como un tsunami -cruel e impiadoso- que se llevaría todo puesto.

Quedó, como consecuencia derivada, un leve excedente de piel... algo molesto pero típico, parece, en estos casos de descenso pronunciado.

Cuestión que requeriría de varios nutrientes (proteínas, vitamina C, Omega 3, etc.) y de buena hidratación, mucha agua, para que -de alguna manera- vaya con el tiempo restableciéndose.

A esta edad lo considero un aspecto menor (no es algo que esté acuciándome en demasía) y, además, con los años disminuye -de por sí- la producción en el organismo de sustancias implicantes como el colágeno o la elastina.

El otro "festejo" (el cumpleaños cronológico número 61), aunque muy reciente, pasó a un segundo plano.

Quizá mejor así; apabulla bastante -por cierto- la cantidad de décadas transcurridas y, sobre todo, la veloz y voraz (ahí sí) cercanía del destino.

Venki Ramakrishnan, microbiólogo premio nobel de química en 2009, destaca 3 pilares simples y eficaces: comida nutritiva -equilibrada y natural- en porciones controladas, ejercicio diario (serían los famosos "12.000 pasos") y buen descanso nocturno que resulta fundamental para la regeneración celular.

En mi caso continúo con la misma alimentación pero, por un tema familiar, alterno el "omad" con 2 comidas diarias (que, en definitiva, son valorados y disfrutados momentos de encuentro).

Respecto al ejercicio, privilegio la práctica del yoga -unas seis veces a la semana- y sumo una hora al día de entrenamiento aeróbico en la denominada "zona cardiovascular 2" (aquella que permite inhalar y exhalar por la nariz, o mantener una conversación, mientras se realiza).

Idealmente salgo a trotar en espacios abiertos y suelen acompañarme, con desbordante energía, las vizsla (de los cuatro perros que teníamos quedaron solo las "mellizas").

Sin embargo, muchos días esta rutina varía (algún compromiso, factores climáticos, etc.) y termina siendo solo una caminata en solitario o elíptica en el peor de los casos.

Otro hábito adquirido -que persiste- es la exposición a la ducha "helada" (cierro totalmente la canilla del agua caliente) durante unos dos minutos tras el baño normal a temperatura cálida.

Ese impacto frío estrecharía los vasos capilares y reactivaría al sistema circulatorio, y la tensión psíquica-física ejercida favorecería al sueño (por lo que sería conveniente hacerlo antes de acostarse).

La página web está en continuo movimiento, con algunos cambios sutiles la mayoría de las veces, y comienzan a interactuar allí algunas pocas obras de "ficción" (concebidas de entrada como tales) que intentan filtrarse a la intermitente lista de lecturas.

Como corolario, creo estar más "feliz"... palabra difícil, ilusoria, riesgosa... o, diría entonces mejor, me encuentro menos enojado con mí mismo (lo cual considero -autoconvencimiento o no- un gran progreso).

A su vez, todo esto va reflejándose -por último- en una interacción social cotidiana en general menos ríspida e irascible, en un trato más amable y cordial, casi alegre, aspecto no menor...

"A fin de cuentas no hay más que eso, el vínculo social." (Jacques Lacan)

"El sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo que, condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; del mundo exterior, capaz de encarnizarse en nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e implacable; por fin, de las relaciones con otros seres humanos. El sufrimiento que emana esta última fuente quizá nos sea más dolorosa que cualquier otro" (Sigmund Freud)

La preponderante relevancia de los vínculos, nada más ni nada menos... por más deleitables sonidos o cautivadoras imágenes que puedan ir pululando alrededor.

Vuelvo, en una suerte de espiral elíptico (eterno retorno), a las notas preliminares con Borges y Kundera:

"Y detrás de los mitos y las máscaras,
el alma, que está sola." (Jorge L. Borges)

"El ser humano no es sino soledad." (Milan Kundera)

Salvo alguna novedad o noticia medianamente digna de ser mencionada, hasta acá llego con este particular contenido.

Transcurridos doce meses, de algún modo, creo que es suficiente.

Veremos cómo sigue SitioAbierto.com, más allá de los recientes y trabajosos temas de "salud-bienestar-longevidad".

Atendida por ahora la corpórea urgencia, es tiempo -probablemente- de seguir hacia adelante.

Quisiera abordar la dimensión de "misterio" (recuerden el planteo inicial de la tríada misterio-cuerpo-palabra), lo inefable...

Al indagar desde el orientalismo -y el ilusionista ritual del yoga- encontré una acepción del término "Zen" (expresaba: a solas con el misterio) que podría quizá actuar como disparador; aunque, nuevamente, acá resuena la dupla Freud-Lacan.

"Sé muy bien que la humana necesidad de misticismo es inagotable" (Sigmund Freud)

"Diré que no dudo que, más allá del lenguaje exista lo inefable, pero finalmente ese inefable, puesto que es inefable ¿por qué hablar de él?" (Jacques Lacan)

Y con esto -ahora sí- me despido, muchas gracias, les mando un abrazo.

¡Qué estén bien!





23-  Diabetes y ausencia de garantías


Hola, cuando ya creía que estaba todo relativamente "bajo control", decidí el 14/12 hacerme un análisis -en ayunas- de concentración de azúcar (glucosa) en sangre.

Oh, sorpresa, me dio 128mg/dl.

Un rango muy por encima de lo que se considera saludable, valores de diabetes (enfermedad crónica).

Y me llama mucho la atención de cuál sería la situación previa, aproximadamente 14 meses atrás, que pesaba unos 40 kilos más...

Eso explicaría bastante mis anteriores -y habituales- calambres, dolores lumbares y articulares, palpitaciones en demasía, y demás cuestiones vinculadas.

Atravesada -y espero superada- la cuestión de los pólipos en el colon, y activados posteriormente los cuidados respectivos, pensé (casi como efecto de añadidura) que el resto estaría bien.

Sien embargo, no fue así; paso a mostrar un cuadro sencillo para, de algún modo, ilustrar el asunto:

DIABETES: 125 ó más
PREDIABETES: 101 A 124
NORMAL. 70 a 100

Aunque hasta 85 ya disminuirían bastante más los riesgos, y menos de 70 también podría considerarse malo.

Supuestamente, por lo tanto, el oscilante equilibrio más esperable sería entre 70-85.

De nuevo, avancemos, ahora, aparte de todo lo ya dicho (que claramente no fue suficiente), ¿qué hacer?, ¿en qué hacer hincapié?

La idea, en lo posible, sigue siendo tomar al toro por las astas y evitar la dependencia que implican los medicamentos-químicos (con los también probables efectos secundarios que conllevaría su ingesta).

-Caminar, entre 1/2 y 1 hora, después de comer
-Tomar mucha agua
-Evitar ciertas frutas (como las uvas, sandía, ananá o bananas maduras)
-Chocolate (cacao al 90%): restringir el consumo aconsejable diario a solo 10 gramos

Por de pronto, adquirí un biosensor electroquímico (lo recomiendo, no es algo caro) que mide la glucosa en sangre, y de este modo uno puede ir examinando regularmente -de manera seguida- esta necesaria concentración de azúcar.

Representa este un paso concreto que me corre de supuestos, y mayor desconocimiento, y permite -en forma directa- analizar los efectos de los respectivos cambios que vaya realizando.

Veremos, entonces, la próxima medición.

Abrazo


!5/12/2024: bajó bastante la medida del índice glucémico, hoy me dio 109, representa ya cierto alivio.

17/12/2024: 99, si bien aún no es el valor por mí deseado, claramente corrige el rumbo y -de alguna manera- me orienta cómo seguir.

Paradójicamente ese resultado de "128", pese al impacto causado, generó en mí -a su vez- un renovado impulso a ahondar en estos aspectos vinculados a la longevidad.

Tuvo efecto, parece, que bajé considerablemente la ingesta de fructuosa (venía consumiendo una gran cantidad y variedad de frutas) y limité el cacao -un gusto diario- a solo esos 10 gramos mencionados.

La glucosa es un nutriente necesario, las células requieren de glucosa y oxígeno para tener energía, sería el "combustible" del cuerpo; no así la fructuosa (que históricamente se consumía solo por temporadas).

Por eso los valores menores a 70 resultan contraproducentes, pero entre 86 y 99 (pese a considerarse normales) algunos especialistas los toman -a atender- como índice de "pre-obesidad"...

El exceso de azúcar inhibe la sensación de saciedad, por eso resulta tan adictivo y difícil de combatir.

Además, en caso de no consumir lo suficiente, en cierta medida el organismo tiene la capacidad de producir glucosa (gluconeogénesis).

También, el músculo consume glucosa, y por eso también es beneficioso tener buena masa muscular.

Riesgos del exceso de glucosa: ataque cardíaco (infarto), accidente cerebro-vascular, arterioesclerosis, trombosis cerebrales, hipertensión, hígado graso, resistencia a la hormona leptina (lo cual genera ansiedad de comer en exceso al uno nunca tener la señal de "llenarse" que conlleva la leptina), diabetes tipo 2 (este caso), obesidad (almacenamiento de grasa), colon irritable, envejecimiento celular, acné, dolores articulares, etc.

Reducir -obviamente- el consumo de alimentos con azúcar agregada pero también de miel, arroz, papa, banana.

Para tener en cuenta, hay frutas -manzana, naranja, mandarina, kiwi, pera, durazno- cuyo contenido de fructuosa es mediano y otras -como pomelo, frutilla y arándanos- cuya concentración de azúcar es más bajo; es decir, la fruta tiene beneficios (fibra, antioxidantes, vitaminas) pero consumirla con moderación.

Muchos dietistas se refieren a la alimentación "consciente" que implicaría -preferentemente- espinaca, palta, brócoli, salmón, atún, huevo, carne vacuna magra, pollo, queso de cabra, frutos secos, tomate, aceitunas, semillas de chia, vinagre de manzana, aceite de oliva, té verde, café tostado por la mañana, etc.

Sumado, una vez más, a un buen descanso, bajar el nivel de stress, y repartir la alimentación en "omad" o solo 2 comidas (no estar picoteando todo el tiempo).

Es día a día, ojalá en mi caso llegue a esos valores de entre 70 y 85 -y los mantenga- pero no sé si será posible; el pasado (años de descuido y maltrato), evidentemente, no se borra así porque sí.

Hoy, después de bastante tiempo, volví a pesarme, la balanza marcó 71,9kg.; es decir, ya algo más relajado, mi peso se mantuvo próximo al registro anterior del 1/11 (que fue de 72,3kg). 

El resto siguió igual, sin novedad, continué con la ducha de agua fría durante 2 minutos y -respecto al ejercicio- ayer hice 2 horas (una de caminata y otra de yoga).

A propósito, respecto a la práctica de yoga, me enteré que el 11 del mes pasado murió -tras sufrir un ataque cardíaco-el maestro Rangaswamy Sharath Jois.

Figura relevante, nacido en Mysore (una ciudad del sur de la India) en el año 1971, nieto de Krishna Pattabhi Jois y continuador de la dinastía Ashtanga Vinyasa Yoga.

Se autodenominaba Paramaguru, que se traduce como "poseedor del linaje".

Tenía solo 53 años; murió repentinamente mientra caminaba -practicaba senderismo- cerca de la Universidad de Virginia, USA (donde se encontraba, de visita, impartiendo clases a instructores de yoga de todo el mundo).

Jois tenía programado durante los próximos meses dirigir talleres en San Antonio, Sídney y Dubái; y, según el New York Times, estaba activamente preparándose para escribir un segundo libro.

En fin, una vez más, el vacío, la falta de cualquier receta existencial, la ausencia de garantías.

Su pérdida generó un alto impacto en la comunidad de devotos y seguidores, muchos se preguntan cómo continuará ahora el legado de la tradición Ashtanga.

Era muy admirado por sus discípulos, aunque a él no le interesaba la adulación; Isha Singh Sawhney, una alumna suya con quien Jois escribió -en 2018- el libro "Sin edad, los secretos para una vida larga y saludable" [sic], dijo en una entrevista: "La multitud crecía año a año (...) era un excelente profesor de yoga, uno de los mejores (...) no quería ser una figura divina (...) solo quería enseñar yoga y difundir su mensaje".